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3.01.2013

ESCUELAS EN EL SIGLO XXI

Por Mónica Beltran
Sus Artículos en ADN CreadoreS






Esta semana, en pleno verano, 11 millones de chicos acalorados volverán a colocarse el uniforme o el guardapolvo blanco para ingresar a aulas repletas de computadoras, pizarras electrónicas y hasta cámaras de televisión, elementos que se enmarcan en una política pública cada vez más orientada a lograr la inclusión digital de los estudiantes. Pero en las Escuelas siguen sin resolverse los interrogantes de siempre. ¿Cómo se hace para que los alumnos aprendan? ¿Cómo se logra que estén concentrados y valoren el Conocimiento como un bien que les resultará una Herramienta fundamental en la vida adulta? 

Los Avances Tecnológicos entraron en la Escuela para quedarse y abrieron de par en par las puertas del otrora Templo del Saber. La información rápida y no siempre confiable de lo que pasa en el mundo puebla la cabeza de los estudiantes, pero ese cambio, lejos de solucionar los problemas del Aprendizaje, creó nuevos interrogantes.

La Escuela Tradicional, con sus tiempos claramente establecidos; la hora de ingreso, el acto de izar la bandera, el timbre para el recreo, se lleva mal con la flexibilidad de las Nuevas Tecnologías. Hay Maestros que terminan pidiendo a sus Alumnos que no traigan más la Netbook a clase porque se frustran intentando que los chicos les presten atención.

Los tiempos del Aula y los de la Vida Cotidiana parecen estar divorciados y no tener puntos de encuentro. 
“El marcapasos social no está más hegemonizado por la formación del ciudadano. Todas las instituciones están en crisis: la escuela y la familia. Hoy los tiempos que valen son los del consumo. Los chicos están formándose, pero no como ciudadanos, sino como consumidores. Las Nuevas Tecnologías se adaptan a los niños, que las usan con naturalidad. Para no son Herramientas, sino su Cultura. Todo fluye, no hay fronteras, y el horario y las reglas de la Escuela representan una frontera”, opina el psiquiatra infantil Juan Vasen.
La Profesora de Psicología y Ciencias de la Educación, Analía Segal, puntualiza que la Escuela históricamente tuvo problemas con el afuera y el adentro. 
“Antes de que llegaran las Netbooks el Tema era el celular. Los tiempos de la Escuela no son los de la red. Hay que sostener la diferencia. Con estas políticas de inclusión digital, sanamente, se obliga a los docentes a preguntarse cuál es esa diferencia entre la Escuela y el Afuera”.
Para la especialista en didáctica y Coordinadora de Calidad Académica de la UADE, María Laura Barsabe, la Escuela: 
“Sigue siendo la principal Agencia de Transmisión Cultural”. Lo que el uso intensivo de Medios Digitales genera son “nuevas demandas y posibilidades en tres aspectos: en los modos de aprender, lo que se enseña y cómo se enseña”. “Dado que la mente humana funciona a partir de Herramientas Externas en las que se apoya para operar, el uso de Recursos Digitales desde una edad cada vez más temprana da lugar a nuevos modos de conocer y Habilidades Cognitivas que la Escuela no puede ignorar. Su uso intensivo en la Vida Cotidiana obliga a incorporar el manejo de estos Lenguajes como parte de la experiencia formativa. Las tics impactan en el Currículum, no sólo generando nuevos Contenidos, sino redefiniendo la Enseñanza”, dice.
“El problema no es la cantidad de tiempo que el Alumno está en el Aula sino lo que se hace con él, apunta Barsabe. “La Atención nunca es constante, fluctúa. Por ello, el trabajo en el Aula requiere Variaciones de actividad y formatos dentro de un segmento de tiempo, en mayor medida cuanto más pequeños son los niños”.
¿Qué significa estar concentrado? “Es impensable que un chico pueda estar 120 minutos concentrado y luego tener sólo cinco de recreo. Ni siquiera los adultos podemos estar ciento por ciento focalizados en una sola actividad tanto tiempo”, apunta Vasen. En Capital, el año pasado la mayoría de las Escuelas Primarias empezaron a trabajar con módulos horarios más extensos y sólo dos recreos en la jornada simple de cuatro horas.
“El horario fijo para todos los Grupos Escolares y para cada día responde a razones organizativas, desde el punto de vista didáctico un uso más flexible del Tiempo permitiría dar una mejor respuesta a las necesidades de la Enseñanza y el Aprendizaje”, señala Barsabe.
Desde la Universidad Pedagógica (UNIPE) Fernando Bordignon, director del Laboratorio de Medios, opina que:
“Estamos inmersos en una Revolución y, como somos parte de ella, no nos damos cuenta de lo que pasa alrededor”. A la UNIPE asisten 2.350 Docentes bonaerenses en actividad, que buscan Formarse y Actualizarse. El año pasado se entrevistó a 700 Docentes sobre los usos de las Netbooks en el Aula. “Si bien todos recibieron las Netbooks con alegría, hay críticas por el tiempo que le lleva al Profesor incorporar esto en el Aula. La Formación de los Docentes tiene que salir de una Etapa Instrumental y pasar a una de reflexión y comprensión sobre cómo cambió la sociedad en los últimos treinta años”, precisa Bordignon.
Para su colega Rosa Cicala, especialista en Enseñanza de las Ciencias, hay investigaciones sobre la integración de las tics en Enseñanza de la Matemática que concluyen que el freno mayor de los Docentes es cómo gestionar el Tiempo. 
“Al integrar las Computadoras en la clase de Matemática los Profesores perciben que no pueden controlar el Tiempo Didáctico. Un Profesor puede anticipar cómo organizará una Clase Tradicional, realizando una distribución temporal del Conocimiento que desea enseñar, pero no ocurre lo mismo al desarrollar Actividades que no formaron parte de su vida de Estudiante ni de su vida profesional como Docente”. La experta recomienda la modalidad de trabajo de tipo taller que genera un ambiente propicio para desarrollar propuestas más flexibles.
En provincias como Buenos Aires, Córdoba y Río Negro, hay Escuelas que abren sus puertas los fines de semana o a contraturno para permitir a los jóvenes realizar Actividades más bien recreativas que favorecen la retención escolar. En Río Negro, explica el Ministro de Educación, Marcelo Mango, este año se va a incorporar la Jornada Completa de ocho horas al 30% de la Matrícula Escolar, con la prioridad puesta en el Tercer Ciclo de la Educación Primaria (Sexto y Séptimo Grado). 
“Queremos que terminen la Escuela y que estén interesados en Aprender. El principal problema de la Provincia es el abandono en el Primer y Segundo Año del Secundario, donde perdemos el 50% de los chicos”, admite el ministro rionegrino.
Con la plata no alcanza. Argentina invierte el 6,5% del PBI en Educación y, según el Director del Area de Educación del CIPPEC, Axel Rivas, pasó de estar en el Ranking Mundial de Inversión Educativa del puesto 81 en el año 2005, al 19 en la actualidad. Pero esa Inversión, que se tradujo en mejores salarios docentes e infraestructura escolar, no arrojó resultados claros de mejora de la calidad de la Enseñanza y los Aprendizajes.

El Estado argentino entregó ya más de dos millones de Netbooks en Escuelas Secundarias, de Educación Especial y Profesorados y, además de continuar con esta política, anunció que creará Aulas Digitales en los Colegios Primarios. Antes de fin de año dotará a la totalidad de las Escuelas Urbanas con un Aula en la que habrá Netbooks, Pizarra Electrónica, un Servidor y una Cámara, para que los chicos de Primaria puedan también trabajar con un entorno digital.

En Río Negro las Aulas Digitales están llegando con fondos provinciales hasta el Jardín de Infantes. “El 50% del Nivel Inicial tendrá este año Aulas Digitales”, dice el ministro Mango, un Profesor que fue dirigente de la CTERA.

Las Aulas Digitales son una propuesta nueva que puso en escena el Ministerio de Educación, parte del Plan de Educación Nacional Obligatorio, un Plan Quinquenal que se extenderá hasta 2016 que Cristina Fernández de Kirchner anunció hace unas semanas.

El anuncio incluyó también la construcción de tres mil nuevas Salas de Cuatro Años, la duplicación de las Escuelas Primarias de Jornada Extendida en el país y programas específicos de Matemáticas y Ciencias que tiendan a resolver el problema de sobreedad en las Escuelas Primarias. En la Secundaria, para mejorar la permanencia de los chicos, se desarrollarán 300 Nuevas Escuelas con Orientación Artística y 200 deportivas. Se construirán Salones de usos múltiples en establecimientos para poder extender la Jornada Escolar de cuatro a seis horas y permitir Espacios de Reflexión sobre el trabajo docente.
“Este Plan tiene metas bien concretas, no es un discurso ni una declaración de buenas intenciones y eso es positivo, pero muestra un aspecto crítico. No hay una Hipótesis de Cambio. Habla de más horas de clase, más Computadoras, más Escuelas, pero es necesario tener una Hipótesis de Cambio para la Educación Secundaria. Hay que repensar profundamente el vínculo entre los Alumnos, los Profesores y el Conocimiento, eso hay que refundarlo. La Formación Docente es la piedra basal del Sistema Educativo del Futuro, se necesita un modelo de Formación más prestigioso y riguroso. No vamos a necesitar muchos más Docentes en el futuro y, por lo tanto, tenemos la oportunidad de seleccionar a los mejores Aspirantes, tener un Sistema de Formación Docente más riguroso que tenga la capacidad de leer los Cambios, no sólo Tecnológicos, sino también los Cambios Culturales. La Argentina necesita Docentes que interpreten los Cambios y los resuelvan en el Aula, y no un Estado que elabore cambios curriculares cada cinco años”, dice Rivas.
¿Tecnología vs. Arte? Juan Carlos Videla es abogado y docente. Participa hace más de treinta años del Centro Pedagógico de La Plata y que cuenta con una concepción pedagógica experimental y novedosa. Su filosofía se basa en el Arte y el Vínculo Humano y solidario entre Docentes y Profesores. Juan Carlos junto a otros cuarenta colegas integran la Planta Docente del Instituto de Educación Superior Roberto Themis Speroni, una Unidad Educativa Estatal (de Nivel Inicial, Primario y Superior) con Sede en City Bell. Hace ya más de veinte años firma convenios con otras instituciones para asistirlas técnicamente y llevarles su Proyecto Educativo. Hoy trabajan con 28 Escuelas Públicas y Cooperativas de nueve Provincias.

“¿Qué se puede hacer con una Netbook en una Escuela de una villa de emergencia, donde el paco destruye la cabeza de los chicos? Ahí lo que hace falta es el vínculo humano”, dice Videla a Perfil mientras muestra orgulloso las fotos del Centro Educativo Los Hornos, escuelita cooperativa de los alrededores de La Plata a la que asisten con su Pedagogía Experimental y cuya primera Sede se levantó con el aporte económico de los Docentes.

Las Escuelas que cobija este Centro Pedagógico platense tienen promoción sin examen, eligen a sus Docentes en Asamblea de Maestros, internamente funcionan como Escuelas No Graduadas (sin que sus Alumnos repitan de año) y no cuentan con personal de limpieza, ya que Docentes y Estudiantes limpian los establecimientos. 
“Hemos tenido miles de problemas, funcionarios que no comprendían lo que hacíamos, algunos que decían que éramos una secta, pero también miles de padres que eligen año a año estos Proyectos y nos apoyan mucho”, explica Juan Carlos.
La Experiencia del Centro Pedagógico de La Plata fue recogida por la película La educación prohibida, un Largometraje Documental filmado por un equipo de cineastas jóvenes (el director tiene 24 años), producida especialmente para las Redes Sociales y distribuida mediante los principios de Cultura Libre realizada con una producción colaborativa. Los Autores son un grupo de jóvenes de menos de 25 años todos y la película, que cuestiona la Educación Formal, cuenta ya con 800 Proyecciones en 17 países, más de 500 mil descargas y 65 mil en Facebook.

El director de La educación prohibida, Germán Dorín, contó a Perfil que la película está alineada con Autores que piensan que los chicos que entran a la Escuela a los cinco años pierden de a poco su curiosidad y su interés. Algunas de las filosofías pedagógicas recogidas por Dorín incluyen el Método Montessori, la Pedagogía Waldorf, la Escuela Nueva-Activa y los movimientos norteamericanos de home schooling (educación en casa).

Otras experiencias educativas se basan en soluciones relacionadas con crear un Vínculo Docente-Alumno diferente. Es el caso de los once Colegios (religiosos) de la Congregación de las Hermanas de San José. Su Coordinadora Pedagógica, Iris Maimone, se anima a trabajar temas polémicos para una comunidad religiosa como las adicciones y el alcoholismo en la juventud. 
“¿Qué posibilidades de Aprendizajes brindamos a los que llamamos más lentos y qué hacemos con los “rápidos” que se aburren en el Aula?, se pregunta la Profesora Maimone. “¿Cuando un Alumno no responde, debe repetir y hacer lo mismo con otro grupo? El retraso y la precocidad son obstáculos que agudizan los modelos de comunicación que circulan en la Escuela. Los Docentes somos Transmisores de Cultura y tenemos la responsabilidad de intentar convertir el Aprendizaje en algo más interesante, desde un lugar intelectual más productivo y políticamente más fecundo que los que producen la crisis y la fragmentación social”.
¿Cuál es el nuevo rol del Maestro en una Aula hiperconectada y repleta de estímulos de múltiples Tecnologías? Esa es la pregunta que resuena cada vez más en la cabeza de los Docentes y en las discusiones profesionales. 
“Los Profesores todavía no comprenden su Nuevo Papel, no tienen que dar más Información, eso está en la Red, sí tienen que Enseñar a Sistematizar, a pensar, a identificar la buena Información, darle sentido a la Información. Lo que se está teniendo es dificultad en convertir a la Computadora en un medio intelectual, porque hacerlo requiere una organización del Aula diferente”, apuntó, polémica, la investigadora de FLACSO, Guillermina Tiramonti.



6.21.2012

DICTAME QUE ME GUSTA...


Por Roberto Daniel León


Escandalizada, joven profesora cuelga los libros...

Siempre me gustó eso de los títulos y los epígrafes, quizá por aquello de la síntesis. Debo confesar, no obstante, que no confío del todo en la completud de las mismas, por lo que procederé de inmediato a victimizar ocasionales lectores con el siguiente desarrollo: Ella comenzó hace muy poco a dictar clases en la escuela secundaria (o como se llame la semana próxima). No tanto por ser joven, sino por habérselo tomado en serio, pretende que los alumnos adquieran los conocimientos impartidos y utiliza recursos que faciliten el proceso, como es el caso de la analogía.


La cosa parece simple: se refiere a imágenes y-o situaciones concretas –por todos conocidas- para trasladarse desde allí, mediante la comparación, al nuevo concepto que se pretende transmitir. Jesús usaba ese método –las parábolas- según se relata en los Evangelios (especie de biografías del maestro de las cuales se “popularizaron” cuatro). A él le fue bastante bien en general –exceptuando el final- pero a nuestra joven amiga no.


Aunque cualquiera podría jurar lo contrario, el elemento “conocido” utilizado en la analogía, resultó no serlo tanto. Parece que el funcionamiento de una ciudad es algo bastante misterioso para muchos y la recolección de residuos (por nombrar un detalle), es una actividad que se registraría en el terreno de la generación espontánea, o algo así. Intentando sostener una presencia de ánimo que tambalea entre el estupor y la frustración, nuestra protagonista procura explicar lo que suponía obvio.

Como la cosa se ponía difícil para todos, los educandos proponen una salida: 

-Profe, por qué mejor usted nos dicta y nosotros escribimos?

Nada qué entender, a quién se le ocurre? 
El dictado, aparte de ser un recurso, tiene en sí mismo un alto contenido simbólico y, en este caso, representativo de la sociedad que los formó. Son muchos los que prefieren que les “dicten”. La asociación es libre.

Por otra parte, cualquiera con dos dedos (horizontales) de frente, sabe que en el contexto actual la práctica del dictado es para que parezca. En general, la mayoría no solo escribe mal lo que le dictan, sino que además no tiene comprensión alguna de lo que está oyendo y escribiendo.

Cómo se llegó hasta ahí?

Hay causantes y muchísimos cómplices, encontrándose en los primeros puestos los docentes-estafadores. Un docente estafador es aquel que, acomodándose al deterioro o los intereses del poder de turno, se pliega a la decadencia propuesta para generar consumidores pasivos, lo cual termina por producir un caos de tal magnitud que amenaza no solo a la sociedad, sino a la civilización toda. Así como pueden organizarse para resistir la decadencia de los salarios, bien pudieron hacerlo con la decadencia de los conocimientos. Aprobar a un alumno que no sabe, es estafarlo. Ocurre a menudo que algunos de los estafados quieren ser docentes, y lo logran…

Sigo pensando que tiene razón mi amigo, el que dice que la escuela reproduce inexorablemente a la sociedad.

Quizá deba desterrar definitivamente la fantasía con la que crecí, un mundo donde los maestros eran diferentes y lo sabían todo. En fin…




1.27.2011

LA TÍTERE



Por Juan José Oppizzi
Sus Artículos en ADN CreadoreS


Hoy la memoria me trajo una brisa de otros días. Fue por el estímulo de haber escuchado una grabación musical. Como por un rayo de luz, me vi en el año 1963. Yo concurría a una escuela rural, la número 21 Juan Martín de Pueyrredón, del paraje La Isabel, en el partido de Salto argentino; estaba en lo que entonces era el “primer grado inferior”. Allí me vi, pues, aprestándome con mis otros escasos treinta compañeritos para asistir a una función en el cine Roma de aquella ciudad bonaerense. En lo personal, fue la primera salida a una distancia de más de diez kilómetros sin mis padres. El arribo a la sala nos intimidó: había cientos de otros niños en la misma instancia. El griterío era infernal. La alharaca de los alumnos ocasionaba las reprensiones de las maestras; había breves espacios de calma y luego se repetían los bullicios y los alaridos docentes en procura de orden. Nadie escuchaba al próximo ni a sí mismo. Nuestro exiguo contingente guardaba una compostura que no tardó en atraer las críticas de los infantes más agresivos de las otras escuelas. Ya en las butacas, hubimos de ser flanqueados en los laterales por la directora y la única maestra, dedicadas a repeler las flechas verbales provenientes de cualquier extranjero escolar. Nos quedaban más expuestos la retaguardia y el frente, blanco de avioncitos de papel, confituras en forma de proyectil o escupitajos furtivos que invariablemente daban en los blancos más voluminosos de nuestras educadoras.

Cuando al fin se apagaron las luces, hubo un alarido uniforme que indicó la complacencia por el fin de la espera. La función consistía en un espectáculo (luego supe que fue uno de los últimos) a cargo de miembros de la compañía de marionetas llamada Piccoli di Podrecca. En casa, mis padres y otros familiares de la misma edad evocaban alguna vista de estos muñecos, considerándolos dentro de lo mejor que habían apreciado en sus existencias. Al grupo lo formaban gentes de diversas nacionalidades –aunque predominaban los italianos, como es lógico por su punto de inicio– y sus periplos tenían un circuito igual de cosmopolita. Muchísimos años después averigüé que el fundador de esa compañía, el signore Podrecca, había fallecido en el año 1959, luego de sembrar el mundo con la fantasía radiante de su corte de seres artificiales y de colaboradores. Huyendo del horror de la Segunda Guerra Mundial, decidió una gira que sería permanente y que abrió cauce al arte de los titiriteros. La Argentina contó con uno de los hombres más relevantes en tal especialidad: el gran Javier Villafañe.

Ha dicho Borges en la milonga Jacinto Chiclana: “Los años no dejan ver el entrevero y el brillo”. Por suerte, yo sigo viendo el brillo de aquel escenario mágico, donde hombres y mujeres de madera actuaban para cientos de niños boquiabiertos. Un caballero hamacaba delicadamente a una frágil dama. Primero, el vaivén era suave; después, la niña desaparecía de escena y el retorno de la hamaca golpeaba al pobre hombre hasta enviarlo, a su vez, fuera de nuestra vista; rengo y maltrecho, él insistía en complacer a su compañera, que no se daba por enterada. Un adusto violinista vestido de negro (reminiscencias de Niccoló Paganini, tal vez) ejecutaba su instrumento un rato, hasta que empezaba a desintegrarse: cabeza, brazos, piernas, torso y violín se desparramaban en círculos caóticos por el aire. Sin que dejara de sonar la música, las piezas anatómicas del raro instrumentista volvían a componer la persona y terminaba su actuación tan completo como había entrado al escenario. Y el número que motiva estas letras nostálgicas era algo así como teatro de marionetas dentro del teatro de marionetas: en una fiesta, un inventor presentaba una muñeca cantante, a cuerda; una mariposa giratoria debía ser manipulada en su espalda a fin de que la niña artificial pudiese desplegar trinos de soprano de coloratura. La duración de la cuerda era bastante más breve que la pieza musical; por lo tanto, su voz y sus movimientos declinaban abruptamente y era necesario girar el mecanismo para darle nuevo impulso. La muñeca tenía un vestido largo, azul, y su canto sonaba con la agilidad de un ave. Interpretaba un vals. Algo así como un sello de fuego me incrustó en el alma esa voz.

Cuando en la radio a transistores de mi casa yo escuchaba, al paso, alguna voz parecida a la de aquella muñeca del teatro, pedía que se dejara la sintonía allí y exclamaba: “¡La títere!”, pensando que era la misma. El tiempo me soldó al oído el gusto por la ópera, y a lo largo de muchos años, al escuchar yo, fascinado, interpretaciones líricas femeninas, mis padres seguían diciendo, entre jocosos y graves: “Es como la títere”.

Nada menos que cuarenta y seis años después, en 2009, compré una colección de registros de voces de la ópera y, recorriendo sus delicias, oí aquel vals y gocé de aquellos gorjeos. El impacto me hizo creer (¿y acaso no es posible?) que era la misma grabación empleada para figurar el canto de la marioneta vestida de azul. La pieza –ahora lo sé– es el Aria de la muñeca, de Los cuentos de Hoffmann, de Jack Offenbach, un músico francés de apellido alemán, que durante casi toda su vida estuvo dedicado a componer operetas mediocres, y que, para liberarse del yugo de su propia obra, decidió escribir algo más profundo. El tema de esta pieza es el amor (¡cuándo no!), representado por tres mujeres que rondan al escritor Ernesto Teodoro Hoffmann (persona que anduvo realmente por el mundo bajo ese nombre y con esas dotes). Uno de los episodios cuenta el enamoramiento del artista respecto de la acrobática –y automática– soprano, sin sospechar –¡Ay convencionalismos de los libretos!– que se trata de un robot. La versión que a partir de 2009 tengo en mis manos –con ruido de cuerda y todo– es de una cantante llamada Vina Bovy (cómoda síntesis para esquivar el interminable Johanna Paulina Felicidad Bovy van Overberghe), originaria de la ciudad belga de Gante en el año 1900. El neblinoso registro data de 1937 y, según los datos biográficos que lo acompañan, esta señora expiró en 1983. Acaso, como ya me lo pregunté, no sea absurdo imaginar que ella fue la voz de aquella marioneta que en el lejano 1963 le dejó a un niño de cinco años la impresión decisiva para que luego se inclinara por admirar el canto operístico.



Portada: Marioneta, de Maricarmen Ruiz
Diagramación & DG: Pachakamakin