Por Roberto Daniel León
Días plagados de imágenes y comentarios masivos se suceden sin misericordia, rondando la escena de la victoria electoral de Barak Obama en Estados Unidos, y su casi paradójica llegada a la Casa Blanca. En algún sentido –aparte del tecnológico- pareciera que la humanidad a avanzado, exceptuando a los comunicadores sociales masivos que, aferrados a un cliché, no parecen poder pensar mas allá de lo establecido.
En efecto, no cesan de mencionar el extraordinario “desarrollo” de la “raza negra”, en función de la “igualdad” con los “blancos”, entre otras sandeces con que apabullan a los tele videntes, oyentes o lectores que, desprevenidos y desinformados, adhieren sin reservas a lo dicho a borbotones en los multi medios que hicieron un show de la vida y la muerte, donde lo que importa es llenar espacios mientras se suceden las imágenes y los conductores deben decir algo, lo que sea, para que no haya silencios. Ellos tienen establecido que una sucesión fortuita de acontecimientos positivos debe llamarse milagro y que, en cambio, la misma sucesión fortuita de acontecimientos, pero en sentido negativo, debe llamarse desgracia, tragedia, etc. Y ahí están.
Lejos de este berenjenal, con las desventajas propias del desierto, avanzan quienes piensan en la raza humana. Son quienes aprendieron que algunas diferencias fisonómicas no establecen una raza, que la humanidad se inició en ese lugar de la tierra que hoy conocemos como Africa, que las concepciones y acciones de los seres humanos están condicionadas por su cultura y lo que cada uno pueda hacer con ello, no por sus genes ni, mucho menos, por el color de su piel. Insisten sin embargo, los de más acá, en instalar cierta sensación de que Obama, por el solo hecho de ser negro, podría ser diferente (léase mejor) en su calidad humana, que muchos de sus predecesores en el gobierno de los EE.UU. y su apéndice, el mundo. La pregunta es: ¿En qué cultura armó Obama su estructura psíquica, es decir su persona? ¿Piensa como hindú, como sioux, como araucano?
Cuando Néstor Kirchner llegó a la otra casa, la Rosada, parodiando símbolos de una cultura originaria durante la entrega del bastón de mando, se podía pensar que se trataba de algo –alguien-, diferente. Sin embargo, este señor no hizo su persona en esa cultura; la hizo en una cultura política y social muy diferente: en un movimiento llamado peronismo. Precisamente, que se trate de un movimiento, impide que sea referencial, dado que se torna inasible. Esa sola característica, para no abundar, no lo hace confiable: si hoy lo busca donde estaba ayer, ya no lo encontrará.
Obama no podrá, salvo que haya crecido, ser diferente a lo adquirido en su cultura que, permítanme recordarlo, no es la de ninguna ancestral tribu de Kenia.
¿Por qué llega un negro a presidente de una nación que después de esclavizarlos los persiguió y segregó durante muchísimos años? ¿Porque el pueblo estadounidense creció, o porque Barak ya no es negro?
Diagramación & DG: Andrés Gustavo Fernández