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9.05.2012

MENTE, MEMORIA Y ARQUETIPO


Por Rupert Sheldrake [*] 
Traducción: Vanessa M. Servant 





En este Artículo discutiré el concepto de Memoria Colectiva como base para comprender el concepto junguiano de Inconsciente Colectivo. El Inconsciente Colectivo sólo cobra sentido en el contexto de alguna noción de Memoria Colectiva. Esto nos lleva a un examen de largo alcance sobre la Naturaleza y el Principio de la Memoria, no sólo en los seres humanos, o en el Reino Animal, ni siquiera sólo en el ámbito de la vida, sino en el Universo como un todo. Una perspectiva tan abarcadora es parte de un cambio de paradigma muy profundo que está aconteciendo en la ciencia: el cambio de una Visión Mecanicista del mundo a una Evolucionista y Holística.

Esta Visión Cartesiana y Mecanicista es, en muchos sentidos, el paradigma predominante todavía hoy en día, especialmente en Biología y Medicina. El noventa por ciento de los biólogos estaría orgulloso de declararse Biólogos Mecanicistas. Aunque la Física ha ido más allá de la Visión Mecanicista, gran parte de nuestro pensamiento sobre la realidad física está todavía moldeada por ella, incluso en aquellos de nosotros a los que nos gustaría creer que hemos ido más allá de este marco de pensamiento. Por consiguiente examinaré brevemente algunos de los supuestos fundamentales de la Visión Mecanicista del mundo a fin de mostrar cómo sigue profundamente arraigada en la forma de pensar de la mayoría de nosotros.



LAS RAÍCES MECANICISTAS EN EL MISTICISMO NEOPLATÓNICO

Es interesante observar que las raíces de la Visión Mecanicista del mundo del siglo XVII pueden remontarse a la religión mística de la antigüedad. La Visión Mecanicista fue de hecho una síntesis de dos tradiciones de pensamiento, ambas basadas en la intuición mística de que la realidad es atemporal e inmutable. Una de estas tradiciones proviene de Pitágoras y Platón, quienes estaban fascinados por las verdades eternas de las matemáticas. En el siglo XVII, esto evolucionó a una visión de la Naturaleza como estando gobernada por ideas eternas, proporciones, principios o leyes que existían dentro de la mente de Dios. Dicha visión del mundo acabó por hacerse dominante y, gracias a filósofos y científicos tales como Copérnico, Kepler, Descartes, Galileo y Newton, fue incorporada a las bases de la Física Moderna.

Básicamente, expresaban la idea de que los Números, las Proporciones, las Ecuaciones y los Principios Matemáticos son más reales que el mundo físico que experimentamos. Incluso hoy, muchos matemáticos se inclinan hacia este tipo de misticismo pitagórico o platónico. Piensan en el mundo físico como una cosificación de los Principios Matemáticos, como un reflejo de las leyes eternas numéricas y matemáticas. Esta visión es extraña al pensamiento de la mayoría de nosotros, quienes tomamos al mundo físico como el mundo “real” y a las ecuaciones matemáticas como una descripción artificial, y posiblemente inexacta, de ese mundo “real”. No obstante, esta visión mística ha evolucionado hasta el actual y predominante punto de vista científico de que la Naturaleza está gobernada por leyes eternas, inalterables, inmutables y omnipresentes. Las Leyes de la Naturaleza son siempre y en todo lugar.



RAÍCES MATERIALISTAS EN EL ATOMISMO

La segunda de las Visiones de Inmutabilidad que emergió en el siglo VXII proviene de la Tradición Atomista del Materialismo, la cual trató una cuestión que estaba ya profundamente arraigada en el pensamiento griego, a saber, el Concepto de Realidad Inmutable. Parménides, un filósofo presocrático, tuvo la idea de que sólo el ser es; el no-ser no es. Si algo es, no puede cambiar porque, a fin de cambiar, debería combinar ser y no-ser, lo cual era imposible. Por lo tanto, concluyó que la realidad era una esfera homogénea e inmutable. Por desgracia para Parménides, el mundo que experimentamos no es homogéneo, inmutable o esférico. A fin de hacer prevalecer su teoría, Parménides sostuvo que el mundo que experimentamos es una ilusión. Esta no era una solución muy satisfactoria, y los pensadores de la época intentaron hallar un modo de resolver este dilema.

La solución de los Atomistas fue afirmar que la realidad consiste en un gran número de esferas (o partículas) homogéneas e inmutables: los átomos. En lugar de una gran esfera inmutable, hay muchas esferas pequeñas e inmutables moviéndose en el vacío. Las apariencias cambiantes del mundo pudieron entonces ser explicadas en términos de los movimientos, permutaciones y combinaciones de los átomos. Esta es la intuición original del Materialismo: que la realidad consistía en materia atómica eterna y en el movimiento de esta materia.

Finalmente, la combinación de esta Tradición Materialista con la Tradición Platónica dio origen a la Filosofía Mecánica que emergió en el Siglo XVII, y produjo un Dualismo Cósmico que ha estado entre nosotros desde entonces. Por una parte tenemos átomos eternos de materia inerte; por otra, leyes no-materiales e inmutables que son antes bien ideas que cosas físicas y materiales. En este tipo de Dualismo, ambas partes son inmutables; una creencia que no sugiere inmediatamente la idea de un Universo en evolución. De hecho, los físicos han sido muy reacios a aceptar la idea de evolución precisamente porque encaja muy pobremente con la noción de materia eterna y leyes inmutables. En la Física Moderna, la materia es vista ahora como una Forma de Energía; la energía eterna ha remplazado a la materia eterna, pero poco más ha cambiado.





LA EMERGENCIA DEL PARADIGMA EVOLUCIONISTA


No obstante, el Paradigma Evolucionista ha ido ganando terreno continuamente durante los últimos dos siglos. En el siglo XVIII, los desarrollos social, artístico y científico se veían generalmente como un proceso progresivo y evolutivo. La Revolución Industrial hizo de este punto de vista una realidad económica en parte de Europa y América. A principios del siglo XIX había varias filosofías evolucionistas y, para la década de 1840, la Teoría Evolucionista del Marxismo había sido publicada. En este contexto teórico de evolucionismo social y cultural, Darwin propuso su Teoría Biológica de la Evolución, la cual amplió la Visión Evolucionista a toda la vida. Sin embargo esta visión no se extendía al Universo entero. Irónicamente, Darwin y los neodarwinistas intentaron encajar la evolución de la vida sobre la Tierra dentro de un Universo estático, o lo que era peor, un Universo que en realidad se pensaba que estaba decayendo termodinámicamente y dirigiéndose hacia una “muerte térmica”.

Todo cambió en 1966 cuando los físicos aceptaron finalmente una Cosmología Evolucionista en la que el Universo ya no era eterno. En lugar de eso, el Universo se originó en un Big Bang [Gran Explosión] alrededor de 15 billones de años atrás y ha estado evolucionando desde entonces. Así que ahora tenemos una Física Evolucionista. Pero tenemos que recordar que esta Física tiene sólo alrededor de 40 años de antigüedad, y que las implicaciones y consecuencias del descubrimiento del Big Bang no se conocen completamente todavía.

La propia Física está apenas empezando a adaptarse a esta nueva visión, la cual, como hemos visto, desafía el supuesto más fundamental de la Física desde los tiempos de Pitágoras: la idea de Leyes Eternas. Tan pronto como tenemos un Universo en evolución nos enfrentamos con la cuestión de: ¿Qué pasa con las leyes eternas de la Naturaleza? ¿Dónde estaban dichas leyes antes del Big Bang? Si las leyes de la Naturaleza existían antes del Big Bang, entonces está claro que no son físicas; de hecho, son metafísicas. Esto pone al descubierto la suposición metafísica que subyace a la idea de leyes eternas a lo largo del tiempo.



¿LEYES DE LA NATURALEZA, O SIMPLEMENTE HÁBITOS?


Existe sin embargo una alternativa: la de que el Universo es más como un organismo que como una máquina. El Big Bang recuerda las historias míticas de la incubación del Huevo Cósmico: crece y, según crece, sufre una diferenciación interna que es más parecida a la de un gigantesco embrión cósmico que a una enorme máquina de una Teoría Mecanicista. A partir de esta alternativa orgánica, podría tener sentido pensar en las leyes de la Naturaleza como si fueran más bien hábitos. Quizás las Leyes de la Naturaleza son hábitos del Universo, y quizás el Universo posee una memoria incorporada.

Hace unos 100 años, el filósofo estadounidense Charles Sandres Pierce dijo que si nos tomáramos la evolución seriamente, si pensáramos que el Universo entero evoluciona, entonces deberíamos pensar en las leyes de la Naturaleza como de algún modo asemejables a hábitos. Esta idea era en realidad bastante corriente, especialmente en Estados Unidos. Fue expuesta por William James y otros filósofos norteamericanos, y debatida bastante profusamente a finales de este último siglo. En Alemania, Nietzsche fue lo suficientemente lejos como para sugerir que las Leyes de la Naturaleza sufrían la Selección Natural: quizás había muchas leyes naturales al principio, pero sólo sobrevivieron las que se revelaron exitosas. Por tanto, el Universo que vemos posee leyes que han evolucionado mediante Selección Natural.

Los biólogos también pasaron a interpretar los fenómenos en términos de hábito. El más interesante de tales teóricos fue el escritor inglés Samuel Butler, cuyos libros más importantes sobre este tema fueron Life and Habit [Vida y Hábito, 1878] y Unconscious Memory [Memoria Inconsciente, 1881]. Butler sostuvo que la totalidad de la vida implicaba una memoria inconsciente inherente a la misma. Los hábitos, los instintos de los animales, la forma en que se desarrollan los embriones, todo reflejaba un principio básico de memoria inherente a la vida. Incluso propuso que debe haber una memoria inherente a átomos, moléculas, y cristales. Hubo, pues, un período al final del último siglo en el que la Biología fue vista en términos evolutivos. Es sólo desde 1920 que el pensamiento mecanicista ha llegado a predominar sobre el pensamiento biológico.





¿CÓMO SURGE LA FORMA?


La hipótesis de causación formativa, que es la base de mi trabajo, parte del problema de la forma biológica. Dentro de la biología ha existido un prolongado debate sobre la forma en la que los embriones y organismos se desarrollan. ¿Cómo crecen las plantas a partir de las semillas?, ¿Cómo se desarrollan embriones a partir de huevos fertilizados? Por supuesto esto es un problema sólo para los biólogos, no para los embriones y los árboles, los cuales ¡Simplemente lo hacen! Sin embargo, los biólogos encuentran difícil hallar una explicación causal para la forma. En Física, en cierto sentido, la Causa es igual al Efecto. La cantidad de energía, de materia y de momentum [impulso] antes de un cambio dado es igual a la cantidad posterior. La Causa está contenida en el Efecto y el Efecto en la Causa. Sin embargo, cuando consideramos el crecimiento de un roble a partir de una bellota, no parece haber de ninguna manera obvia una equivalencia de Causa y Efecto.

En el siglo XVII, la Teoría Mecanicista Principal de la Embriología era simplemente que el roble estaba contenido en la bellota. Dentro de cada bellota había un roble en miniatura que se inflaba según el roble crecía. Esta teoría era aceptada de manera bastante amplia, y era la más consistente con el enfoque Mecanicista, tal y como entonces se comprendía. Sin embargo, como los críticos señalaron rápidamente, si el roble se infla y él mismo produce bellotas, entonces el roble inflable debe contener bellotas inflables que contienen robles inflables, y así ad infinitum.

Si, por otra parte, más forma provenía de menos forma (cuyo nombre técnico es epigénesis), entonces ¿De dónde proviene la menos forma? ¿Cómo aparecían las estructuras que no estaban ahí anteriormente? Ni platónicos ni aristotélicos tenían ningún problema con esta cuestión. Los platónicos decían que la forma proviene del Arquetipo Platónico: si hay un Roble, entonces hay una Forma Arquetípica de un Roble, y todos los Robles reales son simplemente reflejos de este Arquetipo. Como este Arquetipo está más allá del Espacio y el Tiempo, no hay necesidad de incorporarlo a la forma física de la bellota. Los aristotélicos, por su parte, sostenían que todas las especies tienen su propio tipo de alma, y el alma es la forma del cuerpo. El cuerpo está en el alma, no el alma en el cuerpo. El alma es la forma del cuerpo, está alrededor del cuerpo y contiene el objetivo de desarrollarse (lo cual formalmente se denomina entelequia). Un alma de Roble contiene al eventual Roble.



¿ES EL ADN UN PROGRAMA GENÉTICO?

No obstante, una Visión Mecanicista del mundo niega el animismo en todas sus formas. Niega la existencia del alma y la de de cualesquiera principios organizativos no-materiales. Por consiguiente, los Mecanicistas deben poseer algún tipo de preformacionismo. A finales del siglo XIX, la Teoría del biólogo alemán August Weissman sobre el Plasma Germinal reavivó la Idea del Preformacionismo; la teoría de Weissman establecía “determinantes”, que supuestamente hacían crecer al organismo dentro del embrión. Este es el antecesor de la actual Idea de Programación Genética, la cual constituye otro resurgimiento del Preformacionismo bajo un disfraz moderno.

Como veremos, este modelo no funciona demasiado bien. Se supone que el programa genético es idéntico al ADN, el compuesto químico genético. La información genética está codificada en el ADN y este código forma el programa genético. Pero un salto tal requiere proyectar sobre el ADN propiedades que realmente no posee. Sabemos lo que hace el ADN: codifica las proteínas; codifica la secuencia de aminoácidos que forman las proteínas. No obstante, existe una gran diferencia entre codificar la estructura de una proteína –un constituyente químico del organismo– y programar el desarrollo de un organismo entero. Es la diferencia entre fabricar ladrillos y construir una casa con esos ladrillos. Necesitas los ladrillos para construir la casa. Si tienes ladrillos defectuosos, la casa será defectuosa. Pero el plano de la casa no está contenido en los ladrillos, o en el mallado de alambre, o en las vigas, o el cemento.

Análogamente, el ADN sólo codifica los materiales a partir de los cuales el cuerpo es construido: las enzimas, las proteínas estructurales, etcétera. No hay evidencia de que también codifique el plano, la forma, la morfología del cuerpo. Para ver esto más claramente, piense en sus brazos y piernas. La forma de los brazos y las piernas es diferente; es obvio que tienen una forma diferente entre sí. Sin embargo, los compuestos químicos de los brazos y las piernas son idénticos. Los músculos son los mismos, las células nerviosas son las mismas, las células de la piel son las mismas, y el ADN es el mismo en todas las células de los brazos y de las piernas. De hecho, el ADN es el mismo en todas las células del cuerpo. Sólo el ADN no puede explicar la diferencia de Forma; se necesita algo más para explicar la Forma.

En la Biología Mecanicista actual, se suele asumir que esto depende de lo que se llama “patrones complejos de interacción físico-química no comprendidos plenamente todavía.” Así, la Teoría Mecanicista actual no constituye una explicación sino meramente la promesa de una explicación. Es lo que Sir Karl Popper ha llamado un “mecanismo promisorio”; implica emitir pagarés para futuras explicaciones que todavía no existen. Como tal, no es realmente un argumento objetivo; es meramente una declaración de fe.


¿QUÉ SON LOS CAMPOS MÓRFICOS?

La cuestión del desarrollo biológico, de la Morfogénesis, está actualmente bastante abierta y es tema de mucho debate dentro de la propia biología. Una alternativa al Enfoque Mecanicista/Reduccionista, que ha estado dando vueltas desde el 1920 es la idea de Campos Morfogenéticos (Moduladores de Forma). En este modelo, los organismos que crecen están modulados por Campos que están tanto dentro como alrededor de ellos, Campos que contienen, como si se dijera, la Forma del organismo. Esto se encuentra más próximo a la Tradición Aristotélica que a cualquiera de los otros enfoques tradicionales. Según va desarrollándose un Roble, la Bellota está asociada con un Campo de Roble, una estructura organizadora invisible que organiza el desarrollo del Roble; es como un molde del Roble, dentro del cual crece el organismo que se desarrolla.

Un hecho que conduce al desarrollo de esta Teoría es la notable habilidad que poseen los organismos para reparar los daños. Si cortas un árbol en pequeños pedazos, cada pedacito, tratado convenientemente, puede crecer como un nuevo árbol. De modo que a partir de un diminuto fragmento, puedes obtener una totalidad. Las máquinas no hacen eso; no tienen este poder de permanecer íntegras si retiras partes de ellas. Pica un ordenador en pedacitos y todo lo que obtienes es un ordenador roto. No se regenera en la forma de montones de pequeños ordenadores. Pero si cortas un gusano platelminto en pedacitos, cada pedazo puede crecer como un nuevo platelminto.

Otra analogía es la del imán. Si partes un imán en pedacitos, obtienes montones de pequeños imanes, cada uno con su Campo Magnético completo. Esta es una propiedad holística que poseen los Campos y que no tienen los sistemas mecánicos, a no ser que estén asociados a Campos. Otro ejemplo más todavía es el holograma, cualquier parte del cual contiene la totalidad. Un Holograma está basado en patrones de interferencia en el interior de Campos Electromagnéticos. Los Campos tienen así una propiedad holística que resultaba muy atractiva para los biólogos que desarrollaron este concepto de Campos Morfogenéticos.

Cada especie tiene sus propios Campos, y en el interior de cada organismo existen Campos dentro de Campos. Dentro de cada uno de nosotros está el Campo de todo el cuerpo; Campos para los brazos y piernas y Campos para los riñones e hígados; en el interior hay Campos para los diferentes tejidos dentro de estos órganos, y después Campos para las células, y Campos para las estructuras subcelulares, y Campos para las moléculas, etcétera. Existe una serie entera de Campos dentro de Campos. La esencia de esta hipótesis que estoy proponiendo es que estos Campos, que están ya aceptados bastante ampliamente dentro de la Biología, poseen una especie de memoria inherente que se deriva de formas previas de un tipo similar. El Campo del hígado está modulado por las formas de hígados anteriores y el Campo del Roble por las Formas y Organización de Robles anteriores. A través de estos Robles, mediante un proceso llamado resonancia mórfica, la influencia de lo similar sobre lo similar, existe una conexión entre Campos similares. Esto significa que la Estructura de Campos tiene una memoria acumulativa, basada en lo que le ha ocurrido a la Especie en el pasado. Esta idea se aplica no solo a los organismos vivos sino también a moléculas proteicas, cristales e incluso a átomos. En el Reino de los Cristales, por ejemplo, la teoría diría que la forma que adopta un cristal depende de su Campo Mórfico característico.

Campo Mórfico es un término más amplio que incluye los Campos tanto de forma como de comportamiento. De aquí en adelante, usaré la palabra Campo Mórfico en lugar de “morfogenético”.


QUÍMICOS BARBUDOS E ITINERANTES

Si sintetizas un nuevo compuesto y lo cristalizas, la primera vez no existirá un Campo Mórfico para él. Por lo tanto, puede ser muy difícil que cristalice; tendrás que esperar a que emerja un Campo Mórfico. Sin embargo, la segunda vez, incluso si lo sintetizas en alguna otra parte del mundo, habrá una influencia por parte de la primera cristalización, de modo que debería cristalizar un poco más fácilmente. La tercera vez habrá una influencia de las primera y segunda, y así sucesivamente. Debido a la influencia acumulativa de los cristales previos, cuanto más frecuentemente sea cristalizado dicho compuesto, debería resultar cada vez más fácil cristalizarlo. Y, de hecho, esto es exactamente lo que ocurre. Los químicos de síntesis observan que los nuevos compuestos son generalmente muy difíciles de cristalizar. Pero según avanza el tiempo, generalmente se consiguen cristalizar con mayor facilidad en todo el mundo. La explicación convencional es que esto ocurre porque fragmentos de cristales previos [que actuarían como nuevos núcleos de cristalización] son trasportados de laboratorio en laboratorio en las barbas de químicos itinerantes. Y cuando no ha habido ningún químico itinerante, se asume entonces que los fragmentos flotan en la atmósfera como microscópicas partículas de polvo.

Quizá los químicos itinerantes transportan efectivamente fragmentos sobre sus barbas y quizá partículas de polvo pululan de hecho por la atmósfera. Sin embargo, si uno mide en diferentes partes del mundo el ritmo de cristalización bajo rigurosas condiciones de control y en recipientes sellados, todavía debería observar un ritmo acelerado de cristalización. Este experimento aún no ha sido realizado. Pero un experimento relacionado con los ritmos de las reacciones químicas de nuevos procesos de síntesis está siendo considerado en el presente por una gran compañía química en Gran Bretaña. Y es que, si estas cosas ocurren, sus consecuencias para la industria química son harto importantes.


UNA NUEVA CIENCIA DE LA VIDA

Existe un gran número de experimentos que pueden realizarse en el Campo de la Forma Biológica y el Desarrollo de la Forma. En consecuencia, se aplican los mismos Principios al Comportamiento, las Formas de Comportamiento y los Patrones de Comportamiento. Considérese la hipótesis de que si se entrenan ratas para que aprendan un nuevo truco en Santa Bárbara, entonces ratas a todo lo largo y ancho y del mundo deberían ser capaces de aprender a hacer el mismo truco más rápidamente, simplemente porque las ratas de Santa Bárbara lo han aprendido. Este nuevo patrón de aprendizaje estará, como si dijéramos, en la memoria colectiva de las ratas, en el Campo Mórfico de las ratas, con el que otras ratas pueden sintonizar por Resonancia Mórfica, simplemente porque son ratas y porque están en circunstancias similares. Puede parecer poco probable, pero este tipo de cosas ocurre o no ocurre.

Entre el vasto número de artículos sobre la psicología de las ratas que hayamos en los archivos de experimentos, hay cierto número de ejemplos experimentales en los cuales los investigadores han monitorizado de hecho ritmos de aprendizaje a lo largo del tiempo y han descubierto misteriosos incrementos. En mi libro Una Nueva Ciencia de la Vida [A New Science of Life], describo una serie tal de experimentos, que se extendió por un período de 50 años. Un experimento empezado en Harvard y luego continuado en Escocia y Australia, demostró que las ratas incrementaron su ritmo de aprendizaje más de diez veces. Se trata de un fenómeno enorme, no de algún resultado marginal estadísticamente significativo. Este ritmo mejorado de aprendizaje ocurrió en situaciones de aprendizaje idénticas, en estas tres localizaciones separadas y en todas las ratas de la misma raza, no sólo en ratas descendientes de padres entrenados.

Existen otros ejemplos de difusión espontánea de nuevos hábitos en animales y aves, que proporcionan al menos evidencia circunstancial de la Teoría de Resonancia Mórfica. El mejor documentado de éstos lo constituye el comportamiento de los Herrerillos azules, un pequeño pájaro de cabeza azulada común en toda Gran Bretaña. Todavía hoy se reparte leche fresca de puerta en puerta cada mañana en Gran Bretaña. Hasta alrededor del año 1950, los tapones de las botellas de leche se hacían de cartón. En 1921, en Southampton, se observó un extraño fenómeno. Cuando la gente salía por la mañana a recoger sus botellas de leche, encontraba pequeños trozos de cartulina todo en rededor de la base de la botella, y que la crema de la parte superior de la botella había desaparecido. Una observación más estrecha reveló que esto era causado por los Herrerillos azules, los cuales se sentaban sobre la boca de la botella, extraían la cartulina con sus picos, y después bebían la crema. ¡Incluso se dieron varios casos trágicos en los que Herrerillos azules fueron descubiertos ahogados con la cabeza en la leche!

Este incidente produjo un considerable interés. El hecho apareció entonces en otro lugar de Gran Bretaña, a cerca de 50 millas de distancia; y después en algún otro lugar a 100 millas de distancia. Fuere cuando fuere que comenzara el fenómeno de los Herrerillos azules, empezó a extenderse localmente, presumiblemente por imitación. Sin embargo, los Herrerillos azules son criaturas muy hogareñas, y normalmente no viajan más de cuatro o cinco millas. Por lo tanto, la diseminación del comportamiento a lo largo de grandes distancias sólo podía explicarse en términos de un descubrimiento independiente del hábito.

El hábito del Herrerillo azul fue cartografiado a lo largo y ancho de Gran Bretaña hasta 1947. Para entonces se había vuelto más o menos universal. Las personas que realizaron el estudio llegaron a la conclusión de que debió ser “inventado” de manera independiente por lo menos 50 veces. Aún más, el ritmo de extensión del hábito se aceleró con el paso del tiempo. En otros lugares de Europa donde las botellas de leche son repartidas al pie de las escaleras de las casas, tales como Escandinavia y Holanda, el hábito también afloró durante los años 1930, extendiéndose de una manera similar. He aquí un modelo de comportamiento que se extendió de un modo tal que parecía acelerarse con el tiempo, y que podría proporcionar un ejemplo de Resonancia Mórfica.

Pero existe una evidencia aún más fuerte de la Resonancia Mórfica. Debido a la ocupación alemana de Holanda, el reparto de leche cesó durante 1939-40. Los repartos no se reanudaron hasta 1948. Como los Herrerillos azules suelen vivir sólo dos o tres años, probablemente no quedaban Herrerillos azules vivos en 1948 que habían vivido en la época en que la leche fue repartida por última vez. Sin embargo, en cuanto se retomó el reparto de leche en 1948, la apertura de botellas de leche por los Herrerillos azules surgió rápidamente en lugares bastante separados de Holanda, extendiéndose de manera extremadamente rápida hasta que, en uno o dos años, era una vez más universal. Tal comportamiento se difundió con mucha más rapidez, y surgió independientemente con una frecuencia mucho mayor, la segunda vez que la primera. Este ejemplo prueba la propagación evolutiva de un nuevo hábito que probablemente no es genética sino que depende más bien de una especie de Memoria Colectiva debida a la Resonancia Mórfica.


Lo que estoy sugiriendo es que la herencia no depende sólo del ADN, el cual permite a los organismos construir los bloques constructivos químicos –las proteínas–, sino también de la Resonancia Mórfica. La herencia tiene así dos aspectos: uno, una herencia genética que da cuenta de la herencia de las proteínas mediante el control de la síntesis proteica por parte del ADN; el segundo, una forma de herencia basada en los Campos Mórficos y la Resonancia Mórfica, que es no-genética y que se hereda directamente de los miembros pasados de la Especie. Este último mecanismo de herencia está relacionado con la Organización de Forma y Comportamiento.





LA ALEGORÍA DEL APARATO DE TELEVISIÓN


Las diferencias y conexiones entre estas dos formas de herencia se vuelven más fáciles de comprender si consideramos la analogía de la televisión. Piensa en las imágenes de la pantalla como la Forma, objeto de nuestro interés. Si no supieras cómo surgió la Forma [las imágenes], la explicación más obvia sería que dentro del aparato había personitas cuyas sombras estabas viendo proyectadas en la pantalla. Los niños piensan a menudo de esta manera. Si apartas la tapa del aparato, y miras dentro, encuentras que allí no hay personitas. Después podrías ser más sutil y especular con que las personitas son microscópicas y están de hecho dentro de los cables del aparato de TV. Pero si miras los cables a través de un microscopio, tampoco allí puedes encontrar ninguna personita.

Podrías volverte todavía más sutil y proponer que las personas diminutas de la pantalla surgen de hecho a través de una “compleja interacción entre partes del aparato que no se comprenden completamente todavía”. Podrías pensar que esta teoría sería probada si cortaras unos pocos transistores del aparato. La gente desaparecería. Si repusieras los transistores, volverían a aparecer. Esto podría proporcionar evidencia convincente de que las imágenes surgen de dentro del aparato, y enteramente sobre la base de una interacción interna.

Supón que alguien sugiriera que las imágenes de las personitas vienen del exterior del aparato, y que el aparato toma las imágenes como resultado de vibraciones invisibles a las que el aparato está sintonizado. Esto sonaría probablemente como una explicación muy oculta y mística. Podrías negar que nada llega al interior del aparato. Podrías incluso “probarlo” pesando el aparato apagado y encendido; pesaría lo mismo. Por lo tanto, podrías concluir que nada está entrando al aparato.

Creo que ésta es la posición de la Biología Moderna, que intenta explicar todo en términos de lo que ocurre en el interior. Cuanto más explicaciones para la forma se buscan en el interior, tanto más elusivas prueban ser dichas explicaciones, y tanto más se adscriben a interacciones incluso más sutiles y complejas, lo cual siempre elude toda investigación. Tal y como estoy sugiriendo, las formas y patrones de comportamiento son de hecho sintonizadas dentro por conexiones invisibles que surgen fuera del organismo. El desarrollo de la forma es un resultado de, tanto la organización interna del organismo como la interacción de los Campos Mórficos a los que está sintonizado.

Las mutaciones genéticas pueden afectar a este desarrollo. Piénsese de nuevo en el aparato de TV. Si mutamos un transistor o un condensador dentro del aparato, puedes obtener imágenes o sonidos distorsionados. Pero esto no prueba que las imágenes y el sonido estén programados por estos componentes. Ni tampoco prueba que estén programadas por los genes, si encontramos que hay alteraciones de forma y comportamiento como resultado de una mutación genética la Forma y el Comportamiento.

Existe otro tipo de mutación que es particularmente interesante. Imagina una mutación en el circuito de sintonización de tu aparato, tal que altera la frecuencia de resonancia del circuito de sintonización. El sintonizar tu TV depende de un fenómeno de resonancia: el sintonizador resuena a la misma frecuencia que la de la señal transmitida por las diferentes estaciones. Así los diales de sintonización se miden en hertzios, que es una medida de frecuencia. Imagina una mutación en el sistema de sintonización de manera tal que sintonizas un canal y en realidad aparece otro. Podrías rastrear la Causa hasta llegar a un solo condensador o una sola resistencia que habría sufrido una mutación. Pero no sería válido concluir de ahí que los nuevos programas que estás viendo, las diferentes personas, las diferentes películas y anuncios, están programados dentro del componente que ha cambiado. Ni prueba tampoco que la Forma y el Comportamiento estén programados en el ADN cuando las mutaciones genéticas conducen a cambios en la Forma y el Comportamiento. El supuesto habitual es que si puedes ver que algo se altera como resultado de una mutación, entonces eso debe estar programado por, o controlado por, o determinado por, un gen. Espero que esta analogía de la TV deje claro que ésta no es la única conclusión. Podría ocurrir que estuviera afectando al sistema de sintonización.





UNA NUEVA TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN


Se está realizando un trabajo ingente en la investigación biológica contemporánea sobre dichas mutaciones “de sintonización” (formalmente llamadas mutaciones homeóticas). El animal más usado en tales investigaciones es la Drosophila, la mosca de la fruta. Se ha encontrado que todo un rango de mutaciones produce varias monstruosidades. Un tipo de éstas, llamado antennapedia, lleva a que las antenas se transformen en patas. Las desafortunadas moscas, que contienen sólo un gen alterado, producen patas que crecen hacia fuera de sus cabezas en lugar de antenas. Existe otra mutación que lleva al segundo o tercer par de patas de la Drosophila a transformarse en antenas. Normalmente las moscas tienen un par de alas y, en el segmento posterior a éstas hay unos pequeños órganos equilibradores llamados cabestros. Otra mutación conduce a que el segmento que normalmente porta los cabestros se transforme en un duplicado del primer segmento, de manera que estas moscas tienen cuatro alas en lugar de dos. Se les llama mutantes bitorácicas.

Todas estas mutaciones dependen de genes individuales. Propongo que estas mutaciones de los genes individuales alteran de algún modo la sintonización de una parte del tejido embrionario, de tal forma que sintonizan con un Campo Mórfico diferente del que normalmente sintonizarían, surgiendo así un conjunto diferente de estructuras; justo como sintonizar un canal diferente de TV.

A partir de estas analogías, uno puede ver cómo tanto la Genética como la Resonancia Mórfica están involucrados en la herencia. Por supuesto, una nueva Teoría de la Herencia conduce a una nueva Teoría de la Evolución. Al día presente, la Teoría Evolucionista está basada en el supuesto de que virtualmente toda herencia es genética. La Sociobiología y el neodarwinismo en todas sus variantes se basan en la Selección Genética, la frecuencia genética, etcétera. La Teoría de la Resonancia Mórfica conduce a una visión mucho más amplia que permite una vez más tomar seriamente una de las grandes herejías de la biología, a saber, la idea de la herencia de características adquiridas. Los comportamientos que aprenden los organismos, o las formas que desarrollan, pueden ser heredados por otros, incluso si no descienden de los organismos originales, por Resonancia Mórfica.



UN NUEVO CONCEPTO DE MEMORIA

Cuando consideramos la memoria, esta hipótesis conduce a una aproximación muy diferente de la tradicional. El concepto clave de Resonancia Mórfica es que cosas similares influyen sobre cosas similares a través del Espacio y el Tiempo. El grado de influencia depende del grado de similitud. La mayoría de los organismos son más similares a ellos mismos en el pasado de lo que lo son a cualquier otro organismo. Yo soy más similar a mí mismo hace cinco minutos que lo que lo soy a ti; todos nosotros somos más como nosotros en el pasado que cualquier otro. Lo mismo es cierto para cualquier otro organismo. Esta auto-resonancia con los estados pasados de un mismo organismo en el ámbito de la forma ayuda a estabilizar los Campos Morfogenéticos, a estabilizar la Forma del organismo, incluso aunque los constituyentes químicos de las células estén funcionando y cambiando. Los patrones habituales de comportamiento también son sintonizados por el proceso de auto-resonancia. Si comienzo montando en bicicleta, por ejemplo, el patrón de actividad de mi sistema nervioso y mis músculos, en respuesta a mantener el equilibrio sobre la bicicleta, me sintoniza inmediatamente por similitud a todas las ocasiones previas en las que he montado en bicicleta. Esta experiencia de montar en bicicleta se da por Resonancia Mórfica acumulativa con todas esas ocasiones pasadas. No es una memoria verbal o intelectual; es una memoria corporal de montar en bicicleta.

Esto también se aplicaría a mi memoria de hechos reales: lo que hice ayer en Los Ángeles o el año pasado en Inglaterra. Cuando pienso en estos sucesos particulares, estoy sintonizando con las ocasiones en las que estos sucesos ocurrieron. Existe una conexión causal directa a través del proceso de sintonización. Si esta hipótesis es correcta, no es necesario asumir que los recuerdos están almacenados en el cerebro.


EL MISTERIO DE LA MENTE

Todos nosotros hemos crecido con la idea de que los recuerdos están almacenados en el cerebro. Usamos la palabra “cerebro” de manera intercambiable con “mente” o “memoria”. Estoy sugiriendo que el cerebro es más como un sistema de sintonización que un dispositivo de almacenamiento de memoria. Uno de los argumentos principales para la localización de la memoria en el cerebro es el hecho de que ciertos tipos de daño cerebral pueden conducir a una pérdida de memoria. Si el cerebro es dañado en un accidente de coche y alguien pierde la memoria, entonces la suposición obvia es que el tejido de la memoria ha debido ser destruido. Pero esto no es necesariamente así.

Considérese de nuevo la analogía de la TV. Si dañara tu aparato de TV para que fueras incapaz de recibir ciertos canales, o si hiciera enmudecer al aparato de TV mediante la destrucción de la parte relacionada con la producción de sonido a fin de que todavía pudieras recibir imágenes pero no sonido, esto no probaría que el sonido o las imágenes estaban almacenadas dentro del aparato de TV. Meramente demostraría que yo había afectado el sistema de sintonización para que tú no pudieras ya recibir la señal correcta. La pérdida de memoria por daño cerebral no prueba ya que la memoria esté almacenada dentro del cerebro. De hecho, la mayor parte de la memoria perdida es temporal: la amnesia que sigue a una conmoción, por ejemplo, es a menudo temporal. Esta recuperación de memoria es muy difícil de explicar en términos de teorías convencionales: si los recuerdos han sido destruidos porque el tejido de memoria ha sido destruido, no deberían regresar de nuevo; y sin embargo a menudo lo hacen.

Los experimentos sobre Estimulación Eléctrica del Cerebro por Wilder Penfield y otros sugieren otro argumento a favor de la localización de la memoria en el interior del cerebro. Penfield estimuló los lóbulos temporales de los cerebros de pacientes epilépticos y encontró que algunos de estos estímulos podían provocar respuestas vívidas que los pacientes interpretaban como recuerdos de cosas que habían hecho en el pasado. Penfield supuso que, de hecho, estaba estimulando recuerdos que estaban almacenados en el córtex. Volviendo de nuevo a la analogía de la TV, si estimulara el circuito de sintonización de tu aparato de TV y saltara a otro canal, esto no probaría que la información estaba almacenada dentro del circuito de sintonización. Es interesante que, en su último libro, The Mistery of the Mind [El Misterio de la Mente], el propio Penfield abandonaba la idea de que los experimentos probaban que la memoria estaba dentro del cerebro. Y llegaba a la conclusión de que la memoria no estaba almacenada en absoluto en el córtex.

Ha habido muchos intentos de localizar trazas de memoria en el interior del cerebro, el más conocido de los cuales fue realizado por Kart Lashley, el gran neurofisiólogo estadounidense. Entrenó ratas para que aprendieran trucos, después cortó pedazos de sus cerebros para determinar si las ratas todavía podían hacer trucos. Para su asombro, encontró que podía retirar más del cincuenta por ciento del cerebro –cualquier 50%– y no había virtualmente ningún efecto en la retención de este aprendizaje. Cuando retiró todo el cerebro, las ratas no podían realizar ya los trucos, así que concluyó que el cerebro era necesario de algún modo a la ejecución de la tarea, lo cual no es precisamente una conclusión muy sorprendente. Lo que fue sorprendente fue cuánto del cerebro podía suprimir sin afectar a la memoria.

Otros investigadores han encontrado resultados similares incluso con invertebrados como el Pulpo. Esto condujo a un experimentador a especular con que la memoria estaba tanto en cualquier sitio como en ninguno en particular. El mismo Lashley concluyó que los recuerdos están almacenados de una manera distribuida por todo el cerebro, ya que no pudo encontrar las trazas de memoria que requería la teoría clásica. Su estudiante, Karl Pribram, extendió esta idea con la Teoría Holográfica del Almacenamiento de Memoria: la memoria es como una imagen holográfica, almacenada como un patrón de interferencia por todo el cerebro.

Lo que Lashley y Pribram (al menos en alguno de sus escritos) no parecen haber considerado es la posibilidad de que los recuerdos pueden no estar almacenados en el cerebro en absoluto. La idea de que no están almacenados en el interior del cerebro es más consistente con los datos disponibles que con las teorías convencionales o la Teoría Holográfica.

Han surgido muchas dificultades al tratar de localizar el almacenamiento de memoria en el cerebro; en parte porque el cerebro es mucho más dinámico de lo que previamente se pensaba. Si el cerebro está para servir como almacén de memoria, entonces el Sistema de Almacenamiento tendría que permanecer estable; sin embargo ahora se sabe que las células nerviosas funcionan mucho más rápidamente de lo que se pensaba previamente. Todas las sustancias químicas en las sinapsis y las estructuras nerviosas y moleculares están funcionando y cambiando todo el tiempo. Con un cerebro muy dinámico, es difícil ver como se almacenan los recuerdos.

Hay también un problema lógico, que varios filósofos han señalado, con las Teorías convencionales de Almacenamiento de Memoria. Todas las Teorías Convencionales asumen que los recuerdos están de alguna forma codificados y localizados en una Memoria almacenada en el cerebro. Cuando son necesarias son recuperadas por un Sistema de Recuperación. A esto se le llama Modelo de Codificación, Almacenaje y Recuperación. No obstante, para que un Sistema de Recuperación recupere algo, debe saber lo que quiere recuperar; un Sistema de Recuperación de Memoria debe saber lo que la Memoria está buscando. Así debe ser posible reconocer el recuerdo que está intentando recuperar. A fin de reconocerlo, el propio Sistema de Recuperación debe tener algún tipo de memoria. Por lo tanto, el Sistema de Recuperación debe tener un Sistema de Sub-Recuperación para recuperar sus recuerdos de su almacén. Esto conduce a una regresión infinita. Varios filósofos argumentan que éste es un fallo lógico fatal en cualquier Teoría Convencional sobre el Almacenamiento de Memoria. Sin embargo, en general, los teóricos de la memoria no están demasiado interesados en lo que dicen los filósofos, así que no se molestan en replicar a este argumento. Sin embargo, a mí me parece en verdad bastante poderoso.

Al considerar la Teoría de la Resonancia Mórfica de la Memoria, podríamos preguntar: si sintonizamos con nuestras propios recuerdos, entonces ¿Por qué no sintonizamos también con los de otras personas? Creo que lo hacemos, y toda la base del enfoque que estoy sugiriendo es que hay una memoria colectiva con la que todos nosotros estamos sintonizados, la cual conforma un trasfondo contra el cual se desarrolla nuestra experiencia y contra el cual se desarrollan nuestros recuerdos individuales. Este concepto es muy similar a la noción de Memoria Colectiva.

Jung pensaba en la memoria inconsciente como una memoria colectiva: la memoria colectiva de la humanidad. Pensaba que la gente estaría más sintonizada con miembros de su propia familia y raza y grupo social y cultural, pero que no obstante habría una resonancia de fondo de toda la humanidad: una experiencia común o promediada de cosas básicas que toda la gente experimenta (e.g. la conducta materna y varios patrones sociales y estructuras de experiencia y pensamiento). No sería tanto una memoria de personas particulares del pasado como un promedio de las Formas Básicas de las Estructuras de Memoria; estos son los Arquetipos. La noción de Jung de Inconsciente Colectivo tiene extremadamente buen sentido en el contexto del enfoque general que estoy avanzando. La Teoría de la Resonancia Mórfica conduce a una reafirmación radical del concepto junguiano de Inconsciente Colectivo.

Esto necesita ser reafirmado porque el contexto mecanicista corriente de la Biología, la Medicina y la Psicología convencional niega que pueda haber una cosa tal como el Inconsciente Colectivo El concepto de una memoria colectiva de una raza o una especie ha sido excluido incluso como posibilidad teórica. De acuerdo a la teoría convencional, no puedes tener ninguna herencia de características adquiridas; sólo puedes tener una herencia de mutaciones genéticas. Según las premisas de la biología convencional, no habría modo de que las Experiencias y Mitos de, por ejemplo, las tribus africanas, tuvieran alguna influencia en los sueños de alguien de descendencia no africana en Suiza; lo cual era el tipo de cosa que Jung pensaba que de hecho ocurría. Desde el punto de vista convencional, esto es bastante imposible, y es la razón por la que la mayoría de biólogos y otros expertos dentro de la corriente dominante de la Ciencia no toman en serio la idea de Inconsciente Colectivo. Se la considera una idea rara y alternativa que puede tener algún valor poético como una especie de metáfora, pero que no tiene ninguna relevancia para la Ciencia propiamente dicha, ya que es un concepto completamente insostenible desde el punto de vista de la biología normal.

La aproximación que estoy proponiendo es muy similar a la idea junguiana de Inconsciente Colectivo. La diferencia principal es que la idea de Jung se aplicaba principalmente a la experiencia humana y a la memoria colectiva humana. Lo que estoy sugiriendo es que un principio muy similar opera en todo el Universo, no sólo en los seres humanos. Si el tipo de cambio radical de paradigma del que estoy hablando sigue adelante dentro de la Biología –si la hipótesis de Resonancia Mórfica es siquiera aproximadamente correcta– entonces la idea de Jung de Inconsciente Colectivo se convertiría en una idea dominante: los Campos Morfogenéticos y el concepto de Inconsciente Colectivo cambiarían completamente el contexto de la moderna Psicología.



Diagramación & DG: Pachakamakin

5.04.2012

SOBRE EL ENTUSIASMO


Por Eric Laurent 
Traducción: Miquel Bassols i Puig [*]


El entusiasmo es un modo de relación con lo Uno, indica Jámblico. En sus Misterios de Egipto, efectivamente, trató mucho sobre el entusiasmo, entusiasmo que debían alcanzar aquellos que se presentaban en los Misterios. Jámblico era un sirio que permaneció prácticamente desconocido en Occidente. El éxito de Jámblico empieza cuando es traducido por Marsilio Ficino, en el taller de traducción financiado por los Medicis. Dicho texto insiste, a partir de Platón, en la convocación divina: no se trata de discurrir sobre Dios sino de actuar sobre Dios. No de la teología sino de la teúrgia. Convocar a Dios para participar de esta existencia y forma Uno. En la tercera parte de los Misterios de Egipto, encontramos lo siguiente:
“No basta con aprenderlos [los discernimientos de los dioses]. No se llegaría a ser consumado en ciencia divina si uno se contentara con saberlos. Hace falta conocer también qué es el entusiasmo y cómo se produce. No es pura simplemente un éxtasis, es un ascenso y una transferencia hacia el género superior, mientras que el frenesí y el éxtasis manifiestan también una inversión hacia lo inferior (…) Lo más importante es que los verdaderos entusiastas están totalmente poseídos por lo divino.”
¿Es a un entusiasmo de este tipo al que Lacan se refiere cuando habla de aquellos postulantes al misterio analítico que, después de haber discurrido y de haberse obligado a los logoi, se introducirían finalmente al acto y empezarían a convocar a lo Uno hasta llenarse de él?

Los poseídos por lo Uno, los entusiastas del psicoanálisis, es así como Lacan nombraba, en 1976, aquello que se produce al final del análisis cuando se llega a preferir, ante todo, el inconsciente. Preferir el inconsciente ante todo es una manera de ser entusiasta de lo Uno. A ello Lacan respondió con un único remedio: el contrapsicoanálisis.

No creo, pues, que el final de un análisis sea comparable a la locura divina, a la manía de Platón, retomada por Jámblico como técnica del entusiasmo. No creo que sea este entusiasmo al que apuntaba Lacan. Estaría más cerca de aquel del que habla Lyotard en su libro El entusiasmo-La crítica kantiana de la Historia. Hace referencia en él a un punto de un texto de Kant que se titula Los conflictos de las Facultades. Se trata, como es sabido, de un conflicto con la Facultad del Derecho cuyos profesantes sostenían que no hay progreso alguno en este mundo, que tanto da, que sólo hay arreglos más o menos buenos. En dicho texto, escrito en 1795, Kant toma el ejemplo de la Revolución francesa. Dice lo siguiente:
“La revolución de un pueblo espiritualmente rico como la que hemos visto producirse en nuestros días, tanto puede tener éxito como fracasar. Puede muy bien verse llena de miserias y de atrocidades, hasta el punto que un hombre reflexivo, si pudiera, al iniciarla por segunda vez, esperar llevarla a cabo con éxito, nunca se decidiría con todo a intentar la experiencia a tal precio. Esta revolución, digo, encuentra sin embargo en los espíritus de todos los espectadores que no han estado implicados ellos mismos en este juego, una toma de posición a nivel de sus anhelos que confina con el entusiasmo y cuya exteriorización misma implicaba un peligro. Toma de posición, pues, que no puede tener otra causa que una disposición moral en la especie humana.”
Veamos el razonamiento de Kant. Para decir que hay algo mejor en la historia, muestra que se producen acontecimientos que hacen que aquel que no participa en ellos quede captado por el entusiasmo. Aquel que no participa es el espectador, es decir, aquel del que no puede sospecharse ningún interés patológico. Está, sin embargo, captado por el entusiasmo, captado en el acontecimiento “según el deseo”. Esto demuestra que hay en el hombre esta disposición moral que el político realista niega, rechazando así la Facultad del Derecho. Y creo que el entusiasmo al que se refiere Lacan no es el de Jámblico sino el de Kant en este texto del Conflicto de las Facultades. ¿Qué es el entusiasmo? Es “aquello sin lo que no puede hacerse nada grande”. Es lo que dice Kant en su Crítica de la facultad de juzgar. “Es un afecto –dice- de tipo vigoroso”.

Esto surge de lo sublime, modo de sentir, en el sentido en que lo emplea Lacan. Kant nos introduce a este punto del siguiente modo: “Lo sublime es un objeto que prepara al espíritu para pensar la imposibilidad de alcanzar la naturaleza en tanto que presentación de las idea”. Hay discordancia. Y Kant prosigue: “La satisfacción obtenida en lo sublime de la naturaleza sólo es negativa”. De hecho, “este sentimiento es -dice- el sacrificio o el expolio de los poderes de la imaginación”. No encuentra nada con lo que ligarse. La imaginación, si bien no encuentra nada con lo que pueda ligarse más allá de lo sensible, se siente con todo ilimitada a causa de la desaparición de sus límites. Y esta abstracción es, por decirlo así, una presentación de lo infinito. Lo bello es todo lo contrario. Lo bello consiste en captar en la naturaleza una forma, una forma limitada que llegue a imponerse como un punto de detención. Con lo sublime, ningún objeto llegará, propiamente hablando, a responder, a detener el juicio por medio de una forma bella. De ahí ese gusto especial, que apareció en el siglo XVIII, por subir a las montañas, gusto que el romanticismo desencadenará.

Lo que Kant encuentra tranquilizador en el entusiasmo sublime es que aquella presentación pura, simplemente negativa, no implica “ningún peligro de Schwärmerei (exaltación) que es una ilusión que consiste en ver algo fuera de todos los límites de la sensibilidad”. Lo que para Kant es tranquilizador en el entusiasmo es que pueda percibirse perfectamente que, una vez sobrepasados los límites, ya no hay más límites. La ilusión consiste en creer que sobrepasados los límites haya un límite. Es lo que Kant denomina “querer soñar según principios, delirar con la razón”. Vemos así la gran ventaja del entusiasmo: con él no se delira con la razón.

Retomemos el ejemplo de la Revolución francesa. Existe el caos. Es efectivo. Nadie sabe cómo van a circular los poderes desencadenados por la revolución. Eso terminará, probablemente, como Burke presiente, con un dictador militar. Pero por el momento esta forma es caótica. No se trata ni de lo bello ni del bien. No es una forma que se imponga. Es evidente que implica los horrores suficientes para que no sea del orden de la bella utopía. Y bien, esto provoca una participación que puede producirse con lo ilimitado del caos. Esta participación implica un gozo. ¿Cuál es este gozo? Es descubrir que incluso lo que se presiente como enorme en el mundo será, de hecho, siempre pequeño en comparación con las ideas de la razón. El desorden que no tiene figura empieza de hecho a evocar “la función del sujeto que es precisamente la de ofrecer una presentación para lo impresentable”. Cito aquí un pasaje de Lyotard que, curiosamente, detesta tanto la idea de sujeto en Lacan. El entusiasmo es, pues, un afecto que denota una relación del sujeto con el saber, con lo presentable.

Tal vez ahora podamos comprender mejor de qué forma se opone a otro afecto del saber: la beatitud.

Lacan hace referencia a esta beatitud en el “procedimiento para el pase”, publicado en el nº 37 de Ornicar? Sitúa ahí el AE (Analista de la École) tal como él lo desea: no retrocede ante los términos de virtud, de coraje. Y opone a ello la beatitud: “El acceso, a la posición equivalente a lo que se llama en otras partes un didacta, ya no se pierde en el tiempo recobrado de la beatitud. Antes bien, incluso está muy lejos de implicarla”. Jacques-Alain Miller subrayó esta oposición entre entusiasmo y beatitud; volvemos a encontrarla aquí. No me parece ahora infundado citar el entusiasmo de la carta a los italianos, de ese texto sobre el AE según los deseos de Lacan, y oponerlo a la beatitud del didacta tipo IPA (International Psychoanalytic Association). Beatitud es un término que fue introducido en Situación del Psicoanalista en 1956, página 460 de los Escritos: “…Beatitudes, tomando este nombre de las sectas estoica y epicúrea de las que es sabido que se proponían como fin alcanzar la satisfacción de la suficiencia”. ¿Qué es lo que querían, los Estoicos y los Epicúreos? Querían la ataraxia. Sobre este punto, no se distinguen el ideal estoico y el ideal epicúreo.

Esta beatitud se deslizó enseguida al mundo cristiano para convertirse en la felicidad eterna de que disfruta el hombre que goza de la visión de Dios. Se convirtió en un título de obispo, aparentemente reservado a los obispos de Oriente. Es sólo a partir de cierta fecha –no he encontrado la fecha exacta– que también pudo llamarse así al papa. Péguy, en los Misterios de la caridad de Juana de Arco, observa lo siguiente: “Es entonces (en la beatitud) cuando no tendríamos nada más que decir porque estaríamos en el reino donde ya no se dice nada”. Lacan toma este término de beatitud en la expresión “… en el tiempo recobrado de la beatitud”.

¿Por qué? En un primer sentido, porque hay eternización de aquel goce apacible. Gozar de Dios no os conduce al entusiasmo, no os conduce a considerar que entre el caos y el concepto hay un sitio para los afectos. Hay la visión bella de ese Dios que es Uno y que os mantiene alejados (?) del deber de Bien decir.

Este término de beatitud Lacan lo utiliza también en Televisión: “Lo sorprendente no es que (el sujeto) es feliz (…) Lo sorprendente (…) es que llegue a la idea de la beatitud, una idea que va bastante lejos como para que se sienta exiliado de ella”. ¿De qué se siente exiliado el sujeto? ¿Del Otro en tanto que vacío de goce? “Por fortuna ahí -dice Lacan- tenemos al poeta para descubrir el asunto”. El sujeto está exiliado del Otro que debemos identificar a “su goce de ella, aquel que Dante no puede satisfacer…”. El exilio del sujeto, el exilio de la beatitud se atribuye al goce del Otro sexo. Es a partir, no del Otro como vacío del goce, sino del Otro en tanto que es el lugar del goce femenino y que el hombre sabe que no puede satisfacer.

El tiempo recobrado de la beatitud es, después de todo, el que Proust construyó en su obra, es decir, el goce de su madre. Él se identificó a ese sujeto excluido para siempre, clavado en su cama, que decididamente no podía ya acostarse de madrugada, con un deseo perfectamente decidido de que no fuera así y con la voluntad de gozar de ello.

¿Cómo es compatible el entusiasmo que produce el análisis con la reducción de los ideales de la persona? Para Kant es el descubrimiento de que no hay nada en la imaginación que pueda responder a lo ilimitado de la ley. ¿Cómo los efectos producidos en los ideales podrían conducir al mismo punto, al punto del entusiasmo? ¿Qué es, entonces, el ideal de la persona? Es un traje en el que uno goza. El Balcón de Genet está ahí para dar testimonio de que bajo los ideales del juez, del sacerdote, del comisario, hay, como en la comedia, colas. Genet introduce una comedia particular porque construye el ritual de aquel goce. La reducción de los trajes de esas personas es lo que hay que esperar del análisis, que el analizante no piense que hay trajes listos ya para gozar, que no tiene que vestirse de juez, de comisario, etc., para encontrar su goce. La reducción de los ideales de la persona se dice: no autorizarse de ninguno de los Nombres-del-Padre para gozar. Esto no quiere decir romper con los Nombres-del-Padre, ni tampoco atravesar una fase de psicosis experimental. Es en tanto que estos Nombres-de-Padre no son ya trajes para gozar que hace falta que el sujeto escoja con resolución pero contra el padre.


Imagen: Pintura de Shinji Himeno
Diagramación & DG: Andrés Gustavo Fernández




[*] Miquel Bassols es Psicoanalista Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y
de la Escuela de la Causa Freudiana [Asociación Mundial de Psicoanálisis]

2.28.2011

UN VERDADERO COMENTARIO ACERCA DE LA VERDAD [*]


Por Sergio Rocchietti


¿Para tí la verdad ya no es
verdad? Es que sufres.

Las Troyanas, Eurípides 


En un breve texto llamado: Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral, Friedrich Nietzsche comienza su escrito presentándonos una fábula. Se podría decir que no es manera de empezar, y menos tratándose de la verdad. No dejemos de lado la indicación, "si vas a hablar de la verdad comienza por una fábula", sentencia que cual las gnómicas, son anteriores a la filosofía griega, o lo que es lo mismo a sus inicios oficiales, pero resulta que la acabamos de acuñar y allí la dejamos. La verdad inicio de la fábula. La fábula inicio de la verdad.


Dice Nietzsche que "...hubo una vez una estrella en la que inteligentes animales inventaron el conocimiento. Fue ese el más orgulloso y mentiroso minuto de la 'historia universal', pero sólo un minuto... tras pocos resuellos de la naturaleza, la estrella se congeló y los inteligentes animales hubieron de morir".

Una manera contundente de arrojarnos que el conocimiento humano nada vale... en la naturaleza. Una manera contundente de decirnos que el conocimiento humano no interesa nada más que a los humanos y, si somos rigurosos, a algunos de entre ellos (sus consecuencias luego de la ciencia ya conciernen a todos). Una manera eficaz de plantear los límites del conocimiento y lo ilimitado de nuestro yo, que ya quisiera extenderse por todo el universo.

Agreguemos lo siguiente, hablando del conocimiento, "hubo eternidades en las que no existió; si desaparece nada pasará. Pues no hay para ese intelecto otra misión fuera de la vida humana".

Afirmación hecha con un martillo; hecha para hacer añicos las esperanzas en el conocer y recordatorio eficaz de nuestra vanidad vana. Pero hay más, recomendamos una lectura atenta e íntegra del artículo citado, y nos aventuramos a hacer dos preguntas, ¿Por qué ese momento duró un minuto? y ¿Por qué los animales murieron? Respuestas a producir.


EL PSICOANALISTA OBRA LA VERDAD

Decir que el psicoanalista obra la verdad no es decir que el psicoanalista hace ‘la’ verdad y menos decir que hace ‘la verdad’. Hay una gran distancia entre el obrar y el hacer. La verdad no es mas que la permanencia en un nombre de una extraña resonancia (que quisiéramos nuestra) que nos da una leve e imperceptible idea de lo que no hay. Absoluto. Eso es lo que no hay. Permanencia absoluta y constante: religión. Aunque nos enojemos (por ‘falsa’) con la etimología ciceroniana (por Cicerón) de la religión como aquello que re-liga o lo intenta, seamos prudentes y pacientes y aceptemos el sesgo verdadero que ella conlleva (la ‘falsa’ etimología). Lo absoluto es lo ilimitado por no ‘estar atado’, sigamos en el juego de las etimologías, y lleguemos a que las religiones por medio de sus re-ligaduras, vuelven a unir lo que se desata, en nosotros y eso nos hace bien. Religión: ‘volver a reunir’ y así se vuelven a hacer absolutos constantes. Potencias de los íconos. 

Dos campos se extienden ante mí, por eso me detengo y observo. Hasta aquí he llegado, me detengo y examino ¿Qué camino seguiré? Hagamos, aunque nos cueste, abolición de las trascendencias supuestas y elijamos las inmanencias de la labor.

En el inicio de Freud, el descubrimiento del inconciente, O. Mannoni escribe:
"La obra de Freud apunta a una verdad, aquellos que la comentan tienen que elegir entre diferentes perspectivas de acceso, según su propia concepción de la verdad".
Destaquemos que apuntar a una verdad no es llegar a la verdad, presunción que percute los tímpanos, llegar a ‘la verdad’. Desgarremos: no a la verdad, sí, una verdad. Si una verdad surge es con la palabra, si una verdad aparece es originando más palabras que velarán su surgir y desplazarán a diestra y siniestra sus retoños.

No hay verdad más que la de la palabra (verdadera). Inútil es anticiparse, nunca sabremos cuáles lo lograrán. Ser verdaderas (en nosotros). Aquel que comente tendrá que acceder a una obra según su concepción de la verdad. Brevemente, la verdad nos hace concebir. De allí, concepción de la verdad. La verdad concibe algo en nosotros y luego hacemos, y luego pensamos, y luego damos razones. Pero, la verdad no es una idea. No pensamos con la verdad, pensamos a la verdad. Y eso no es verdad. Ahí, sólo pensamos. Nada de verdad.



LA VERDAD NO ES LO QUE QUEDA LUEGO QUE TODO SE VA

Inútil discutir la aporías del todo si ya no se está en lo parcial, en lo provisorio. Inútil discutir las aporías de lo universal si ya no se está en lo fragmentario. Por eso no alargaremos innecesariamente nuestro camino. Queda la verdad cuando lo que es del todo ya no está. Destáquese del todo y quizás surjan las lecturas correctas.

Queda la verdad cuando lo que es del todo no está. Y no es que no está porque se ha ido, hemos hecho mucho para que no esté (aceptar lo fragmentario, lo provisorio de todas nuestras pretenciones; cada enunciado es un fragmento, hay allí una pista para los despistados). Claro que siempre vuelve, pero no es cuestión de que no lo echemos de nuevo (la aspiración al todo, la presión del todo). Insistiremos.

Ahora, ese es un lugar; la verdad queda establecida en un lugar de despejamiento. Instante fugaz y repentino, vislumbrado y perdido, jamás permanecemos ahí.

La verdad es una cuestión singular en el asunto humano. Y aún más, logra su eficacia una vez que surgida se olvida. No contaremos esa novela.


En el apéndice de la Presentación autobiográfica (1924), nos dice Freud [**]:
"Dos temas recorren el presente trabajo: mi peripecia de vida y la historia del psicoanálisis. Están unidos del modo más estrecho. La presentación autobiográfica muestra como el psicoanálisis se convirtió en el contenido de mi vida, y obedece al justificado supuesto de que no merece interés nada de lo que me ha sucedido personalmente sino se refiere a mis vínculos con la ciencia".
Me pregunto: ¿Qué hizo Freud para que su vida sólo tenga interés -para nosotros- en relación al psicoanálisis, su obra?

Me respondo, enfrentarse.

¿Con quién? No con otro que consigo mismo. Claro está, que enfrentarse consigo mismo no fue sino enfrentarse con otro (que era él mismo; hagámos aporías de los reflejos). Con todo lo que no sabía de sí, con lo Otro (desconocido) que era él para sí mismo (aquí se sitúa la hipótesis de Lo Inconciente). Con las ‘verdades’ (que eran tales antes que cayeran) que habían sido erigidas para que él no supiera; aquellas que no se encontraban más a disposición. Desalojadas de un sitio accesible.

No podemos más que exhumar las armas herrumbadas de ese combate. Testimonio de ello son las cartas Nº 69, 70 y 71 de Sigmund Freud enviadas a W. Fliess.

Destaquemos de la primera lo siguiente: 
"Y en seguida quiero confiarte el gran secreto que poco a poco se me fue trasluciendo en las últimas semanas. Ya no creo más en mi neurótica".
"Ya no creo más" -proseguimos nosotros- en lo que antes creía.

¿Cuántas veces estamos dispuestos a no creer más en lo que antes creíamos? En lo que creemos es en lo que nos sostenemos.

Firmes creencias sostienen firmes convicciones que nos proveen de firmes actitudes para ser firmes en la vida. "¡Mantente firme!", insistía un padre ante su pequeña hija, tratando de corregir militarmente lo que la naturaleza había hecho al "darle" un representante del sexo "débil", que para cumplir con el exhorto, se mantenía "firme"-mente atónita cada vez que un atisbo de agresión verbal llegaba a ella.

Prosigue Freud: "Ahora no sé dónde estoy, pues no he alcanzado la inteligencia teórica de la represión y su juego de fuerzas..."

"¿Y si éstas dudas no fuesen sino un episodio en el progreso hacia un conocimiento ulterior?"

Poder no saber adonde se está, o adonde se va. Es toda una virtud. Una fuerza. Poder estar aún sin saber dónde se está. Es toda una cuestión. Poder no saber; permanecer en una ignorancia provisoria preparando un alumbramiento, es toda otra cuestión.
"Desde hace cuatro días, mi autoanálisis, que considero indispensable para el esclarecimiento de todo el problema, ha proseguido en unos sueños y me ha proporcionado los más valiosospuntos de apoyo y aclaraciones".
"Ser completamente sincero consigo mismo es un buen ejercicio..."
"Mi autoanálisis es de hecho lo esencial que ahora tengo, y promete volverse de supremo valor para mí cuando llegue a su término".
¿Dónde apoyarse sino es en uno mismo se dirá? Se dirá apresuradamente, pues, no es sino ajenizándose que se puede llegar a hacer de sí una cuestión, pregunta, examen, problema. Por eso, agrega Freud en la carta Nº 75:
"Mi autoanálisis sigue interrumpido; ahora advierto porqué. Sólo puedo analizarme a mí mismo con los conocimientos adquiridos objetivamente (como lo haría un extraño); un genuino autoanálisis es imposible, de lo contrario no existiría la enfermedad. Puesto que todavía tropiezo con enigmas en mis pacientes, es forzoso que esto mismo me estorbe en el autoanálisis".
El enfrentamiento consigo mismo no es sino, enfrentarse a la peligrosa oportunidad de recorrer el territorio de uno siendo otro, no es mío es del Otro, dirá Jacques Lacan, de un Otro del lenguaje, de la historia, de los recovecos, de los agujeros, las ausencias, lo que se perdió y lo que nunca llegó a estar y que jamás podrá estar porque hablamos y estamos partidos, perdidos, arrojados. Lo que Natura non da... es lo pleno (lo absoluto, lo ilimitado que debe reunirse para que pueda apacentarme en ese lugar). Siempre chatos y miopes, insatisfechos y angustiados, siempre con esas posibilidades de nuestra fragilidad inherente y de nuestra fortaleza posible. Ambas por hablar. Ambas por decir.

Hablo y cada palabra cae de mí, por delante y por detrás, creando escenografías, esas palabras y esas escenografías forman aquello que será mi "visión del mundo" o "cosmovisión", palabra acuñada filosóficamente por Dilthey, que no agradaba mucho a Freud, él prefería mantenerse "en torno a una cosmovisión". Prefería girar alrededor de ella para encontrar sus imperfecciones, sus senderos inexplorados, todavía no surgidos.

Absolutos o fragmentarios. Partidarios de la ‘cosmovisión’, imagen del universo, o imagen del mundo (según Heidegger) o practicantes del fragmento, de lo provisorio; el combate es inútil (si creemos que lo es). Ya está presente en lo que se ha opuesto en Parménides (Ser) y Heráclito (la dinámica), nuestro origen griego y occidental. Otra fábula. Otra manera de ‘hablar’, fari en latín, fabulari, conversación. Blá–bla-blá. A veces se producen choques con los escollos que podemos llamar ‘palabras verdaderas’ (J. Lacan) o verdaderas ‘palabras’ (palabras-piedra) que nos hacen tropezar y caer y entender que lo que era verdad hasta allí ahora pasa a ser creencia y creencia revocable (o sostenida). Y el olvido. Y el lugar de las nuevas verdades. Ligadas a los nuevos decires. Somos fragmentarios porque cada palabra lo es y porque nuestra conciencia lo es y también porque nuestras potencias son discretas. Necesitamos de la vigilia tanto como del dormir. Y del sueño. Somos absolutos y mínimos, según la ocasión que no ocasionamos, que nos ocasiona absolutos y mínimos.


NO VOLVEMOS AL INICIO. VOLVEMOS A LA FABULA [***]

Dice F. Nietzsche que "...hubo una vez una estrella en la que inteligentes animales inventaron el conocimiento. Fue ese el más orgulloso y mentiroso minuto de la 'historia universal', pero sólo un minuto... tras pocos resuellos de la naturaleza, la estrella se congeló y los inteligentes animales hubieron de morir".




DOS NOTAS DOS Y TRES ASTERISCOS

Uno. La hipótesis bio-antropológica no verificable en tiempo y lugar, se habla de 70.000 años a 60.000 años antes de Cristo, y no cuantificable, se plantea entre 600 y 1.000, al grupo originario que da como resultado en la actualidad, a miles de millones de humanos sobre la Tierra (más de seis mil millones). O sea, para especificar: descendemos de un grupo de no más de esa cantidad de personas que en alguna región de Africa (se habla de seis regiones posibles) pudieron pasar por el llamado ‘cuello de botella’ biológico que representó las modificaciones de las condiciones clímáticas de esa época y sobrevivir. El homo sapiens no tiene más de 200.000 años de existencia y esa ‘prueba’ modificó sustancialmente también las posibilidades simbólicas de los mismos, pre-determinando nuestro futuro. Agreguemos simplemente que pudimos no existir. Lo cual no es muy importante. Lo importante es que existimos y lo que compartimos todos los seres humanos. Todos. El 98 punto 98 por ciento de ADN. ¡Los monos tienen más diversidad biológica que nosotros! Esperemos que eso (nuestros comunes ancestros) alguna vez tengan alguna consecuencia político-cultural entre nosotros. Que nuestro lejano origen común nos haga tener destinos ‘humanos’ y no ‘inhumanos’ (a desarrollar y debatir y plantear: una pista sobre ello sería la ampliación de la consideración histórico antropológica y no comenzar los relatos siempre en las mismas ‘historias’ de dominación que aparecen con la escritura, con la geo-mensura y la contabilidad de los imperios, el famoso escriba tenía esa función).

Dos. Dijimos que la indicación de F. Nietzsche –a nuestro entender- era: "si vas a hablar de la verdad comienza por una fábula", sentencia que proponemos como las de antes de la filosofía, cuando había hombres sabios, según los griegos. En el mismo texto citado anteriormente el autor propone: 
“¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal”. 
El ubicar a la verdad en el lenguaje es la gran operación de Nietzsche (por consiguiente: amar a los sofistas y detestar al personaje Sócrates junto con Platón). El sumergirla allí hace que el lenguaje transforme a la verdad en una forma retórica más. Y que por ese motivo se derrumbe la ilusión universal que la misma Verdad (bajo la forma del religar) porta en sí misma como posibilidad. Claro está que ese derrumbe no es (ni será) universal. La verdad será una cuestión individual y el religarse también. Lo cual traerá otras consecuencias, el psicoanálisis será una de ellas.
[*] “Es por su relación con la verdad que el psicoanálisis se desmarca de toda psicoterapia no a nivel de su finalidad sino de sus medios, y ante todo de su material: síntoma, asociación libre, interpretación … Sólo hay curación pensable bajo la condición de la verdad –el psicoanálisis se niega tanto como es posible a practicar la sugestión. No hay curación sin la verdad”.
Curación y verdad, François Balmes, pág 47.

Inmensa frase (‘No hay curación sin la verdad’) que condensa tantos apretados hilos que nos costaría demasiado espacio seguirlos uno por uno en sus desarrollos posibles. Elegimos, (siempre tenemos que elegir) destacar esto: el psicoanálisis no es sin la verdad. Y el problema surge en pensar una verdad como condición y no como finalidad (lugar de llegada o arribo). Un punto desde donde ampliar esta cuestión está dado por la propia metodología de la práctica del psicoanálisis en su racionalidad inclusiva del inconciente y en el producto que de ella se recibe. Una razón conjetural e inclusiva no es una racionalidad exacta y científica.

Por lo anterior, que dejamos en estado de bosquejo, pudimos llamar a este texto, en tono irónico pero no por ello menos verdadero, ‘un verdadero comentario acerca de la verdad’. Si la racionalidad no incluye lo paradojal se mutila de lo que más nos interesa: una eficacia de la cura (que no es cura).


[**] Nos hemos referido ya, en este texto, a la Presentación autobiográfica (1924), de S. Freud, lo hacemos una vez más:
“No se tenga la impresión de que en este último período de mi trabajo yo habría vuelto la espalda a la observación paciente, entregándome por entero a la especulación. Más bien me he mantenido siempre en estrecho contacto con el material analítico, y nunca he dejado de elaborar temas especiales, clínicos o técnicos. Y aun donde me he distanciado de la observación, he evitado cuidadosamente aproximarme a la filosofía propiamente dicha. Una incapacidad constitucional me ha facilitado mucho esa abstención. Siempre fui receptivo para las ideas de G. T. Fechner, y en puntos importantes me he apuntalado en este pensador. Las vastas coincidencias del psicoanálisis con la filosofía de Schopenhauer -no sólo conoció el primado de la afectividad y la eminente significación de la sexualidad, sino aun el mecanismo de la represión- no pueden atribuirse a una familiaridad que yo tuviera con su doctrina. He leído a Schopenhauer tarde en mi vida. En cuanto a Nietzsche, el otro filósofo cuyas intuiciones e intelecciones coinciden a menudo de la manera más asombrosa con los resultados que el psicoanálisis logró con trabajo, lo he rehuido durante mucho tiempo por eso mismo; me importa mucho menos la prioridad que conservar mi posición imparcial”.
¿Es ese rehusamiento una decisión? Pensamos que sí. Y sin embargo, siempre hay un ‘pero’ se dice, agreguemos que siempre hay un ‘sin embargo’. Sin embargo una decisión puede ser interrogada. No lo haremos. Dejaremos las herramientas para ello. Uno, las Actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, editadas (parcialmente, vol. I y II) en castellano por la editorial Nueva Visión. Recomendamos del Tomo I, la reunión 45 del 1 de Abril de 1908, Lectura y discusión Nietzsche: el ideal ascético. Tercera parte de la Genealogía de la moral. Y del Tomo II, la reunión 56 del 28 de Octubre de 1908, Presentación: Ecce Homo de Nietzsche, cuyo orador fue Häutler. De esta última reunión queremos destacar el párrafo siguiente:
“El profesor Freud desearía mencionar que nunca pudo estudiar a Nietzsche, en parte a causa de la semejanza de sus descubrimientos intuitivos con nuestras laboriosas investigaciones y en parte a causa de la riqueza de sus ideas, que siempre le impidió a Freud pasar de la primera página en sus tentativas de leer a Nietzsche”.
Dijimos que no interrogaríamos la decisión, no lo hacemos aún cuando le encontramos una nueva base del rehusamiento de Freud en leer a Nietzsche, que es la que prosigue: no leo a F. N. “en parte a causa de la semejanza de sus descubrimientos intuitivos con nuestras laboriosas investigaciones y en parte a causa de la riqueza de sus ideas”. Es desde esa nueva formulación que se puede interrogar la decisión. Oponiendo por ejemplo, “descubrimientos intuitivos” a “laboriosas investigaciones”, y así en más.

Agregamos tres recomendaciones. A la ya citada de las Actas la relacionamos con Los miércoles por la noche, alrededor de Freud (La construcción del discurso psicoanalítico a la luz de las Actas de la Soc. Psic. De Viena), de Mauro Vallejo, editorial Letra Viva, Buenos Aires, Argentina, 2008.

Otra se reúne en un autor, Paul L. Assoun. De él recomendamos: Freud, la filosofía y los filósofos, Editorial Paidós Ibérica, Barcelona, España, 1982. Y Freud y Nietzsche, editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1984.

[***] Como hemos citado en la nota dos la extensa respuesta a la pregunta de qué es la verdad se amplia en la pluma de G. Aganbem; la proponemos también, porque queda bien en claro que la verdad es siempre con el lenguaje y es siempre asunto del lenguaje y de nosotros con esa creencia insólita de que la mesa (desiganada) es la m-e-s-a (nombrada). Agreguemos que sin esa creencia insólita la vida, la nuestra, y la de aquellos que no pueden compartir esa creencia (insólita) se hace muy dificil.
“¿Qué es pues la verdad? Una multitud en movimiento de metáforas, de metonimias, de antropomorfismos, en una palabra: una suma de relaciones humanas que han sido poéticamente elevadas, traspuestas, ornamentadas, y que, después de un largo uso, parecen a un pueblo firmes, canónicas y vinculantes... Mientras que toda metáfora de la intuición es individual y sin par, y por eso puede siempre huir de toda determinación, el gran edificio de los conceptos muestra la rígida regularidad de un palomar romano y exhala en la lógica la severidad y la frialdad que son propias de la matemática. Quien esté impregnado de esta frialdad, difícilmente creerá que el concepto, óseo y octogonal como un dado, y como éste inamovible, no es en cambio otra cosa que el residuo de una metáfora... Sólo a través del olvido de este mundo primitivo de las metáforas, sólo a través del entiesamiento y la cristalización de lo que era en el origen una masa de imágenes surgentes, en una oleada ardiente, de la capacidad primordial de la fantasía humana, sólo a través de la creencia invencible en que este sol, esta ventana, estamesa es una verdad en sí, en una palabra: sólo porque el hombre se olvida en cuanto sujeto, y en particular en cuanto sujeto de la creación artística, puede vivir con un poco de reposo y de seguridad ...” (los fragmentos del Philosopbenbucb están contenidos en el Vol. X de la edición Króner de las obras de Nietzsche).
Giorgio Aganbem, La imagen perversa (La semiología desde el punto de vista de la Esfinge) del libro Estancias.


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