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8.03.2012

LA PINTURA MAGICA DE LOS ABORIGENES AUSTRALIANOS

Por Karel Kupka [*]
+Notas de Karel Kupka en ADN Mandala










El Arte ha estado siempre presente en la vida de los aborígenes australianos, los cuales, además de los objetos sacros de los ritos ancestrales, pintan, graban o esculpen sus armas, sus herramientas y los utensilios de uso cotidiano. 

Las rocas, las chozas de cortezas y hasta la misma tierra están a menudo decoradas con pinturas. A veces, graban relieves en los árboles y trazan líneas ornamentales en la arena. 

Los majestuosos y escultóricos postes mortuorios y los recipientes en que se conservan los huesos de los difuntos llevan también ricas pinturas, al igual que, en ocasiones, los cráneos de aquellos. 


Muchas de esas actividades artísticas rituales han sobrevivido hasta nuestros días en su pureza tradicional, aunque sean ahora menos corrientes y a pesar de que la civilización moderna abre nuevas perspectivas a las jóvenes generaciones de aborígenes.

Sus Artes Plásticas presentan una gran unidad de concepción, pero sus formas varían de una región a otra. Es posible que las condiciones naturales hayan fomentado una cierta forma de arte en Australia, como ha ocurrido en los demás continentes. 


Exactamente igual que en Europa la región de Mediterráneo, y en el continente americano su parte central, en Australia su cálido septentrión, con su viva luz reflejada por el mar -luz que acerca el horizonte y decanta los colores- incita a la pintura. 

El sur australiano, a menudo brumoso, gris y frío, se presta más al dibujo. La pintura en corteza es la más característica de las diferentes formas de arte practicadas por los aborígenes, y la que posee hoy mayor vitalidad. 

Como su nombre indica, es una pintura ejecutada sobre trozos de corteza de una variedad de eucalipto, que es el árbol más difundido en Australia. 

El Eucalipto proporciona una materia fácil de encontrar, manejable y cómoda. El árbol tiene que estar sano y ser recto y su corteza no tener grietas. Se corta un trozo con un machete. Una vez desbastada y limpiada, se calienta esa plancha sobre el fuego, curvándola con la rodilla o con el pie hasta que queda bien plana. 

Luego, se la coloca debajo de un montón de piedras o de arena, para que no se doble. Al cabo de unos días, está ya lo bastante seca como para poder pintarla. La primera capa protectora suele aplicarse en la parte interna, que es más lisa. Se la embadurna con una sustancia pegajosa, que procede del tallo de una orquídea silvestre.  



Foto 1: Los artistas aborígenes de la región de Milingimbi (costa norte de la Tierra de Arnhem) son los creadores de una verdadera "literatura pintada". Gracias a ella representan en cortezas de Eucalipto los complejos mitos en que se expresa la vida interior de su pueblo, ese otro universo al que llaman "el Tiempo de los Sueños". Los signos figurativos que emplean son tanto más adecuados cuanto que esos artistas no los organizan de acuerdo con un orden previamente establecido sino que los componen libremente en el cuadro. La corteza pintada (arriba) es obra del artista Djulwarak y data de 1963. Representa el mito de las hermanas Wavilak que relata y explica cómo se pobló Australia. En la parte inferior, al centro, se ve una charca junto a la cual crece un Eucalipto. La sangre perdida por una de las hermanas despierta a la serpiente sagrada Yurlunggur que sale de la charca (a la derecha). Cuando sale por segunda vez, se enrosca en torno a las dos hermanas y a sus hijos para tragarlos (al centro). Abajo, en el extremo derecho, reaparecen las dos hermanas. Las demás figuras de esta pintura son otros tantos signos que permiten "leer" la historia y recordarla.



La corteza se pinta de amarillo, rojo y castaño (ocres naturales), blanco (caolín o yeso) y negro (principalmente carboncillo machacado). Los aborígenes protegen celosamente los sitios que les proporcionan buenos colores: esos ocres naturales, que dan los mejores tintes, sirven de moneda para los intercambios.

Los pinceles, que manejan con una habilidad extraordinaria, son ramitas de madera masticadas en una de sus puntas, o cañas que llevan adheridos pelos, hilos vegetales, fragmentos de pluma, o bien hojas sabiamente recortadas. 

Salvo en la primera capa, sólo suelen mezclar los colores con agua, por lo que la pintura es muy frágil. Pero no hay que olvidar que, para los aborígenes, lo que cuenta es el hecho de pintar, el acto mismo de la creación. 

Desde que los coleccionistas andan tras sus obras, propenden a preocuparse más de su conservación, empleando fijadores modernos. Pero, debido a esa fragilidad, es absurdo aplicar el criterio de la antigüedad a este arte. 

El único criterio decisivo es el de su valor artístico. En los museos no hay muchas pinturas en corteza que tengan más de cincuenta años.

Foto 2: Busto de un niño (1933). Paul Klee
Foto 3: Dos espíritus (región de Geimbo, corteza encontrada en 1914)

Sin embargo, esta pintura posee una larga tradición. Los métodos científicos modernos han demostrado que los vestigios de la pintura rupestre y los petroglifos dispersos por toda Australia tienen varios miles de años. 

Ahora bien, una gran parte de la pintura en corteza reproduce los temas mismos de la pintura rupestre y, en todo caso, emplea una técnica idéntica, lo cual permite suponer que sus orígenes son remotos.

Pese a la influencia moderna, la temática de la pintura en corteza sigue siendo fiel a la tradición.

Foto 4: Cuatro Mimis (Isla de Croker, 1963), Namatbara
Foto 5: Personajes (1929), Picasso.

La pintura aborigen es, en primer término, simbolista. Depura y simplifica sus figuraciones, inventa signos abreviados crea una ornamentación casi abstracta para expresar sus ideas en forma lapidaria.

Esta forma de Arte se practica de modo constante en la Tierra de Arnhem y sus cercanías, en el interior del Territorio del Norte Australiano. Por comodidad, se podría dividir la pintura en corteza, según sus características, en tres categorías principales.

1) La pintura del oeste de la Tierra Arnhem, de su margen meridional y Groote Eylandt es figurativa pero muy subjetiva: es como un eco directo de las sensaciones íntimas del pintor. 

Aunque reproduce de un modo inteligible las formas naturales, preferentemente animales o humanas, no es una pintura realista, al menos en el sentido habitual de esta palabra. Para el artista, realidad vista no es tan importante como realidad conocida o sentida. 

El expresa la realidad como la conoce, la imagina o la desea, y no como la ve, destacando los detalles que le ayudan a traducir su concepción y omitiendo deliberadamente los que no le interesan. 

Cubista avant la lettre, recompone su tema al agrupar elementos tomados de diversos sitios, sin preocuparse por la posibilidad de que no sean percibidos simultáneamente desde su punto de vista.

Foto 6: Batalla entre mimis (Isla de Croker, 1963), Irvala.
Foto 7: Aguafuerte (1966), Wifredo Lam.


La prueba más convincente de su subjetivismo es su costumbre de representar la estructura y los órganos internos, normalmente invisibles. Esta especie de pintura anatómica ha adquirido una cierta fama bajo el nombre de "pintura con rayos X". 

Si tenemos presente que el artista pinta así sobre todo a los animales que constituyen su manjar preferido, podremos comprender mejor su razonamiento. A esos animales no los ve solamente con los ojos sino también con el estómago. 

El hecho de que no insista en esas características cuando pinta animales totémicos que le interesan por razones totalmente distintas parece justificar esta afirmación. Al no sentirse atraído por su carne, insiste en su aspecto exterior como lo hace al tratarse de formas humanas, readaptándolo según su propia concepción. Completa su paleta recurriendo a trazos, líneas y puntos.

Los personajes representan sobre todo "espíritus" de una familia particularmente numerosa en el llamado "stone country", es decir el país rocoso. El misterio de las cavernas y la oscuridad de las hendiduras ejercen su influencia, como ocurre en regiones parecidas de otros continentes. 

Los aborígenes consideran que los fenómenos naturales son una manifestación de los espíritus. La tormenta, por ejemplo, es provocada por el Espíritu del Trueno, que aparece en las pinturas circundado por una línea que representa una nube. En sus codos y sus rodillas aparecen unas hachuelas de piedra que simbolizan los relámpagos y los rayos. 

Los Espíritus más populares son los de las rocas, llamados mimis. Se trata de todo un pueblo de fantasmas, bastante apacibles y tímidos, que no se dejan ver sino por los niños, ocultándose de los adultos no solamente debido a su timidez sino también a su fragilidad física. 

"Tienen que esconderse y vivir en grutas bajo tierra; son tan débiles que el viento les quebraría el cuello inmediatamente", dicen los aborígenes.


Foto 8: La semejanza entre la pintura aborigen australiana y la pintura abstracta europea es sólo aparente. Los signos aquella utiliza corresponden siempre a un contexto narrativo. En esta corteza pintada, el artista no se limita a definir las nubes mediante su forma. Por medio del color indicará si se trata de una ligera nube matinal, del espeso nubarrón que anuncia la tempestad o de una nube roja del atardecer. Los rasgos entrecruzados pueden significar la lluvia u otra particularidad cualquiera de la nube. La corteza aquí reproducida proviene de la región de Milingimbi y data de 1959‑1960.


Foto 9: Esta corteza pintada de Dainganngang representa un Eucalipto. Proviene de Milingimbi y data de 1960. La simplificación y la depuración de la forma de un árbol muestran el proceso mediante el cual el artista aborigen alcanza una engañosa abstracción.

Pero hay también fantasmas peligrosos, los maams o mamandis, los cuales, privados de su reposo en el "País de los muertos", perturban y acosan a los seres vivos. Los pintores expresan su fuerza sobrenatural multiplicando sus brazos y sus piernas.

2) En la parte este del litoral septentrional y en las islas vecinas, la pintura en corteza es muy distinta a la del oeste y el sur de la Tierra de Arnhem. Sin ser realmente no figurativa, da a menudo esa impresión. 

La forma natural desaparece en la concepción pictórica del cuadro, que el pintor divide en planos precisos, utilizando el color en toda la superficie y creando formas con frecuencia tan alejadas de la realidad que su pintura parece abstracta. 

En general prefiere los temas totémicos, para los cuales inventa símbolos y signos que los representan. Este artista no pinta con el amplio movimiento del pincel de quien está acostumbrado a trabajar en las extensas paredes rocosas. 

Su técnica está vinculada con la pintura totémica sobre el cuerpo humano, para la cual crea un grafismo en el que cada motivo desempeña una función precisa. Estas cortezas pintadas tienen a veces una correlación tal con la pintura corporal que no solamente reproducen sus temas y su grafismo sino también su formato. 

El artista se entrena así en la corteza para reproducir mejor la pintura ritual que trazará en el pecho del impetrante durante la ceremonia de iniciación.

Se suele pensar que la pintura en corteza sirve para la educación de los demás o el perfeccionamiento de uno mismo. Cada rasgo y cada forma de una pintura tienen un sentido preciso que los iniciados deben discernir. 

Y esa misma pintura resultará indescifrable para los demás. Al depurar y reorganizar las formas naturales, el pintor aborigen logra así una especie de abstracción, similar a la de ciertas tendencias del arte moderno. 

 La diferencia estriba en que aquél no busca deliberadamente ese efecto. Sus móviles son muy distintos. Se suele decir que "la primera característica de la pintura moderna consiste en no contar nada"; la pintura aborigen, en cambio, "cuenta" constantemente; ese es incluso su cometido esencial y la razón de ser de sus signos. 

El aborigen trata de representar la naturaleza de las cosas y no su apariencia. Las finas líneas entrecruzadas que traza pueden representar la lluvia, la miel, el fuego, las algas, el agua o el aire, la arena, las rocas, la corteza, los árboles, las hierbas, la piel, el pelaje, el plumaje, etc.


Foto 10: No se trata de árboles en flor sino de murciélagos. El pintor aborigen australiano suele representar a los animales pintando su cabeza, mas, para evitar todo equívoco, le agrega algún signo característico. Estos signos identifican tan bien al animal que a menudo ni el cuerpo ni siquiera la cabeza están representados. Así, en el caso del bermejizo, gran murciélago que duerme suspendido de las ramas de los árboles, el signo distintivo serán las salpicaduras de sus excrementos en el suelo. Asociados a otros elementos, esos símbolos sucintos proporcionan datos precisos: los círculos multicolores que representan los excrementos indican que los árboles que aparecen en esta pintura son el refugio de esos murciélagos. El efecto decorativo está acentuado por la repetición, en colores diferentes, del mismo signo en toda la superficie de la corteza.

Foto 11: Prueba concluyente del subjetivismo del arte aborigen es el hecho de que algunos pintores suelen representar la estructura y los órganos internos de los animales. Esa pintura anatómica ha adquirido cierta celebridad con el nombre de "pintura con rayos X". El artista insiste en esas características cuando pinta animales que constituyen su alimento principal. En la foto, un pez "barramundi" (Osteoglossum Leichhardtii). Esta corteza pintada, obra de Midjan‑Midjan, data de 1963 y proviene de la Isla de Croker.

Para los aborígenes este simbolismo pictórico es un modo de consignar los mitos, los relatos del "Tiempo de los sueños" -manifestaciones de su subconsciente- o bien acontecimientos reales. 

Gracias a la línea y al color, que secundan a la memoria auditiva, la "literatura oral" de los aborígenes se convierte en una "literatura pintada". Así se explica el asombro de quienes estudian la mitología aborigen: ¡Han encontrado una inmensa "literatura" que se ha conservado sin ayuda de la escritura! 

Los pintores de Milingimbi, Yirrkala y otros lugares de esta región son verdaderos maestros de una auténtica narración figurativa. Así, reconstituyen en sus cortezas toda la complejidad de un relato. 

Sus esquematizaciones, y sobre todo sus signos y sus símbolos, se prestan admirablemente a ello: no los organizan según un orden previamente establecido sino que los componen libremente en un cuadro. 

Así pues, si queremos conocer la historia pintada con todos sus detalles, tal como se nos presenta en las versiones personales de los aborígenes, tendremos que asistir a su trabajo para escucharles mientras van progresando paso a paso.

3) En las Islas de Bathurst y de Melville, situadas al norte de Darwin, los aborígenes pintan únicamente en corteza para decorar cestos, objetos rituales que coronan los majestuosos postes esculpidos y pintados que erigen en memoria de los muertos.


Foto 12: Ejecución de una pintura ceremonial en el cuerpo de un bailarín que debe participar en los corroboree, serie de danzas organizadas con ocasión de las ceremonias de iniciación o de la celebración de un rito. Es posible que las planchas de corteza de Eucalipto sirvan ante todo al artista aborigen de soporte para la realización de bocetos a fin de adiestrarse antes de emprender una pintura corporal ceremonial. Tal puede ser una de las primeras y más antiguas razones por las cuales los aborígenes australianos pintan las cortezas de los árboles.

No se contentan los pintores aborígenes con ser decoradores, sino que saben crear una verdadera pintura, en la cual las formas naturales desembocan en una abstracción involuntaria. También en estas islas está la pintura en corteza vinculada a la pintura ritual en el cuerpo. Reproduce todavía totems, pero se escogen motivos vegetales o lugares, en vez de animales. 

Los pintores dan rienda suelta a su fantasía y a su imaginación para concebir una forma que represente un árbol, un matorral o un sitio determinado, una isla, unas rocas, un montón de tierra -sobre todo de la que proporciona ocres naturales-, una extensión de arena, una poza, un arroyo o una bahía.

Sin preocuparse por la realidad visual, atribuyen a sus formas el significado que les conviene, ya sea porque se sienten voluntariamente indiferentes a la apariencia de los fenómenos naturales y no intentan resumirla de un modo que pudiera ser todavía indentificable, ya sea porque han llegado tan lejos en la esquematización que no nos es posible seguir su razonamiento.

Otras pinturas ornamentales, ligadas a la pintura parietal y a sus símbolos o inspiradas por grabados en madera o en nácar, decoran las cortezas de la región de Port Keats, en el litoral septentrional de Australia Occidental. 

Como todas las demás, reflejan la mitología de la región. Las formas naturales -por ejemplo, la de la Serpiente- atraen a los pintores, que se inspiran en las curvas de su cuerpo, en los círculos y espirales de las sierpes y en la mancha clara de sus huevos. Al reorganizar y componer estas formas, nos enseñan la transición gradual hacia la ornamentación.

La pintura aborigen es especialmente codiciada en nuestra época, en la cual el llamado "arte primitivo" suscita un interés creciente. De ahí que las cortezas pintadas tiendan a proliferar hoy en toda Australia, con desmedro de su calidad y de su importancia educativa. Pero en la superabundancia actual aun es posible encontrar obras de calidad.




Diseño|Arte|Diagramación: Pachakamakin
Portada: Margarita Amor

[*] KAREL KUPKA, francés de origen checoslovaco. Jurista de formación y Etnólogo de profesión. Miembro del Centro Nacional de Investigaciones Científicas francés.



7.29.2012

ROMPER EL SILENCIO

Por Roberto Daniel León


Algo de hambre y algo de ganas de comer pizza me condujeron -dónde sino- a una pizzería. Mesa grande en la vereda (por los últimos calorcitos en un incipiente otoño) rodeada de estómagos festejantes y dentro, solo una pareja. Escogí el interior y -sin alarde de originalidad- pedí pizza y cerveza. Me senté debajo de donde se encuentra el televisor, para no verlo, en arriesgado desafío a la ley promulgada por don Isaac Newton. 

Pronto comprobé que no ver sería insuficiente, ya que del engendro se estaba extrayendo su máxima potencia en volumen, para ametrallar el aire y hacer rebotar en las membranas auditivas, las voces superpuestas y simultáneas de conductores y participantes de un programa de entretenimientos. No era Tinelli, pero uno de los conductores hablaba -gritaba, en realidad- como él. 

Cuando percibí que a nadie parecía molestarle y mi resistencia se acercaba a su límite, invadido también por el temor a que la vibración favoreciera la manifestación de la Ley de Isaac, decidí aumentar la apuesta y arriesgar también la revelación de mi estado llamando a la joven que atendía las mesas, a la que solicité con mi último aliento cuerdo que disminuyera el volumen. Argumenté que como los conductores del programa hablaban todos a la vez, no se entendía nada -lo cual, bien mirado, constituye el lado bueno de la desgracia- y que por lo tanto era en vano el exceso de volumen. 

Amablemente la dama accedió y tomando el control, bajó el volumen y cambió de canal con una sonrisa condescendiente. Quise abrazarla pero me contuve, ya había ocasionado suficiente disturbio. Como la pareja de al lado miraba de reojo, aproveché para comentarles esto de la alienación y el torpe barullo. 

Para mi sorpresa, coincidieron conmigo y me contaron que recién venían del colegio, de una reunión de padres, y que ahí pasaba lo mismo, que todos hablaban a la vez, que nadie escuchaba, que no se entendía nada, que era imposible arribar a una conclusión, etc. Todo ello relatado por ambos al unísono y a voz en cuello...

Alguien llegó a tiempo para interrumpir el dislate e impedir que derramara la cerveza en mis oídos, permitiéndome disfrutarla por donde corresponde.

¿Qué habrá sido de los oyentes? Me pregunté mientras perseguía una aceituna y reflexionaba acerca del porvenir de las radios. 


Definitivamente los parlanchines están ganando la batalla: estos auténticos jíbaros del sistema, utilizan el taponamiento de oídos como principio elemental para el reduccionismo de cabezas, lo cual tiene su lógica dado que, dejando libre la boca para que drene y tapando la entrada, el vaciamiento se produce rápidamente facilitando el achique, funcional a ciertos propósitos...

CONTINUARÁ, cuando me venga en ganas...




Diseño|Arte|Diagramación: Pachakamakin
Portada: Pachakamakin

7.24.2012

NIBIRU II: EL ENUMA ELISH

Por Alan Brain









Nibiru, según las teorías de Zecharia Sitchin, es el nombre del planeta de los Anunnaki, una raza de extraterrestres que llegó a la Tierra hace miles de años y vivió entre los humanos. Su presencia fue registrada en varias tablillas de arcilla y sellos cilíndricos utilizados por la civilización sumeria.


¿Se encontrará Nibiru en las fronteras de la vía láctea?


En la entrega anterior de esta serie revisamos los indicios que llevaron a Zecharia Sitchin a sostener que la civilización sumeria conocía un planeta que se oculta más allá de los confines del Sistema Solar, el planeta Nibiru.  En esta entrega, veremos el origen del nombre Nibiru y explicaremos como Sitchin interpreta el épico relato babilónico del Enuma Elish y lo convierte en la narración del primer cruce entre Nibiru y los planetas del Sistema Solar.


NIBIRU Y EL ENUMA ELISH

El Enuma Elish es un relato de origen babilónico que narra la creación del mundo. El héroe de la historia es el dios Marduk, quien derrotó al monstruo Tiamat.

Según la historia convencional, el Enuma Elish es un relato mitológico que fue escrito para justificar el ascenso de Marduk a la posición suprema entre los dioses babilónicos.
Sin embargo, para Zecharia Sitchin, el Enuma Elish es una detallada descripción científica que narra la formación del Sistema Solar y sobretodo, la primera catastrófica entrada del misterioso planeta Nibiru en el Sistema Solar.

Sitchin no es el único investigador que sostiene que el Enuma Elish narra una colisión estelar.  En 1902, el estudioso de la civilización sumeria Leonard William King, sostuvo que los dioses y monstruos del relato representaban componentes astronómicos. En su interpretación, Tiamat representa una estrella o constelación y Marduk representa al planeta Júpiter.

El historiador de la universidad de Cambridge D.S. Allan y el geólogo de la Universidad de Oxford, J.B. Delair realizaron una exhaustiva investigación multidisciplinaria, presentada en su libro Cataclismo. En este trabajo los investigadores sostienen también que el Enuma Elish narra una gran colisión en nuestro Sistema Solar que tuvo consecuencias catastróficas para la Tierra, aunque ellos la sitúan más cerca en el tiempo.


El Enuma Elish narra el triunfo del dios Marduk sobre el monstruo 
Tiamat. Para Sitchin, el relato es una descripción, en detalle, del nacimiento 
del Sistema Solar.


Al margen de las diferencias entre la teoría de Sitchin, la de Leonard King, y la de Allan y Delair, la idea central es la misma: el Enuma Elish narra una colisión estelar y no es una simple justificación para la ascensión del dios Marduk.

La versión más antigua que conocemos del Enuma Elish se encuentra escrita en unas tablillas de barro (datadas hacia el 650 AC) encontradas en la Biblioteca de Nínive. Esta narración que tiene como héroe al dios Marduk es, para Sitchin, una versión tardía de un relato original sumerio que tendría a los Anunnaki Anu, Enlil y Ninurta como héroes principales. 

Sitchin sostiene que fueron los Anunnaki quienes transmitieron el relato del Enuma Elish a los sumerios hace miles de años. Posteriormente, en Babilonia, se modificó a los personajes de la historia para incluir al dios Marduk como el héroe principal.

Antes de analizar algunos fragmentos del relato, es necesario conocer la relación que Sitchin establece entre los nombres de los planetas del Sistema Solar y los personajes de la epopeya babilónica pues eso nos ayudará a entender mejor sus conclusiones.


NIBIRU Y LOS PERSONAJES DEL ENUMA ELISH

En la primera columna de la izquierda de la siguiente tabla hemos puesto los nombres de los dioses del relato, en la segunda columna de la izquierda está la traducción que hace Sitchin del nombre de estos dioses, en la tercera tenemos el planeta del Sistema Solar que Sitchin identifica con cada dios, y en la última columna tenemos el planeta que Allan y Delair identifican con cada dios.


Tabla que indica el planeta que Sitchin le asignó a cada personaje 
o deidad que aparece en el Enuma Elish.


Veamos como empieza el Enuma Elish.

Cuando, en las alturas, el Cielo no había recibido nombre, y abajo, el suelo firme [la Tierra] no había sido llamado; nada, salvo el primordial APSU, su Engendrador, MUMMU y TIAMAT -la que les dio a luz a todos; sus aguas se entremezclaron. Ninguna caña se había formado aún, ni tierra pantanosa había aparecido.
Ninguno de los dioses había sido traído al ser aún, nadie llevaba un nombre, sus destinos eran inciertos; fue entonces cuando se formaron los dioses en medio de ellos.” [Extracto del Enuma Elish]

Sitchin interpreta el fragmento anterior del Enuma Elish de la siguiente manera:

“En la inmensidad del espacio, los "dioses" -los planetas- estaban aún por aparecer, por ser nombrados, por tener sus "destinos" -sus órbitas- fijados. Sólo existían tres cuerpos: "el primordial AP.SU" [Sol], MUM.MU [Mercurio] y TIAMAT -El planeta desconocido-.
Las «aguas» de Apsu y Tiamat se mezclaron, y el texto aclara que no se refiere a las aguas en las que crecen las cañas, sino más bien a las aguas primordiales, los elementos básicos generadores de vida del universo. Apsu, por tanto, es el Sol, "el que existe desde el principio". El más cercano a él es Mummu.
El relato deja claro más adelante que Mummu era el ayudante de confianza y emisario de Apsu: una buena descripción de Mercurio, el pequeño planeta que gira con rapidez alrededor de su gigante señor. De hecho, ésta era la idea que los antiguos griegos y romanos tenían del dios-planeta Mercurio: el rápido mensajero de los dioses.”

El texto inicial del Enuma Elish es, para la mayoría de historiadores convencionales, un relato mitológico del inicio de los tiempos. En cambio, para Sitchin, se trata de la historia del nacimiento de nuestro Sistema Solar.


El Enuma Elish se escribió en siete tablillas y el Génesis bíblico se desarrolló 
en siete dias. Dios descansó en el séptimo día del Genesis y la séptima 
tablilla del Enuma Elish es una apreciación de la obra de su dios. 
Las similitudes han sido producto de varias investigaciones.

“Antes de que [Lahmu y Lahamu] hubieran crecido en edad y en estatura hasta el tamaño señalado, el dios ANSHAR y el dios KISHAR fueron formados, sobrepasándoles [en tamaño]. Cuando se alargaron los días y se multiplicaron los años, el dios ANU se convirtió en su hijo -de sus antepasados un rival. Entonces, el primogénito de Anshar, Anu, como su igual y a su imagen engendró a NUDIMMUD.” [Extracto del Enuma Elish]

El texto anterior explica, según Sitchin, que mientras Marte y Venus -Lahmu y Lahamu- crecían en tamaño, un proceso que pudo tomar miles de años,  y alcanzaban las dimensiones que conocemos en la actualidad, aparecieron dos planetas más: Júpiter y Saturno. La frase “se alargaron los días y se multiplicaron los años” representa, según Sitchin, los largos períodos de tiempo que pasaron durante la formación de los planetas de nuestro Sistema Solar.  El texto también relata que Anu, identificado como Urano, engendró como su igual y a su imagen a Nudimmud, que Sitchin identifica como el planeta Neptuno. No es difícil darse cuenta que el planeta Urano y el planeta Neptuno son bastante similares en tamaño y posición dentro del Sistema Solar.

El Enuma Elish continúa con la aparición de los dioses restantes y Sitchin va identificando a cada uno con un planeta, de acuerdo a la tabla que tenemos más arriba. Aún no aparecen la Tierra, la Luna y Nibiru.  Según las teorías de Zecharia Sitchin, los dos primeros se formarían a causa de una gran colisión y el último vendría de los confines del Sistema Solar.


LA LLEGADA DE NIBIRU

Más adelante, el Enuma Elish nos explica que el misterioso, y ahora desaparecido, planeta Tiamat -que según Sitchin era más grande que Venus- perturbaba el orden de la recién creada familia del Sistema Solar.

“Los hermanos divinos se agruparon; perturbaban a Tiamat con sus avances y retiradas. Alteraban el "vientre" de Tiamat con sus cabriolas en las moradas del cielo. Apsu no podía rebajar el clamor de ellos; Tiamat había enmudecido con sus maneras. Sus actos eran detestables… molestas eran sus maneras.” [Extracto del Enuma Elish]

Sitchin traduce el párrafo anterior en términos astronómicos: los “avances y retiradas” de los planetas son una referencia a sus órbitas erráticas, “se agruparon” significa que sus órbitas los estaban poniendo en peligro de colisionar unos contra otros,  “alteraban el vientre de Tiamat significa que estaban interfiriendo en la órbita del planeta Tiamat,Apsu no podía rebajar el clamor de ellos” significa que la fuerza de gravedad que el Sol ejerce en los planetas no era suficiente para contrarrestar esta caótica situación.


Según la interpretación que hace Zecharia Sitchin del Enuma Elish,
el planeta fue quien atrajo al planeta Nibiru hacia el Sistema Solar.


El épico relato babilónico continúa narrándonos cómo el planeta Neptuno (el más alejado del Sol) atrajo a un nuevo invitado al Sistema Solar: el planeta Marduk, que Sitchin luego identificaría como Nibiru. Este nuevo cuerpo celeste llegó desde las profundidades del espacio exterior.

Según Sitchin, Nibiru tiene un tamaño similar al de Saturno, y en ese entonces, era un planeta joven que aún emitía radiaciones y causaba estragos en su recorrido. Zecharia Sitchin nos explica como fue la entrada de Nibiru en el Sistema Solar.

“El orden del tránsito -primero por Neptuno, después por Urano-indica que Marduk [Nibiru] estaba entrando en el Sistema Solar no en la dirección orbital del sistema -en sentido contrario a las manecillas del reloj-, sino en dirección opuesta, en el sentido de las manecillas del reloj.
Siguiendo el nuevo sendero, el recién llegado no tardó en verse atrapado por las inmensas fuerzas gravitatorias y magnéticas del gigante Anshar/Saturno y, luego, de Kishar/Júpiter. Su sendero se curvó aún más hacia dentro, hacia el centro del Sistema Solar, hacia Tiamat.

Mientras que el Enuma Elish nos cuenta que los dioses habían decretado que el destino de Marduk era enfrentarse a Tiamat, Sitchin explica que el texto se refiere a como la órbita de Marduk/Nibiru se alteró y lo encaminó irremediablemente hacia el planeta Tiamat.
La llegada de Nibiru causó problemas en la mayoría de planetas del Sistema Solar. Mientras Nibiru se acercaba a Tiamat, las fuerzas gravitatorias hicieron que de ambos cuerpos celestes se desprendieran grandes fragmentos que se convirtieron en satélites, volviendo la situación aún más caótica.


LA COLISION ENTRE NIBIRU Y TIAMAT


Nibiru chocó dos veces con Tiamat. En la primera colisión,  los satélites que se habían desprendido de Nibiru, a causa de las fuerzas gravitacionales de los planetas Saturno y Júpiter, protegieron al gran Nibiru e impactaron en el pequeño planeta Tiamat partiéndolo en dos.


Gráficos realizados por Zecharia Sitchin ilustrando la ruta
que llevó a Nibiru a chocar con Tiamat.


Sitchin sostiene que como resultado de este primer enfrentamiento varios de los cometas que conocemos.

“Lo más significativo es que, mientras que todos los planetas que conocemos circundan al Sol en la misma dirección (contraria a las manecillas del reloj), muchos cometas se mueven en sentido inverso. Los astrónomos no pueden decirnos cuál fue la fuerza o cuál fue el suceso que creó a los cometas y los arrojó a sus inusuales órbitas.
Nuestra respuesta: Marduk/Nibiru barriendo en sentido inverso, en su propio plano orbital, despedazó, destruyó la hueste de satélites de Tiamat hasta convertirla en pequeños cometas, afectándoles con su campo gravitatorio…”
Como resultado del primer choque, la parte superior de Tiamat se desprendió, se estrelló contra uno de los satélites sobrevivientes de Nibiru, y fue impulsada hacia la orbita que hoy tiene el planeta Tierra. Según esta teoría, la parte superior que se desprendió del planeta Tiamat es lo que hoy conocemos como el planeta Tierra.

En algún momento después de que Nibiru completó su primera órbita alrededor del Sol, se produjo la segunda colisión. Esta vez, Nibiru despedazó la parte inferior de Tiamat. Los fragmentos de Tiamat, con el tiempo, se convertirían en lo que hoy conocemos como el cinturón de asteroides. 


El único satélite sobreviviente de Tiamat fue atraído por la fuerza gravitatoria del pedazo superior de Tiamat, que hoy conocemos como el planeta Tierra, y terminó convirtiéndose en la Luna.



Para Sitchin, la Tierra y la Luna se formaron como consecuencia de la colision entre el planeta Nibiru y el planeta Tiamat. [Foto por TJ.Blackwell]


Luego del triunfo de Marduk, el relato babilónico le cambia de nombre al héroe y lo empieza a llamar Nibiru.

Zecharia Sitchin se basó en el siguiente párrafo para bautizar a su nuevo planeta como Nibiru. 

Nibiru resguardará el portal entre el cielo y la tierra; Aquellos que no pudieron cruzar por arriba o por abajo, deben siempre pedir su autorización. Nibiru es la estrella que brilla en el cielo.” [Extracto del Enuma Elish]
Así es como Sitchin describe el nacimiento de la Tierra y la catastrófica primera entrada de Nibiru al Sistema Solar.

Para la mayoría de astrónomos e historiadores, Marduk o Nibiru es el planeta Júpiter. Para otros, es la estrella Canopus o un cometa.  Según Zecharia Sitchin, Nibiru es el planeta de origen de los Anunnaki, quienes vinieron a la Tierra hace medio millón de años y convivieron con los humanos.

En la siguiente entrega veremos como Sitchin dedujo la órbita del planeta Nibiru.




[Continuará...]

Nibiru [I]: El Orígen
Nibiru [II]: El Enuma Elish
Nibiru [III]: La Orbita
Nibiru [IV]: La Ruta
Nibiru [V]: La Búsqueda

Las Crónicas Annunaki [I]
Las Crónicas Annunaki [II]
Las Crónicas Annunaki [III]
Las Crónicas Annunaki [IV]
Los Annunaki. La Conexión Azteca [I]
Los Annunaki. La Conexión Azteca [II]
Los Annunaki. La Conexión Perú [I]
Los Annunaki. La Conexión Perú [II]
Los Annunaki. La Conexión Perú [III]
Los Annunaki. La Conexión Perú [IV]
Los Annunaki. La Conexión Perú [V]
Los Annunaki. La Conexión Perú [VI]
Los Annunaki. La Conexión Perú [VII]

Portada: NGC 2264 Nebulosa del Cono, NASA Hubble Space Telescope
Diagramación & DG: Pachakamakin


FUENTES:

★ Zecharia Sitchin. Book I of The Earth Chronicles. The 12th Planet. Harper Collins.
★ Giorgio de Santillana and Hertha Von Dechend. Hamlet’s Mill. Nonpareil book.
★ D.S.Allan and J.B. Delair.-Cataclysm. Bear & Company.