Por Roberto Daniel León
Se pretende, desde los acontecimientos relatados a continuación, realizar un cierto análisis comparativo que quizá -y solo quizá- revele el lado oscuro de la luna, muchas veces invisible aún para los protagonistas. Dice un amigo que desocultar aquello que permanece en las sombras, hace que eso pierda poder sobre nosotros.
Todos los 16 de Julio, la grey católica de Carmen de Areco rinde culto a la imagen de la Virgen del Carmen. Dado que el catolicismo es religión mayoritaria y además sostenida por el estado, su influencia cultural es notablemente alta en la conformación del pensamiento y las costumbres sociales. El culto a la imagen de la madre de Cristo es una festividad central, equivalente en magnitud e importancia a la otra gran fiesta donde se celebra, cada 26 de Septiembre, el aniversario de la creación del partido.
La primera es una fiesta religiosa y la segunda una fiesta cívica. Sin embargo, la fiesta religiosa –que se celebra en espacio público y con recursos del estado- llega a confundirse con la “fiesta del pueblo” y hace que funcionarios eclesiásticos y del estado, declaren a Carmen de Areco pueblo Mariano. Tal actitud y declaración consecuente, ningunea estrepitosamente a los ciudadanos que habitan, trabajan y tributan en este suelo, sin ser católicos. Jurídicamente podría decirse que funciona la democracia (la mayoría manda), pero no funciona la República (no se respeta a la minoría). Por supuesto que, hablando de actitudes respetuosas, también es evidente que la prédica no se condice con la práctica, una especie de doble discurso muy habitual, resultante de un exacerbado culto a la imagen (lo que se ve) y que se traslada, como forma cultural, al comportamiento social. Durante la última celebración religiosa, se produjo un hecho de violencia patoteril que dañó la imagen (no la de la virgen, sino la proyectada). Los iconoclastas virtuales, incurrieron en una especie de sedición, en tanto son parte de esa imagen y no se espera que el daño provenga de ellos, sino de los otros (léase negros, villeros, incultos, irreverentes, sin prosapia, etc). Si consideramos entonces este suceso, a la vista de lo ocurrido luego, en la fiesta cívica, tenemos que:
A. EL IMPERIO CONTRAATACA I: Se lleva al mismo corazón de la fiesta (el desfile de las instituciones), una imagen de la virgen y se declara públicamente que ésta PRESIDE la celebración, “olvidando” de nuevo que de esta fiesta pública podríamos participar los otros: evangélicos, testigos, apostólicos, judíos, ateos, etc. ¿Intento de reivindicación? ¿Exhibición de poder?
B. EL IMPERIO CONTRAATACA II: Los patoteros iconoclastas del 16 estaban borrachos y su accionar dañó la imagen, en un sentido amplio. En el sistema capitalista, las ganancias se privatizan y las pérdidas se socializan, habiendo quedado esta modalidad establecida en el libro del Génesis: todo lo que salió bien glorifica al creador, pero lo que salió mal (el famoso mordisco de Adán y Eva) se socializa; es decir, se traslada en forma de culpa a toda la humanidad. Acá se parece sospechosamente, dado que lo que les salió mal a los dueños de la imagen del poder, fue socializado.
Un castigo que debería caer solo sobre los infractores, se diluyó repartiéndolo entre todos, prohibiéndonos consumir alcohol en la fiesta a quienes jamás –ni ebrios- se nos ocurriría golpear a alguien y menos en condición de indefensión. De paso, la mala actitud se despersonaliza al cargar todas las tintas sobre el indefenso líquido. El chiste corolario de la comedia, es que en un pueblo tan criollo como para ser considerado Capital de la Tropilla, no se haya podido asar un chorizo a las brasas. Choripan a gas y sin vino. No se porqué, pero me parece que el primer mundo atrasa.
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