EL ABISMO INTERNO
Luego de haber ingerido una buena cantidad de Hongos Alucinógenos, me quedé solo en aquella habitación la cual tenía una Puerta abierta hacia el Vacío. Tal vez hubiera deseado acompañar a mis amigos en su Expedición, pero no lo hice; tal vez hubiera podido tener miedo luego de la absolutamente inesperada visita de aquel Búho maravilloso, pero no lo tuve. Entre mis manos mantenía el Talismán que me había dado Antonio, y con eso fue suficiente.
No sé cuánto tiempo permanecí acostado. Recuerdo que pude observar cómo el torrente de polvo iluminado por la luz se movió del lugar en que comencé a mirarlo, conforme avanzó la mañana y luego la tarde. En mi mente no ocurría nada claro, primero los pensamientos se habían agolpado unos sobre otros, como las habitaciones de aquella construcción, luego se mezclaron como un Mazo de Cartas y finalmente se disolvieron para dejar lugar a algo muy parecido a la nada.
Atravesé por un Estado inusual de ¿Cómo llamarlo? ¿Inconsciencia Lúcida?: mi Mente no entendía las cosas por medio de Conceptos, es más, no las entendía de ninguna manera sino más bien las asimilaba; no tenía idea de lo que podía ser el Bien o el Mal y tampoco era capaz de encontrar relaciones lógicas entre las diversas Manifestaciones del Mundo que se escenificaban ante mí. Tal vez un Estado semejante haya experimentado durante los Primeros Días de mi Mida, cuando era apenas un Recién Nacido.
De pronto me puse de pie, sin más esfuerzo de mi parte que desearlo. Soy hasta ese día incapaz de encontrar un límite claro entre lo que de estas Memorias sucedió en realidad y lo que imaginé que sucedió; solamente puedo decir que lo viví todo. Dí algunos pasos con el Amuleto entre mis manos, sentí que era él quien me guiaba. me sujeté bien del quicio de la Puerta y eché una ojeada al Vacío.
No pude ver nada claro, solo plastas densas de Color que se mezclaban con Armonía entre sí: una color Verde, con multitud de Tonos, en la parte inferior reptando y cambiando a cada momento; el Cielo profundamente Azul, ya no Amarillo como antes, y en medio el Blanco de las Nubes, girando y girando sobre sí mismo, como el torno de un molino. La Vivencia del Color en aquel Estado es algo Especial: los Colores no se ven solamente, sino que "acarician la mirada"; muestran sus Facetas más Nobles, por así decirlo, de algo Sublime, algo que Se Vive, Se Goza, Se Funde de una manera Mágica con la propia Personalidad. Sin embargo, sentí el Espectáculo que me ofrecía la vista de la Sierra como algo ajeno, como la Ventana de un Universo al cual yo no pertenecía, así que cerré la Puerta.
Eso es: mis Actos no estaban Guiados por Razonamiento alguno, como ya lo dije, sino más bien por lo que simple y llanamente sentía; me había convertido en un ser de pulsiones, como una Ameba...
O como un Angel -imaginé esto último en ese momento y me puse a reír a carcajadas.
Caminé hasta las Escaleras y comencé a Subir; levanté la Puerta y llegué a la siguiente Habitación; todo en ella era muy parecido a aquella en la que habíamos pasado la noche, excepto que no tenía Puerta Vertical. No había ninguna parte por la cual la Luz penetrara, estaba muy Oscuro, por lo tanto, bajé a mi Habitación por la lámpara. Cuando encendí el fósforo para Prenderla, el rugido de la Flama me hizo saltar el corazón de terror. Volteé a un lado para volver a tomar el Talismán, pero ya no se encontraba, tuve miedo, un miedo idiota, animal. salí corriendo hacia ninguna parte con tal de escapar de no sé qué.
Volví a Subir las Escalera, tan rápida y atropelladamente que me sentí más bien Bajando; no Trepando sino Cayendo por ellas, rodando, desbarrancándome. Por un momento el Techo de la Habitación me pareció que era el Piso y viceversa. Sé que narrado esto no suena muy impresionante, pero experimentado en carne propia sí lo es; es como si uno mismo se encontrara totalmente solo, Fuera de Lugar.
Rodé efectivamente por las Escaleras hasta quedar tirado a un lado de la lámpara. La Luz que entraba por la Ventana ya se había debilitado. Volteé a un lado y vi la pequeña Cabeza de Animal que me había dado Antonio; me apresuré a tomarla y de inmediato el Alivio a mi Angustia comenzó a inundarme. En realidad, Ella me Protegía.
Seguí las indicaciones ¡Del Talisman! -o si se quiere, el impulso que tuve en cuanto la tomé entre mis manos-, y me incorporé con lentitud para agarrar la lámpara, ponerme de pie y volver a emprender el Camino de Ascenso. Esta vez la Luz de la lámpara causaba un efecto Protector sobre mí, ella era el Centro de una especie de Esfera Luminosa que me daba Fuerza y Vigor.
Subí hasta la siguiente Habitación, no sé con qué Propósito, pero de una manera muy decidida. Sin reparar en nada de lo que en ella había, Continué mi Ascenso; Subí por la siguiente Escalera, abrí la Puerta y llegué hasta el otro cuarto. Ahí encontré una Escalera más y volví a Ascenderla. No sé cuantas veces realicé la misma Operación, pero recuerdo que fueron muchas. Subí y Subí por las Escaleras Idénticas y siempre llegué a Habitaciones iguales. La Esfera de Luz me Protegía.
Me sentí dentro de una Cadena de Cuartos Idénticos, condenado a pasara por ellos infinitamente y nunca encontrar el Ultimo, hasta que por fin el Amuleto me hizo detener; no fue propiamente que me hablara, sino que algo de su Forma de Estar entre mis Manos me hizo sentir un tonto. Hice alto en cuanto llegué a una Nueva Habitación. Ahí miré por las paredes en busca de una Puerta que me condujera a Otro Lugar, ya no hacia Arriba.
Pronto la Encontré; ahora sé que por Aquella Puerta nos introdujo nuestra Anfitriona la noche anterior. Caminé hacia Ella y la Crucé. No me encontraba mareado ni nada por el estilo, era simplemente que todo pasaba, fluía de una manera casi líquida; cada Acontecimiento se ligaba con el siguiente ¿Cómo decirlo?, sin terminar de ser el mismo: no había acabado de Subir cuando ya estaba Caminando; no había salido de la Habitación cuando ya me encontraba en Otra Parte.
Cuando abandoné aquel Cuarto llegué a una especie de Jardín muy rústico y poco cuidado, lleno de vegetación, de cuya Existencia no me había dado cuanta la noche anterior. Aunque, de cualquier manera, con todo y que entonces hubiera reparado en él, de seguro este Nuevo Encuentro me hubiera resultado por completo distinto.
Ya era la tarde avanzada; la Luz del Sol era Dorada. Pude ver y sentir las muchas Plantas que poblaban aquel Lugar como Seres realmente Vivos; su Vida para mí entonces no resultó un mero Concepto, como el que queda luego de haber estudiado rudimentos de Biología. No. Las Plantas Respiraban, exudaban su finísimo vapor y tenían... ¿Sentimientos?, ¿Pasiones? Cada una de ellas Atravesaba un drama particular: había Plantas Viejas Sabias, Plantas exóticas, Plantas perversas y agresivas que se enroscaban en otras y poco a poco las iban matando; había Plantas humildes y Plantas soberbias, Plantas brutas y Plantas nobles.
¡Y qué decir de los insectos!, cuya Presencia pude sentir más vivamente que nunca; era la Vida misma la cual había estallado en millones de Chispas Aleteantes y Febriles. El mismo descarnado Drama reinante entre las Plantas se Manifestaba en Ellos a un ritmo mucho mayor. En una Ráfaga vino a mí sentir el Dolor de un ratoncito en el pico de un Búho, e intuí algo tal vez muy simple, pero que entonces se mostró con toda su Profundidad: la Vida y la Muerte son una misa Cosa; no existe una diferencia esencial entre ambas, como no la existe entre la Noche y el Día ni entre la quietud absoluta y el movimiento, los cuales se muestran como opuestos irreconciliables.
Fui Parte Integral de todo Aquello; sentí su Bondad y su Maldad, su Belleza Plena. Tal vez resulte incómoda mi insistencia en este Punto, pero algo muy distinto es narrar ahora esta Experiencia que Vivirla. Ser ella. Se presentó de una manera Diáfana en mí la Unidad del Universo Completo: lo mismo que ocurría entre las Plantas, los Animales y los Insectos ocurría dentro de mí, al igual que en la Integridad del Cosmos. Todo es Una Sola e Indivisible Maravilla; nada la sobrepasa y nada escapa a Ella.
Anduve así un buen tiempo, perdido entre Plantas e Insectos, Maravillado de estar Vivo. No sentía tener una parte exterior, no tenía Cuerpo ni nada Material; era Pura Conciencia, Espíritu Puro, Libre inclusive de Pensamientos y cualquier otro Artificio Mental.
Pero había algo que ensombrecía mi Fervor; una especie de Voz Muda me advertía constantemente acerca de la Presencia del Mal, de que detrás de cualquier hoja o debajo de cualquier tronco podía encontrarse un ser ponzoñoso capaz de dañarme.
Caminé sin Rumbo Fijo; recuerdo haber pasado frente a la Cocina, la cual era una especie de jacal con un Gran Fogón en medio, donde la Mujer que nos había recibido la noche anterior trajinaba con la ayuda de dos muchachas, riendo y parloteando como un grupo de pájaros. Era la hora del Crepúsculo, cuando las Aves regresan bulliciosamente a sus Nidos, lo cual, creo, me hizo relacionar a las Mujeres con ellas. Cuando me vieron de pronto guardaron silencio, pero al instante comenzaron a reír, supongo que a causa de que Adivinaron mi Estado. Me parecieron, las Tres, Hermosas y Brillantes, pero no me tomé la molestia siquiera de saludarlas y Continué mi Camino.
A esta Altura del Relato encuentro un Nudo en mi Memoria. No sé cómo, pero la Figura del Mal, la cual yo había venido presintiendo, de pronto surgió de entre la maleza.
Una Serpiente apareció de repente a mi lado, no demasiado cerca. Pegué un brinco y la lámpara se me cayó. La Serpiente se me quedó mirando a los ojos, mientras fue sacando poco a poco todo su Cuerpo de su Escondite; tenía la Piel Dorada, con Diseños Rojos y Negros, Azules y Verdes.
Cuando hubo salido por completo, comenzó a enredarse sobre Sí Misma, una y otra vez, formando Ondas Hipnotizantes sin quitarme nunca la mirada de encima. Sacaba de vez en vez la Lengua y la hacía Vibrar rápidamente, con un siseo despreciable. Su tamaño no me resulta fácil de calcular, tal vez haya medido dos metros de largo, tal vez cuatro, el caso es que era muy grande; tenía el grosor de una pierna humana.
Era un espectáculo horrible, pero con una buena dosis de Atracción. La fealdad es cautivante, posee un Poder Seductor distinto al de la Belleza, pero la Atracción que sobre nosotros ejerce en ciertas ocasiones puede llegar a ser mayor. La Serpiente, después de realizar aquella Danza Circular, me sonrió, como una mujer coqueta, me dijo "ven", sin utilizar Idioma alguno, y se introdujo en una Habitación luego de atravesar con rapidez una buena parte del Jardín.
Entré tras ella al Cuarto de los Arboles, el cual lucía igual que la noche anterior. Casi de inmediato mis ojos se acostumbraron a la Luz de las Velas. Olía a Incienso. Al principio no pude verla entre los troncos, por más que busqué; sentía mi vista como una especie de Cámara de Televisión, la cual sólo podía ver de frente, y que para dirigirla hacia un lado u otro, tenía que mover toda la cabeza.
Penetré entre los troncos, esta vez sin niguna imagen de sus espectrales Habitantes en mi Mente. No dejaba de escuchar el siseo de la Serpiente dentro del tumulto generalizado de las Aves de todo tipo regresando a sus Nidos; de seguro el Sol ya se había ocultado y ahora estarían peleando unas contra otras por asegurarse un buen lugar para pasar la noche en la Copa de algún Arbol.
La sentí Reptar por el piso de tierra, muy cerca de mis pies, pero no pude verla, hasta que por fin apareció Enroscada con Altivez en una de las varillas más gruesas, al fondo de la Habitación. Como pude, y con muchísimo cuidado ne acerqué. Ella siseaba y sacaba la Lengua; se repegaba al tronco como hacen los Gatos cuando piden caricias.
Me le quedé mirando a la Cara, a esa horrible y enigmática Cara con ojos de pupilas verticales. Aunque sabía que se trataba de un ser peligroso, tenía la certeza de que no podía hacerme daño alguno. Fui bajando la vista a lo largo de su Cuerpo para poder contemplarla entera; cuando llegué al lugar donde debería encontrarse la cola di con... con otra Cabeza! Idéntica a la primera.
Tuve el primer impulso de huir, di media vuelta en busca de la Salida pero me detuvo una Voz cálida y acariciadora, la cual, como las anteriores, no propiamente "escuché" sino que Sentí. La Voz pronunció varias veces mi Nombre y pidió que no me fuera; no puedo ahora dejar de pensar en Juan Diego y la Virgen. Cuando volteé de nuevo hacia ella, la Serpiente había trepado con su otra Cabeza a un tronco cercano, formando una muy extraña Figura, como de dos monstruosos Hermanos Siameses.
-¿Qué quieres? -me Preguntó una de las Cabezas, de la misma silenciosa manera. Yo permanecí callado.
-¿Qué has venido a buscar -me dijo la otra- ¿Quieres dinero? Tengo mucho.Esto último me pareció totalmente fuera de lugar, lo cual me hizo reír.
-No -le dijo la Primera Cabeza a la Segunda-, él no ha venido por dinero, él ha venido por cosas más grandes.No dejaban de sisear afirmativamente y sin quitarme un momento la vista de encima. Yo pude sentir entre mis manos, como si se tratara de un ser vivo, la Cabeza de Animal que me había dejado Antonio.
-Ha venido -continuó la Cabeza- para hacerse Grande y Fuerte.
-¡Si, todavía se orina en la cama! -rió desagradablemente la Segunda-.Hay que abrazarlo para que no se cague en los calzones.Yo me incomodé. Quise de nuevo salir corriendo.
-Espérate, espérate; no lo trates así. Vino desde muy lejos para conocernos... ¿Qué quieres? -volvió a dirigirse a mí. Yo no podía articular palabra, o tal vez no quería hacerlo.
-Quieres ser Grande ¿No? -insistió la Segunda-. Quieres ser un Santo? -preguntó la Primera Cabeza-... Ya lo decía, si es buena gente.
-Ahí va a estar , en la Iglesia, cargando una Cruz y todos se van a santiguar a sus pies; le van a pedir Milagros, lo van a hacer llorar ¡Es buena gente!
-¿Para qué quieres ser Famoso? -preguntó la Segunda Cabeza, ahora dirigiéndose a mí-. ¿Para qué quieres ser un Héroe? ¿De qué te sirve, si finalmente vas a morir?
-El Recuerdo que dejes en la gente no es nada -continuó la Primera-. Las personas no te conocen ni quieren conocerte. Si llegan a saber de ti en el Futuro se harán una idea a su gusto y te encerrarán debajo de ella. Lo que realmente fuiste y lo que realmente eres se perderá para siempre en el olvido. ¿Quieres Fama? Eso no sirve para nada.
-Tienes que morirte -sentenció la Otra Cabeza, con Dulzura casi maternal-. Tienes que Dominarte a Ti Mismo, esa es la verdadera Lucha, y no otra. Dominarte aquí y ahora. tienes que Cambiar, tienes que hacerte uno con el Cambio.
-Las cosas Cambian - continuó la Otra-, el Universo lo hace continuamente. cambia, Cambia con él. Tú no existes. nada existe, sólo el Cambio. Todo se va, todo Muere. Tú también; tu estás muriendo. Date cuenta de tu Muerte. Desátate del mundo. Esa es la Muerte, esa es la Verdadera Vida, la Vida del Hombre Fuerte. Ven, deja que te muerda. vas a morir y luego Renaces Más Fuerte... ¡Vas a ser un Chamán!Me horroricé. Tan repugnante, tan grotesca me pareció aquella Oferta que no pude contener un Grito, mientras la Serpiente aún no había terminado de hablar. Grité, grité y salí corriendo de ahí. Salí dando tumbos, se me cayó el Talisman y comencé a llorar!... Afuera las mujeres me asistieron, cuando se dieron cuenta de lo que pasaba.
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