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2.11.2014

LOS CHAMANES Y EL CONTACTO ESTELAR. UNA HISTORIA

Por Richard Boylan
+Notas de Richard Boylan en ADN Omni
Traducción: Andrés Gustavo Fernández







Durante Diez Días de Junio de 1996, la Reserva Yankton Sioux en las altas llanuras azotadas por el viento de Dakota del Sur fue el lugar de concurrencia para los Líderes de las Tribus indígenas de todo el mundo y cientos de nativos e interlocutores euroamericanos. 


La ocasión fue la Conferencia sobre el Conocimiento Estelar y la Danza del Sol, convocada por el líder espiritual Lakota -de la Tribu Sioux- Alce de Pie, Laurance Zephier, en el intento de dar respuesta a una Visión que él mismo experimentó. 

La Visión mostró que el Conocimiento espiritual estadounidense-nativo sobre las Naciones Estelares debía ser compartido con el mundo no indígena. Esta Conferencia también cumplió Antiguas Profecías Hopi y Lakota.

Los Chamanes espirituales de las Tribus de los Llanos -Lakota, Oglala, Dakota, Pies Negros y Nakota- fueron acompañados por los portavoces de las Tribus del Este -Iroqueses, Oneidas, Senecas y Choctaws- y las Tribus del Sudoeste -Hopis, Yaquis y Mayas-.

Además, el jefe Chamán Maorí Mac Wiremu Ruka, de Aotearoa, vino de Nueva Zelanda en el extremo sur del globo, así como también un profesional que reside formalmente en la tierra del pueblo Saami, de Escandinavia por encima del Círculo Polar Ártico. 

Los Maestros nativos llegaron porque vieron los Signos que las Antiguas Profecías habían predicho que ocurrirían. Estos Signos significaban para ellos que había llegado el momento de hablar abiertamente sobre sus Tradiciones orales más herméticas. 

Estas Tradiciones incluyen el Origen en las Estrellas, la influencia de los Visitantes de las Estrellas en la formación de su Cultura y sus Creencias y Ceremonias espirituales; y por supuesto, el inminente retorno de las Naciones Estelares.

Este encuentro inédito estableció su precedente cuando Alce de Pie, en un anuncio público con honores a todos los Ancianos, declaró que este Conocimiento Sagrado "será compartido con nuestros hermanos de las Cuatro Direcciones" -todo el mundo no indígena-. 

Adicionalmente, invitó a los expertos en Visitantes Estelares, euro-estadounidenses de fama mundial, quienes también hablaron en esta Reunión propiciada por los Ancianos. Aquellos oradores eran tan notables como el ex Oficial de Inteligencia de la OTAN, Sargento Mayor Bob Dean, el Profesor de Harvard, John Mack MD, el Autor Whitley Strieber, la ex Cirujano finlandés General Rauni Kilde MD, de la Universidad de Wyoming, Profesor Leo Sprinkle Ph.D., el Investigador de los Visitantes Estelares y Psicólogo Richard Boylan Ph.D., y otros.

Este Relato es un resumen de la Conferencia sobre el Conocimiento Estelar. Como tal, no cubre necesariamente todos los Temas o a cada Portavoz. Por otra parte, porque los hablantes nativos no han presentado antes sus mensajes públicamente, mientras que los de los expertos euro-estadounidenses han sido ampliamente reportados, este informe se centrará en las Revelaciones de los nativos.

Alce de Pie, el Guardián Lakota del Altar de Seis Puntas de la Nación Estelar, en su discurso de Apertura señaló que los Hombres Medicina tienen la capacidad de comunicarse con la Conciencia de las Entidades espirituales de la Madre Tierra, como el Aguila, el Ciervo y el Coyote, así como las Naciones Estelares. 
"Las Naciones Estelares fueron lo más crucial de todas las Entidades, pues la idea de otras Razas comunicándose con la gente indígena crearía una gran amenaza para los sistemas religiosos, la Economía y el sistema educativo de cualquier Gobierno.
El mayor temor en las estructuras gubernamentales fue el conocimiento de que todas las Formas de 'Gobiernos estelares' no tenían sistemas monetarios dentro de sus estructuras de Gobierno. El Sistema de los Visitantes Estelares está basado en Leyes mentales y espirituales universales.
El colapso del sistema monetario en el Gobierno de los Estados Unidos y las denominaciones religiosas se convirtieron en un asunto de Seguridad Nacional, por lo que se tornó una tarea más fácil hacer que el `sistema ilegal´ de creencias Lakota/Dakota participe de la sociedad y sea practicado."
Añadió Alce de Pie que:
"Los Hombres Medicina Lakota/Dakota ahora están siendo instruidos para compartir el Conocimiento espiritual de las Naciones Estelares, debido a la contaminación de la Madre Tierra y la polución del Aire."
Habló de aquello como el niño testigo de grandes Astronaves volando por el cercano Valle del Río Missouri; esferas verdes luminosas cuatro veces más grandes que un auditorio escolar. A través de los ojos de buey al costado de estas Astronaves él podía ver las sombras de las personas en su interior. 
En una ocasión Alce de Pie conoció a un hombre de 2,15m de altura con ropa blanca quien se le apareció como un caucásico de mediana edad. La sala era muy luminosa. Esta contenía computadoras como máquinas operadas con Luz y la "Ley del Pensamiento".
Alce de Pie habló de conocer a otro Hombre Medicina Sioux quien confirmó que ellos son Visitantes Estelares. Algunos son como las Hormigas, con ojos negros y grandes y largos dedos en manos y pies. Algunos viven afuera, en el Cosmos, y algunos otros en el Otro Lado de la Luna. Leyendas relatan que los Sioux tienen su origen en las Pléyades, como otros son procedentes de los Sistemas de Sirio y Orion.
Alce de Pie relató haber tenido visitas de los "grises" o Zetas durante un Sauna ceremonial o Temazcal, ellos llevan Mensajes y proveen Respuestas a las Preguntas. Alce de Pie se refirió sobre ser visitado por Gente Estelar de metro y medio de alto y de piel naranja con grandes ojos. También mencionó a Visitantes Estelares de color azul y verde, y "un centenar de otras Razas sobre las que que no tienes conocimiento." 
Afirmó que "el Camino de las Estrellas se encuentra en todas las Culturas." 
Pasando a un tema religioso, dijo que Jesús era un hombre de las Estrellas. Alce de Pie señaló que los Once Símbolos encontrados entre los restos del accidente de Roswell, Nuevo México, tenía cada uno Dos Significados: una Ley Universal y una Ley Espiritual. 


Durante una presentación posterior, él explico las interpretaciones que de estos Símbolos tienen las diversas Culturas Estelares, las cuales Alce de Pie había recibido directamente de la Gente de las Estrellas que se manifiesta durante las Ceremonias de Temazcal.
[la Star Knowledge Conference utiliza desde entonces estos 11 Signos como parte de su imagen www.starknowledgeconference.com]. 
El siguiente orador, el Consejero espiritual Oglala, Floyd Hand, continuó con el tema religioso, hablando de los Avatares, los Maestros religiosos del mundo, como Jesús, Buda, Mahoma y la Mujer Búfalo Blanco -la Visitante Estelar que dio a los Sioux su Historia espiritual, Prácticas de Salud, y Ceremonias-. 
El dijo que "Los Avatares son Gente de las Estrellas", y que Siete Galaxias diferentes están representadas en la Tierra. 
"Cada Tribu americana nativa tiene su raza ET -su contraparte original-". La Gente de las Estrellas retornarán en la última parte de la década de 1990. 
Los Cambios sucederán a la par que su tiempo se acerca. El Primer Signo serán inundaciones, incendios y terremotos. Habrá una Gran Sequía en 1997-1999, predijo. Muchos morirán de hambre. Habrá destrucción de las líneas eléctricas y de alcantarillado, pérdida de ciudades y muchas vidas. El predijo que en 1998 la Mujer Búfalo Blanco regresaría a la Isla Tortuga, en EE.UU. 
Hay Cuatro Presagios. El Primer Presagio fue el reciente nacimiento de una Cría completamente blanca de Bisonte en el rancho de un hombre blanco, cuya piel finalmente convirtió los Colores de las Cuatro Naciones -Amarillo, Rojo y Negro-. 
El Segundo Presagio fue el Nacimiento de otro Ternero de Bisonte Blanco a un ranchero Sioux, pero la cría murió. "No tenemos derecho a destruir a las criaturas de cuatro patas y aladas para nuestros propósitos." 
El Tercer Presagio fue un Tercer Becerro de Bisonte blanco, pero nadie está escuchando a pesar del sufrimiento humano y la muerte. 
El Cuarto Presagio serán los Visitantes de las Estrellas viniendo y visitando Santa Fé, Nuevo Mexico. 
Floyd Hand instó a la gente a alejarse del bullicio urbano y agudizar sus sentidos. Y añadió: 
"Empezar a armar un Huerto y guardar alimentos; esto será duro. Allí habrá un nuevo gobierno." Hand ve el final del actual Cuarto "Mundo" el 21 de Enero de 2021.
La Anciana iroquesa Paula Underwood dio una perspectiva sobre en las Formas de Vida fuera del Planeta. Describió las muchas Formas de apariencia de los extraterrestres. En Respuesta a la Pregunta de si podemos formar comunidad con ellos, ella respondió que:
"Todos los que caminan en dos patas son nuestros hermanos y hermanas. Venimos de la unidad del Universo." 
Underwood habló de una Tradición oral iroquesa referida a un Mensaje telepático de las Naciones Estelares a los iroqueses: "Estamos llegando." Los Ancianos iroqueses pensaron-respondieron: "No vengan; no estamos preparados." Los Visitantes Estelares replicaron: "Prepárate A Tí Mismo".
El Anciano Lakota Harry Charger, discutió la Tradición Oral de los pueblos Sioux. 
Ha habido muchas visitas de la Gente Estelar a los Sioux durante las Ceremonias de Temazcal. Charger dijo que el 50% de lo que vemos en las apariciones de los Visitantes Estelares son proyecciones mentales de los mismos Visitantes. 
Dijo que a las Naciones Estelares les concierne la destrucción que hacemos del Planeta. Habló que, de niño, fue instruido por su abuela para hacer una pelota que no rebote. Más tarde las abuelas del pueblo se reunieron para probar el suave aterrizaje de la pelota que él fabricó. 
Sonrieron con satisfacción como si hubiera aterrizado suavemente. Años más tarde se dio cuenta de la cuestión: que el suave aterrizaje de la pelota fue una recreación ritual de un vehículo espacial que tocaba suavemente las tierras Lakota.
El Anciano Lakota contó una Leyenda espiritual Sioux
Dos Exploradores Lakota estaban lejos de su Tribu, cuando una joven y hermosa mujer de luminoso y pálido color blanco se les apareció: la Mujer Bisonte Blanco. 
Ella les dio importantes instrucciones acerca de su Origen, y las Enseñanzas espirituales y Ceremonias para llevar de regreso a su pueblo. Uno de los Exploradores tuvo pensamientos lujuriosos hacia la mujer e intentó acercarse a ella eróticamente. Murió. 
El otro Explorador había prestado atención respetuosa y trajo de vuelta las Enseñanzas de la mujer a las personas, quienes fueron sostenidas por la gente. Charger dijo que cada uno de nosotros se enfrenta a la misma decisión: ¿Cómo reaccionará cada uno de nosotros al retornar la Gente de las Estrellas?
La Física finlandesa Rauni-Leena Kilde habló de la experiencia de las Naciones Estelares entre los habitantes indígenas del Círculo Polar Ártico y Escandinavia, el pueblo Saami, con quienes fue criada. [El veterano aviador de la USAF, Charles Hall reveló que los Saami son Descendientes de inmigrantes de la Estrella de Barnard]. 
Su primer contacto recordado fue cuando ella estaba en un accidente de tráfico grave. Mientras ella estaba mortalmente herida, una pequeña Visitante Estelar estaba a su lado trabajando en la curación de su hígado lesionado. Más tarde, el personal del hospital no podía entender cómo ella sobrevivió al accidente. 
Más tarde ella recordó contactos con los Visitantes Estelares cuando era una niña viviendo entre los Saami. Relató que se produjo un cambio de actitud en los países escandinavos y de la Unión Europea sobre los contactos cósmicos. 
Ella escuchó sobre reacciones positivas a los encuentros con Visitantes Estelares. En los países escandinavos los llamados "extraterrestres grises" [los Zetas] son raros. Los más comunes son los pequeños, oscuros, arrugados "enanos" Visitantes Estelares [la raza Onoogie]. Su país limita con Rusia, cuyos cosmonautas fueron amenazados de muerte si hablaban abiertamente sobre encuentros con OVNIs. 
El Chamán Lakota, Steve Red Buffalo dio una charla sobre los Visitantes Estelar que bajan desde las Pléyades. 
Los Raza Sioux remontan su origen a aquella Constelación de las Siete Hermanas. Las Pléyades tienen una conexión con la chanupa, la Pipa Sagrada, la cual simboliza la unión de la Tierra -Cuenco de Piedra Rojo- con el Cielo -Tallo Hueco a Través Del Cual Se Extrae El Humo y Es Enviado Hacia El Cielo-. 
El Líder espiritual Dakota Chanupa Wambdi Wicasa -Hombre Venado- sobresaltó a aquellos que escuchaban al afirmar que el -en ese momento Papa- Juan Pablo II fuera un portador de la Pipa -un Guardián de la Tradición espiritual estadounidense nativa-. 
El Papa ayunó y entró en un Temazcal con Wambdi Wicasa durante su visita a Canadá, y felicitó al Dakota por mantener sus Tradiciones y Ceremonias.
Hombre Venado interpretó el Diseño de un reciente Crop Circle como conteniendo un Mensaje muy relevante. Este Círculo de Cultivo consistió en Cinco Círculos concéntricos. Los Primeros Cuatro Círculos son como órbitas alrededor de un Sol Central, con un Planeta como una "cuenta" incrustada en cada órbita, excepto la Tercera. 


Longwood Warren, New Hampshire, USA; 22 de Junio de 1995.


El Anillo exterior es una cadena densamente repleta de "cuentas" de diferentes tamaños. Todo el Círculo de Cultivo es el Círculo de la Vida. Los Cuatro Círculos internos son las tradicionales Cuatro Naciones de la Humanidad: Blanco, Amarillo, Rojo y Negro. 
El Círculo más pequeño cerca del Núcleo es la Raza Blanca. El Espíritu dio a la Raza Blanca la responsabilidad del Fuego. El hombre blanco se olvidó de su responsabilidad, y así de forma aberrante creó la bomba atómica. La Orbita elíptica de la Raza Blanca indica que está fuera de balance. 
La Segunda Orbita es la Raza Negra, que tiene la responsabilidad por el Agua. Ellos también olvidaron su responsabilidad. Como resultado de ello, las Aguas están contaminadas, y esto provoca cáncer, entre otras enfermedades. 
La Tercera Orbita es la Raza Roja, cuya "cuenta" está perdida. La Raza Roja tiene la responsabilidad de la Tierra. Su "cuenta" se ha omitido debido a que la Nación Roja todavía camina con el Tunkashilas -Abuelos, Guías espirituales-. 
La Cuarta Orbita es la Raza Amarilla, cuya responsabilidad es el Aire. Pero resulta que las fábricas industriales de Asia contaminan el Aire. Hombre Venado comentó que "hemos traído estos desequilibrios a nosotros mismos. 
La Raza Roja tiene la responsabilidad de la Tierra, pero no puede hacerlo debido a los herbicidas, la lluvia ácida y las pruebas nucleares subterráneas. El Espíritu dijo a Hombre Venado que las otras Razas seguirían el Camino Rojo de la Vida, pero lo han perdido.
El Círculo exterior es el de las Naciones Estelares. Las Naciones Estelares están aquí para ayudarnos. La Tierra estaba fuera de balance, y se está reequilibrando. "Tenemos que ayudar a la Tierra a volver al equilibrio. 
El Tiempo, como usted sabe, que está llegando a su fin, más pronto de lo que piensas. No habrá coches o televisores. Dijo que los Abuelos le enseñaron que estamos llegando al final del Cuarto Mundo y a punto de entrar en el Quinto Mundo. [Esto coincide con las Profecías Hopi] "Tomará Nueve Mundos antes de llegar al Mundo de los Espíritus." 
Norbert Running, un Hombre Medicina Lakota, fue uno de los primeros en participar en el revival de la Danza del Sol de los tiempos modernos. 
El Chamán reprendió a los "neo-tradicionalistas" estadounidenses nativos por dejarse contaminar por los misioneros cristianos, creer en los demonios y establecer burocráticas normas religiosas. 
Norbert Running dijo que la mayoría de los indios de las Reservas creen en el Camino Natural de la espiritualidad. Instó a todos a "cultivar Guías Espirituales para ayudarle en el Camino de la Vida." Este Maestro aprendió la mayor parte de lo que sabe en el Yuwipi, la Ceremonia de Llamada al Espíritu Interior. 
Habló del legendario Anciano Sioux Alce Negro teniendo una Visión profética de la Unidad racial, un Hogar Arco Iris con las Cuatro Naciones juntas. También habló de la Profecía Hopi de los hermanos Rojos y Blancos trabajando juntos.
El Anciano Jefe espiritual de todo el pueblo Maorí de Aotearoa, Nueva Zelanda, Mac Wiremu Ruka, aceptó la invitación de Alce de Pie a compartir las Antiguas Verdades y Profecías de su pueblo.
Desde los Tres Años, el Anciano Ruka había enseñado las Genealogías, los Secretos y Encantamientos de los Reinos Cósmicos y Terrestres. Una Alineación Especial de Estrellas en 1988 comunicó a las viejas Abuelas maoríes que había llegado el Tiempo de ofrecer públicamente las Antiguas Historias que permanecieron Ocultas durante siglos, y para las que el Anciano Ruka fue el Designado para hablar. 
El Anciano Maorí relató cuestiones relacionadas al Origen estelar de su Pueblo. En un Ritual con velas en movimiento durante la Conferencia, creó un Círculo Ceremonial de Doce mujeres para hablar por el Espíritu y establecer la Vibración adecuada para la Creación de esa Conciencia.
El Hombre Medicina Choctaw Pantera, Preston Scott, habló de la forma en que fue Designado para seguir el Camino del Heyoka [el Embaucador Sagrado]: 
Un día, cuando era niño, caminaba a la escuela con su madre. Una nube oscura llegó desde el Oeste. Su madre le dijo que corriera a la casa de su Abuelo. El hizo el Viaje tan lejos como estaba la casa de su Abuelo cuando un Rayo cayó tan cerca de él que el calor y la energía lo lanzaron. El aterrizó sobre sus pies todavía corriendo y subió al porche de la casa de su Abuelo. Ser golpeado por un Rayo es la Designación como Heyoka por el Espíritu. 
Como adulto, un día Pantera estaba escalando una colina y recibió una Visión de Tres Abuelos. Se le dijo que iba a ir al Norte, a la tierra Lakota, donde le darían una base de Conocimiento Espiritual para llevar de regreso a su Pueblo, porque el Choctaw había perdido sus Caminos Espirituales. Ahora él está viendo el Ascenso de la espiritualidad entre los los de su Pueblo.
Una Ceremonia inipi [un Temazcal] dedicada a un Danzante Solar fue dirigida por Pantera en la noche del 15 de Junio. Mientras orábamos en el interior del totalmente oscuro inipi, aparecieron dos luces de forma rectangular, del tamaño de ladrillos, bailando cerca de la pared superior Este. 
Pantera comentó que había Seis Espíritus dentro del inipi. Después de la Ceremonia, supimos por las otras personas que esperaban afuera durante lo que duró la Ceremonia, que una Nave pasó surcando el Cielo. Al principio parecía como un Satélite, pero luego se detuvo y giraba en patrones geométricos de vuelo.
Hombre-Pipa-de-Aguila, Galen Drapeau, un Hombre Medicina Lakota, es portador del Haz Medicinal de los Ancianos. Su Camino espiritual se profundizó cuando casi murió durante una cirugía cerebral, y tuvo una Experiencia Fuera del Cuerpo durante la cual se encontró con un Anciano Hombre Medicina indio ajustando las partículas de energía que salen de los cuerpos de las personas. 
Hombre-Pipa-de-Aguila dijo ver Naves volando sobre Bear Butte, un pico volcánico en Black Hills  y el Lugar del Corazón Sagrado de la Nación Sioux. Luego habló sobre los Altares de la Nación Estrella. 
Estos son Altares de Objetos Rituales Sagrados mantenidos por ciertos Líderes espiirituales y designados como Santuarios donde es recogido, mantenido y respetado el Conocimiento de la Gente Estelar. El Anciano Lakota dice que los Altares de la Nación Estelar envían una Luz Azul a los Cielos, que la Gente de las Estrellas puede ver como un Faro.
El contó la realización de una Ceremonia para una mujer, durante la cual un Anciano Estelar llegó y aterrizó cerca. El Visitante Estelar era alto, de color gris, y tenía grandes ojos. Hombre-Pipa-de-Aguila hizo la Llamada en forma de una Canción, y los tunkashilas o Espíritus Abuelos se acercaron y sostuvieron Anciano Estelar. 
Este les dijo algunas cosas: la Madre Tierra se está muriendo; su planeta -el del Anciano estelar- está muerto, sin vida. El le está transmitiendo esto a Toro Sagrado porque los estadounidenses nativos tienen el Espíritu. La Madre Tierra va a limpiar la capa de Ozono.
Hombre Pipa de Aguila tuvo un Sueño premonitorio un año atrás sobre concurrir a una Reunión espiritual donde Haces Sagrados y Pipas fueron situados juntos. Ese Sueño fue cumplido el 23 de Junio en Greengrass, Dakota del Sur. 
En un hecho sin precedentes los Tres Haces Sagrados de los Sioux -la Pipa-, los Cheyenne -las Flechas- y los Arapaho -el Sombrero Sagrado- se reunieron. Con ello se cumple una Profecía sobre el Inicio de los Mil Años de Paz.
Vara Shenandoah, un Hombre Medicina Pies Negros-Oneida, en una Conferencia brindada durante las Ceremonias de la Danza Solar, habló de las visitas de la Gente Estelar que él, Wallace Alce Negro, y muchas otras Personas Medicina, Jefes y otros estadounidenses nativos, han experimentado. 
Señaló que "los indios se consideran a sí mismos privilegiados" cuando tal clase de contactos con la Nación Estelar ocurre. Ellos consideran estas Visitas como Acontecimientos Sagrados. Wallace Alce Negro tuvo una visita de los Visitantes Estelares, mientras estaba se encontraba en aislamiento, en un hanblechia espiritual -una especie de veloz Visión indagatoria-.
En una Ronda de Enseñanza final conjunta a la Danza Solar, Alce de Pie dijo que la Gente Estelar está aquí para Enseñar, para fomentar el crecimiento espiritual, y para prepararnos para hacer frente a los desafiantes Cambios de la Tierra que vendrán en los próximos años. La Gente de las Estrellas está incluida como Ancianos Honorables en el Dicho Clave reverencial estadounidense nativo: "Mitakuye oyasin!" [Todos -son- mis relaciones]. 
Alce de Pie habló de los Visitantes Estelares que se comunican telepáticamente con los indios, y que el Lenguaje espiritual original del Sioux [diferente del coloquial Lakota] es un Lenguaje de algunas pocas palabras Clave, crípticas, diseñadas para estimular, y ser suplementadas por una comunicación telepática adicional. 

La misma Gente de las Estrellas que visitan a los Sioux también visitan a los Hopi. El dijo que los Visitantes Estelares y los indios tienen el mismo ADN. Alce de Pie señaló que son "Grandes Noticias arrivando", "cambios rápidos, pero llegando con lentitud." El también comentó que la Gente Estelar también es consciente de la Ley del Karma. 

Arvol Mirando Caballo, la 19ª Generación de Guardianes de la Sagrada Pipa del Ternero de Bisonte Blanco por parte de la Nación Lakota-Dakota-Nakota, había llamado por la Paz Mundial y el Día de Oración cayó el 21 de Junio, el Solsticio de Verano. 
Esto fue en respuesta a las Profecías compartidas por los Ancianos Líderes espirituales en las Naciones Unidas: que es el momento para comenzar la Sanación mundial y trabajar hacia la Paz y la Armonía del mundo.
Mientras Arvol Mirando Caballo hacía su plegaria, los otros Guardianes de los Haces Sagrados y muchos otros se reunieron en Grey Horn Butte -Monumento Nacional de la Torre del Diablo-, Alce de Pie y aquellos que participaban en la Danza del Sol en la Reserva de Yankton Sioux celebró una observancia en su apoyo. 

Mientras los representantes de las Cuatro Naciones observaban hacia las Puertas de las Cuatro Direcciones en la Danza del Sol, los bailarines reunidos y participantes, rezaron, por encima del Centro del Ritual de la Danza del Sol un Círculo hueco y delgado de cirros se formaban alrededor del Sol, refractando dentro sí un perfectamente circular Arco Iris. 

Aunque el viento subía desde el Oeste, y otras nubes dispersas volaron cerca, el Arco Iris circular se mantuvo perfecto e inmóvil durante más de una hora, según lo atestiguado por todos los participantes. 

En la Biblia, el Arco Iris es descrito como un Signo de paz favorable del Uno respecto a que los indios saben tanto como el Gran Espíritu. Quizás Tunkashila estaba indicando que podemos acercarnos al Final del Cuarto Mundo y en nuestra Inicio en el Quinto Mundo con Esperanza.



Diseño|Arte|Diagramación: Pachakamakin
Portada: Larry Carlson



11.11.2013

EL INMORTAL

Por Jorge Luis Borges
+Notas de Jorge Luis Borges en ADN CreadoreS





Solomon saith: There is no new thing upon 

the earth. So that as Plato had an 

imagination, that all knowledge was but 

remembrance; so Solomon given his sentence,
that all novelty is but oblivion
Francis Bacon; Essays, LVIII



En Londres, a principios del mes de Junio de 1929, el anticuario Joseph Cartaphilus, de Esmirna, ofreció a la princesa de Lucinge los seis volúmenes en cuarto menor [1715-1720] de la Iliada, de Pope. La princesa los adquirió; al recibirlos, cambió unas palabras con él.


Era, nos dice, un hombre consumido y terroso, de ojos grises y barba gris, de rasgos singularmente vagos. Se manejaba con fluidez e ignorancia en diversas Lenguas; en muy pocos minutos pasó del francés al inglés y del inglés a una conjunción enigmática de español de Salónica y de portugués de Macao. 

En Octubre, la princesa oyó por un pasajero del Zeus que Cartaphilus había muerto en el mar, al regresar a Esmirna, y que lo habían enterrado en la Isla de Ios. En el último tomo de la Iliada halló este manuscrito.

El original esta redactado en inglés y abunda en latinismos. La versión que ofrecemos es literal.

I

Que yo recuerde, mis trabajos empezaron en un Jardín de Tebas Hekatómpylos, cuando Diocleciano era emperador. Yo había militado -sin gloria- en las recientes guerras egipcias, yo era tribuno de una legión que estuvo acuartelada en Berenice, frente al Mar Rojo: la fiebre y la magia consumieron a muchos hombres que codiciaban magnánimos el acero. 

Los mauritanos fueron vencidos; la tierra que antes ocuparon las ciudades rebeldes fue dedicada eternamente a los dioses plutónicos; Alejandría, debelada, imploró en vano la misericordia del César; antes de un año las legiones reportaron el triunfo, pero yo logré apenas divisar el rostro de Marte. Esa privación me dolió y fue tal vez la causa de que yo me arrojara a descubrir, por temerosos y difusos desiertos, la secreta Ciudad de los Inmortales.

Mis trabajos empezaron, he referido, en un Jardín de Tebas. Toda esa noche no dormí, pues algo estaba combatiendo en mi corazón. Me levanté poco antes del alba; mis esclavos dormían, la Luna tenia el mismo color de la infinita arena. Un jinete rendido y ensangrentado venía del Oriente. A unos pasos de mi, rodó del caballo. 
Con una tenue voz insaciable me preguntó en latín el nombre del río que bañaba los muros de la ciudad. 

Le respondí que era el Egipto, que alimentan las lluvias. Otro es el río que persigo, replicó tristemente, el río secreto que purifica de la muerte a los hombres. Oscura sangre le manaba del pecho. Me dijo que su patria era una montaña que está del otro lado del Ganges y que en esa montaña era fama que si alguien caminara hasta el occidente, donde se acaba el mundo, llegaría al río cuyas aguas dan la inmortalidad. 

Agregó que en la margen ulterior se eleva la Ciudad de los Inmortales, rica en Baluartes y Anfiteatros y Templos. Antes de la aurora murió, pero yo determiné descubrir la ciudad y su río. Interrogados por el verdugo, algunos prisioneros mauritanos confirmaron la relación del Viajero; alguien recordó la llanura elísea, en el término de la tierra, donde la vida de los hombres es perdurable; alguien, las cumbres donde nace el Pactolo, cuyos moradores viven un siglo. 

En Roma, conversé con filósofos que sintieron que dilatar la vida de los hombres era dilatar su agonía y multiplicar el número de sus muertes. Ignoro si creí alguna vez en la Ciudad de los Inmortales: pienso que entonces me bastó la tarea de buscarla. Flavio, Procónsul de Getulia, me entregó doscientos soldados para la empresa. También recluté mercenarios, que se dijeron conocedores de los caminos y que fueron los primeros en desertar.

Los hechos ulteriores han deformado hasta lo inextricable el recuerdo de nuestras primeras jornadas. Partimos de Arsinoe y entramos en el abrasado desierto. Atravesamos el país de los trogloditas, que devoran Serpientes y carecen del comercio de la palabra; el de los garamantas, que tienen las mujeres en común y se nutren de Leones; el de los augilas, que sólo veneran el Tártaro. 

Fatigamos otros desiertos, donde es negra la arena, donde el Viajero debe usurpar las horas de la noche, pues el fervor del día es intolerable. De lejos divisé la montaña que dio nombre al Océano; en sus laderas crece el Euforbio, que anula los venenos; en la cumbre habitan los sátiros, nación de hombres ferales y rústicos, inclinados a la lujuria. Que esas regiones bárbaras, donde la tierra es madre de monstruos, pudieran albergar en su seno una ciudad famosa, a todos nos pareció inconcebible. 

Proseguimos la marcha, pues hubiera sido una afrenta retroceder. Algunos temerarios durmieron con la cara expuesta a la Luna; la fiebre los ardió; en el Agua depravada de las cisternas otros bebieron la locura y la muerte. Entonces comenzaron las deserciones; muy poco después, los motines. Para reprimirlos, no vacilé ante el ejercicio de la severidad. Procedí rectamente, pero un Centurión me advirtió que los sediciosos -ávidos de vengar la crucifixión de uno de ellos- maquinaban mi muerte. 

Huí del campamento con los pocos soldados que me eran fieles. En el desierto los perdí, entre los remolinos de arena y la vasta noche. Una flecha cretense me laceró. Varios días erré sin encontrar Agua, o un solo enorme día multiplicado por el Sol, por la sed y por el temor de la sed. Deje el camino al arbitrio de mi Caballo. En el alba, la lejanía se erizó de Pirámides y de Torres. 

Insoportablemente soñé con un exiguo y nítido Laberinto: en el centro había un cántaro; mis manos casi lo tocaban, mis ojos lo veían, pero tan intrincadas y perplejas eran las curvas que yo sabía que iba a morir antes de alcanzarlo.



II

Al desenredarme por fin de esa pesadilla, me vi tirado y maniatado en un oblongo nicho de piedra, no mayor que una sepultura común, superficialmente excavado en el agrio declive de una montaña. Los lados eran húmedos, antes pulidos por el tiempo que por la industria. Sentí en el pecho un doloroso latido, sentí que me abrazaba la sed. Me asomé y grité débilmente. 

Al pie de la montaña se dilataba sin rumor un arroyo impuro, entorpecido por escombros y arena; en la opuesta margen resplandecía -bajo el último sol o bajo el primero) la evidente Ciudad de los Inmortales. Vi muros, arcos, frontispicios y foros: el fundamento era una meseta de piedra. Un centenar de nichos irregulares, análogos al mío, surcaban la montaña y el valle. 

En la arena había pozos de poca hondura; de esos mezquinos agujeros -y de los nichos- emergían hombres de piel gris, de barba negligente, desnudos. Creí reconocerlos: pertenecían a la estirpe bestial de los trogloditas, que infestan las riberas del Golfo Arábigo y las grutas etiópicas; no me maravillé de que no hablaran y de que devoraran Serpientes.

La urgencia de la sed me hizo temerario. Consideré que estaba a unos treinta pies de la arena; me tiré, cerrados los ojos, atadas a la espalda las manos, montaña abajo. Hundí la cara ensangrentada en el Agua oscura. Bebí como se abrevan los animales. Antes de perderme otra vez en el Sueño y en los delirios, inexplicablemente repetí unas palabras griegas: Los ricos teucros de Zelea que beben el Agua negra del Esepo...

No sé cuántos días y noches rodaron sobre mi. Doloroso, incapaz de recuperar el abrigo de las cavernas, desnudo en la ignorada arena, dejé que la Luna y el Sol jugaran con mi aciago destino. Los trogloditas, infantiles en la barbarie, no me ayudaron a sobrevivir o a morir. En vano les rogué que me dieran muerte. Un día, con el filo de un pedernal rompí mis ligaduras. Otro, me levanté y pude mendigar o robar -yo, Marco Flaminio Rufo, Tribuno militar de una de las Legiones de Roma- mi primera detestada ración de carne de Serpiente.

La codicia de ver a los Inmortales, de tocar la sobrehumana Ciudad, casi me vedaba dormir. Como si penetraran mi propósito, no dormían tampoco los trogloditas: al principio inferí que me vigilaban; luego, que se habían contagiado de mi inquietud, como podrían contagiarse los perros. Para alejarme de la bárbara aldea elegí la más pública de las horas, la declinación de la tarde, cuando casi todos los hombres emergen de las grietas y de los pozos y miran el poniente, sin verlo. 

Oré en voz alta, menos para suplicar el favor divino que para intimidar a la tribu con palabras articuladas. Atravesé el arroyo que los médanos entorpecen y me dirigí a la Ciudad. Confusamente me siguieron dos o tres hombres. Eran -como los otros de ese linaje- de menguada estatura; no inspiraban temor, sino repulsión. 

Debí rodear algunas hondonadas irregulares que me parecieron canteras; ofuscado por la grandeza de la Ciudad, yo la había creído cercana. Hacia la medianoche, pisé, erizada de formas idólatras en la arena amarilla, la negra sombra de sus muros. Me detuvo una especie de horror sagrado. Tan abominadas del hombre son la novedad y el desierto que me alegré de que uno de los trogloditas me hubiera acompañado hasta el fin. Cerré los ojos y aguardé -sin dormir- que relumbrara el día.

He dicho que la Ciudad estaba fundada sobre una meseta de piedra. Esta meseta comparable a un acantilado no era menos ardua que los muros. En vano fatigué mis pasos: el negro basamento no descubría la menor irregularidad, los muros invariables no parecían consentir una sola puerta. La fuerza del día hizo que yo me refugiara en una caverna; en el fondo había un pozo, en el pozo una escalera que se abismaba hacia la tiniebla inferior. 

Bajé; por un caos de sórdidas galerías llegué a una vasta Cámara circular, apenas visible. Había Nueve Puertas en aquel sótano; Ocho daban a un Laberinto que falazmente desembocaba en la misma Cámara; la Novena -a través de otro Laberinto- daba a una Segunda Cámara circular, igual a la primera. Ignoro el Número total de las Cámaras; mi desventura y mi ansiedad las multiplicaron. 

El silencio era hostil y casi perfecto; otro rumor no había en esas profundas redes de piedra que un viento subterráneo, cuya Causa no descubrí; sin ruido se perdían entre las grietas hilos de Agua herrumbrada. Horriblemente me habitué a ese dudoso mundo; consideré increíble que pudiera existir otra cosa que sótanos provistos de Nueve Puertas y que sótanos largos que se bifurcan. 

Ignoro el tiempo que debí caminar bajo tierra; sé que alguna vez confundí, en la misma nostalgia, la atroz aldea de los bárbaros y mi ciudad natal, entre los racimos.

En el fondo de un corredor, un no previsto muro me cerró el paso, una remota luz cayó sobre mi. Alcé los ofuscados ojos: en lo vertiginoso, en lo altísimo, vi un circulo de cielo tan azul que pudo parecerme de púrpura. Unos peldaños de metal escalaban el muro. La fatiga me relajaba, pero subí, sólo deteniéndome a veces para torpemente sollozar de felicidad. 

Fui divisando capiteles y astrágalos, frontones triangulares y bóvedas, confusas pompas del granito y del mármol. Así me fue deparado ascender de la ciega región de negros Laberintos entretejidos a la resplandeciente Ciudad.

Emergí a una suerte de plazoleta; mejor dicho, de patio. Lo rodeaba un solo edificio de forma irregular y altura variable; a ese edificio heterogéneo pertenecían las diversas cúpulas y columnas. Antes que ningún otro rasgo de ese monumento increíble, me suspendió lo antiquísimo de su fábrica. Sentí que era anterior a los hombres, anterior a la Tierra. 

Esa notoria antigüedad -aunque terrible de algún modo para los ojos- me pareció adecuada al trabajo de obreros inmortales. Cautelosamente al principio, con indiferencia después, con desesperación al fin, erré por escaleras y pavimentos del inextricable Palacio. -Después averigüé que eran inconstantes la extensión y la altura de los peldaños, hecho que me hizo comprender la singular fatiga que me infundieron-. 

Este Palacio es fábrica de los Dioses, pensé primeramente. Exploré los inhabitados recintos y corregí: Los Dioses que lo edificaron han muerto. Noté sus peculiaridades y dije: Los dioses que lo edificaron estaban locos. Lo dije, bien lo sé, con una incomprensible reprobación que era casi un remordimiento, con más horror intelectual que miedo sensible. 

A la impresión de enorme antigüedad se agregaron otras; la de lo interminable, la de lo atroz, la de lo complejamente insensato. Yo había cruzado un Laberinto, pero la nítida Ciudad de los Inmortales me atemorizó y repugnó. Un Laberinto es una casa labrada para confundir a los hombres; su Arquitectura, pródiga en simetrías, esta subordinada a ese fin. En el Palacio que imperfectamente exploré, la Arquitectura carecía de fin. 

Abundaban el corredor sin salida, la alta ventana inalcanzable, la aparatosa puerta que daba a una celda o a un pozo, las increíbles escaleras inversas, con los peldaños y la balaustrada hacia abajo. Otras, adheridas aéreamente al costado de un muro monumental, morían sin llegar a ninguna parte, al cabo de dos o tres giros, en la tiniebla superior de las cúpulas. 

Ignoro si todos los ejemplos que he enumerado son literales; sé que durante muchos años infestaron mis pesadillas; no puedo ya saber si tal o cual rasgo es una transcripción de la realidad o de las formas que desatinaron mis noches. Esta Ciudad -pensé- es tan horrible que su mera existencia y perduración, aunque en el centro de un desierto secreto, contamina el Pasado y el Porvenir y de algún modo compromete a los Astros. 

Mientras perdure, nadie en el mundo podrá ser valeroso o feliz. No quiero describirla; un caos de palabras heterogéneas, un cuerpo de Tigre o de Toro, en el que pulularan monstruosamente, conjugados y odiándose, dientes, órganos y cabezas, pueden -tal vez- ser imágenes aproximativas.

No recuerdo las etapas de mi regreso, entre los polvorientos y húmedos hipogeos. Únicamente sé que no me abandonaba el temor de que, al salir del último Laberinto, me rodeara otra vez la nefanda Ciudad de los Inmortales. Nada más puedo recordar. Ese olvido, ahora insuperable, fue quizá voluntario; quizá las circunstancias de mi evasión fueron tan ingratas que, en algún día no menos olvidado también, he jurado olvidarlas.
III

Quienes hayan leído con atención el Relato de mis trabajos recordaran que un hombre de la tribu me siguió como un perro podía seguirme, hasta la sombra irregular de los muros. Cuando salí del último sótano, lo encontré en la boca de la caverna. Estaba tirado en la arena, donde trazaba torpemente y borraba una hilera de Signos que eran como las Letras de los Sueños, que uno está a punto de entender y luego se juntan. 

Al principio, creí que se trataba de una Escritura bárbara; después vi que es absurdo imaginar que hombres que no llegaron a la palabra lleguen a la Escritura. Además, ninguna de las formas era igual a otra, lo cual excluía o alejaba la posibilidad de que fueran simbólicas. El hombre las trazaba, las miraba y las corregía. De golpe, como si le fastidiara ese juego, las borró con la palma y el antebrazo. Me miró, no pareció reconocerme. 

Sin embargo, tan grande era el alivio que me inundaba -o tan grande y medrosa mi soledad- que di en pensar que ese rudimental troglodita, que me miraba desde el suelo de la caverna, había estado esperándome. El Sol caldeaba la llanura; cuando emprendimos el regreso a la aldea, bajo las primeras estrellas, la arena era ardorosa bajo los pies. El troglodita me precedió; esa noche concebí el propósito de enseñarle a reconocer, y acaso a repetir, algunas palabras. 

El Perro y el Caballo -reflexioné- son capaces de lo primero; muchas aves, como el Ruiseñor de los Césares, de lo último. Por muy basto que fuera el entendimiento de un hombre, siempre sería superior al de irracionales.

La humildad y miseria del troglodita me trajeron a la memoria la imagen de Argos, el viejo Perro moribundo de La Odisea. Y así le puse el nombre de Argos y traté de enseñárselo. Fracasé y volví a fracasar. Los arbitrios, el rigor y la obstinación fueron del todo vanos. Inmóvil, con los ojos inertes, no parecía percibir los sonidos que yo procuraba inculcarle. A unos pasos de mí, era como si estuviera muy lejos. 

Echado en la arena, como una pequeña y ruinosa esfinge de lava, dejaba que sobre él giraran los cielos, desde el crepúsculo del día hasta el de la noche. Juzgué imposible que no se percatara de mi Propósito. Recordé que es fama entre los etíopes que los Monos deliberadamente no hablan para que no los obliguen a trabajar y atribuí a suspicacia o a temor el silencio de Argos. 

De esa imaginación pasé a otras, aún mas extravagantes. Pensé que Argos y yo participábamos de universos distintos; pensé que nuestras percepciones eran iguales, pero que Argos las combinaba de otra manera y construía con ellas otros objetos; pensé que acaso no había objetos para él, sino un vertiginoso y continuo juego de impresiones brevísimas. 

Pensé en un mundo sin Memoria, sin Tiempo; consideré la posibilidad de un Lenguaje que ignorara los sustantivos, un Lenguaje de verbos impersonales o de indeclinables epítetos. Así fueron muriendo los días y con los días los años, pero algo parecido a la felicidad ocurrió una mañana. Llovió, con lentitud poderosa. Las noches del desierto pueden ser frías, pero aquélla había sido un fuego. 

Soñé que un río de Tesalia -a cuyas Aguas yo había restituido un Pez de Oro- venia a rescatarme; sobre la roja arena y la negra piedra yo lo oía acercarse; la frescura del aire y el rumor atareado de la Lluvia me despertaron. Corrí desnudo a recibirla. Declinaba la noche: bajo las nubes amarillas la tribu, no menos dichosa que yo, se ofrecía a los vívidos aguaceros en una especie de éxtasis. 

Parecían coribantes a quienes posee la Divinidad. Argos, puestos los ojos en la esfera, gemía; raudales le rodaban por la cara; no sólo de Agua, sino -después lo supe- de lagrimas. Argos, le grité, Argos.

Entonces, con mansa admiración, como si descubriera una cosa perdida y olvidada hace mucho tiempo, Argos balbuceó estas palabras: Argos, perro de Ulises. Y después, también sin mirarme: Este Perro tirado en el estiércol.

Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real. Le pregunté qué sabia de La Odisea. La practica del griego le era penosa; tuve que repetir la pregunta. Muy poco, dijo. Menos que el rapsoda más pobre. Ya habrán pasado mil cien años desde que la inventé.

IV

Todo me fue dilucidado, aquel día. Los trogloditas eran los Inmortales; el riacho de Aguas arenosas, el río que buscaba el jinete. En cuanto a la ciudad cuyo renombre se había dilatado hasta el Ganges, nueve siglos hacía que los Inmortales la habían asolado. 


Con las reliquias de su ruina erigieron, en el mismo lugar, la desatinada ciudad que yo recorrí: suerte de parodia o reverso y también templo de los dioses irracionales que manejan el mundo y de los que nada sabemos, salvo que no se parecen al hombre. 

Aquella fundación fue el último símbolo a que condescendieron los Inmortales; marca una etapa en que, juzgando que toda empresa es vana, determinaron vivir en el pensamiento, en la pura especulación. Erigieron la Fábrica, la olvidaron y fueron a morar en las cuevas. Absortos, casi no percibían el Mundo Físico.

Esas cosas Homero las refirió, como quien habla con un niño. También me refirió su vejez y el postrer Viaje que emprendió, movido, como Ulises, por el propósito de llegar a los hombres que no saben lo que es el mar ni comen carne sazonada con sal ni sospechan lo que es un remo. Habitó un siglo en la Ciudad de los Inmortales. 


Cuando la derribaron, aconsejó la fundación de la otra. Ello no debe sorprendemos; es fama que después de cantar la guerra de Ilión, cantó la guerra de las ranas y los ratones. Fue como un dios que creara el Cosmos y luego el Caos.

Ser Inmortal es baladí; menos el hombre, todas las Criaturas lo son, pues ignoran la Muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse Inmortal. He notado que, pese a las religiones, esa convicción es rarísima. Israelitas, cristianos y musulmanes profesan la inmortalidad, pero la veneración que tributan al primer siglo prueba que sólo creen en él, ya que destinan todos los demás, en número infinito, a premiarlo o a castigarlo. 


Más razonable me parece la rueda de ciertas religiones del Indostán; en esa rueda, que no tiene principio ni fin, cada vida es efecto de la anterior y engendra la siguiente; pero ninguna determina el conjunto... Adoctrinada por un ejercicio de siglos, la república de hombres Inmortales había logrado la perfección de la tolerancia y casi del desdén. Sabia que en un plazo infinito le ocurren a todo hombre todas las cosas. 

Por sus pasadas o futuras virtudes todo hombre es acreedor a toda bondad, pero también a toda traición, por sus infamias del Pasado o del Porvenir. Así como en los juegos de azar las cifras pares y las cifras impares tienden al equilibrio, así también se anulan y se corrigen el ingenio y la estolidez, y acaso el rústico poema del Cid es el contrapeso exigido por un solo epíteto de las Églogas o por una sentencia de Herálito. 

El pensamiento mas fugaz obedece a un dibujo invisible y puede coronar, o inaugurar, una forma secreta. Sé de quienes obraban el mal para que en los siglos futuros resultara el bien, o hubiera resultado en los ya pretéritos... Encarados así, todos nuestros actos son justos, pero también son indiferentes. No hay méritos morales o intelectuales. 

Homero compuso La Odisea; postulado un plazo infinito, con infinitas circunstancias y cambios, lo imposible es no componer, siquiera una vez, La Odisea. Nadie es alguien, un solo hombre inmortal es todos los hombres. Como Cornelio Agrippa, soy Dios, soy Héroe, soy Filósofo, soy Demonio y soy Mundo, lo cual es una fatigosa manera de decir que no soy.

El concepto del mundo como sistema de precisas compensaciones influyó vastamente en los Inmortales. En primer término, los hizo invulnerables a la piedad. He mencionado las antiguas canteras que rompían los campos de la otra margen; un hombre se despeñó en la mas honda; no podía lastimarse ni morir, pero lo abrasaba la sed; antes que le arrojaran una cuerda pasaron setenta años. 


Tampoco interesaba el propio destino. El cuerpo era un sumiso animal doméstico y le bastaba, cada mes, la limosna de unas horas de sueño, de un poco de Agua y de una piltrafa de carne. Que nadie quiera rebajarnos a ascetas. No hay placer mas complejo que el pensamiento y a él nos entregábamos. A veces, un estímulo extraordinario nos restituía al Mundo Físico. 

Por ejemplo, aquella mañana, el viejo goce elemental de la Lluvia. Esos lapsos eran rarísimos; todos los Inmortales eran capaces de perfecta quietud; recuerdo alguno a quien jamas he visto de pie: un pájaro anidaba en su pecho.

Entre los corolarios de la doctrina de que no hay cosa que no esté compensada por otra, hay uno de muy poca importancia teórica, pero que nos indujo, a fines o a principios del Siglo X, a dispersarnos por la faz de la Tierra. Cabe en estas palabras: Existe un río cuyas aguas dan la Inmortalidad; en alguna región habrá otro río cuyas Aguas la borren. 


El número de ríos no es infinito; un Viajero inmortal que recorra el mundo acabará, algún día, por haber bebido de todos. Nos propusimos descubrir ese río.

La muerte -o su alusión- hace preciosos y patéticos a los hombres. Estos se conmueven por su condición de fantasmas; cada acto que ejecutan puede ser último; no hay rostro que no esté por desdibujarse como el rostro de un Sueño. Todo, entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso. 


Entre los lnmortales, en cambio, cada acto -y cada pensamiento- es el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otros que en el Futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no esté como perdida entre infatigables espejos. Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario. 

Lo elegíaco, lo grave, lo ceremonial, no rigen para los Inmortales. Homero y yo nos separamos en las puertas de Tánger; creo que no nos dijimos adiós.
V

Recorrí nuevos Reinos, nuevos Imperios. En el Otoño de 1066 milité en el Puente de Stamford, ya no recuerdo si en las filas de Harold, que no tardó en hallar su destino, o en las de aquel infausto Harald Hardrada que conquistó seis pies de tierra inglesa, o un poco más. En el Séptimo Siglo de la Héjira, en el arrabal de Bulaq, transcribí con pausada caligrafía, en un Idioma que he olvidado, en un Alfabeto que ignoro, los Siete Viajes de Simbad y la Historia de la Ciudad de Bronce. 


En un patio de la cárcel de Samarcanda he jugado muchísimo al Ajedrez. En Bikanir he profesado la Astrología y también en Bohemia. En 1038 estuve en Kolozsvar y después en Leipzig. En Aberdeen, en 1714, me suscribí a los Seis Volúmenes de La Iliada, de Pope; sé que los frecuenté con deleite. Hacia 1729 discutí el origen de ese poema con un Profesor de retórica, llamado, creo, Giambattista; sus razones me parecieron irrefutables. 

El Cuatro de Octubre de 1921, el Patna, que me conducía a Bombay, tuvo que fondear en un puerto de la costa eritrea [1]. Bajé; recordé otras mañanas muy antiguas, también frente al Mar Rojo; cuando yo era Tribuno de Roma y la fiebre y la magia y la inacción consumían a los soldados. En las afueras vi un caudal de Agua clara; la probé, movido por la costumbre. 

Al repechar la margen, un árbol espinoso me laceró el dorso de la mano. El inusitado dolor me pareció muy vivo. Incrédulo, silencioso y feliz, contemplé la preciosa formación de una lenta gota de sangre. De nuevo soy mortal, me repetí, de nuevo me parezco a todos los hombres. Esa noche, dormí hasta el amanecer.

...He revisado, al cabo de un año, estas paginas. Me consta que se ajustan a la verdad, pero en los primeros capítulos, y aun en ciertos párrafos de los otros, creo percibir algo falso. Ello es obra, tal vez, del abuso de rasgos circunstanciales, procedimiento que aprendí de los poetas y que todo lo contamina de falsedad, ya que esos rasgos pueden abundar en los hechos, pero no en su Memoria... 


Creo, sin embargo, haber descubierto una razón mas íntima. La escribiré; no importa que me juzguen fantástico. La Historia que he narrado parece irreal porque en ella se mezclan los sucesos de dos hombres distintos. 

En el Primer Capítulo, el jinete quiere saber el nombre del río que baña las murallas de Tebas; Flaminio Rufo, que antes ha dado a la ciudad el epíteto de Hekatómpylos, dice que el río es el Egipto; ninguna de esas locuciones es adecuada a él, sino a Homero, que hace mención expresa, en La Ilíada, de Tebas Hekatómpylos, y en La Odisea, por boca de Proteo y de Ulises, dice invariablemente Egipto por Nilo. 

En el Capítulo Segundo, el romano, al beber el Agua inmortal, pronuncia unas palabras en griego; esas palabras son homéricas y pueden buscarse en el fin del famoso Catálogo de las Naves. Después, en el vertiginoso Palacio, habla de «una reprobación que era casi un remordimiento»; esas palabras corresponden a Homero, que había proyectado ese horror. 

Tales anomalías me inquietaron; otras, de orden estético, me permitieron descubrir la verdad. El Ultimo Capitulo las incluye; ahí esta escrito que milité en el Puente de Stamford, que transcribí, en Bulaq, los Viajes de Simbad el Marino y que me suscribí, en Aberdeen, a La Ilíada inglesa de Pope. Se lee, inter alia: «En Bikanir he profesado la astrología y también en Bohemia». 

Ninguno de esos testimonios es falso; lo significativo es el hecho de haberlos destacado. El primero de todos parece convenir a un hombre de guerra, pero luego se advierte que el narrador no repara en lo bélico y sí en la suerte de los hombres. Los que siguen son mas curiosos. Una oscura razón elemental me obligó a registrarlos; lo hice porque sabía que eran patéticos. 

No lo son, dichos por el romano Flaminio Rufo. Lo son, dichos por Homero; es raro que éste copie, en el Siglo Trece las Aventuras de Simbad, de otro Ulises. y descubra a la vuelta de muchos siglos, en un reino boreal y un idioma bárbaro, las formas de su Ilíada. En cuanto a la oración que recoge el nombre de Bikanir, se ve que la ha fabricado un hombre de letras, ganoso -como el autor del Catálogo de las Naves- de mostrar vocablos espléndidos [2].

Cuando se acerca el fin, ya no quedan imágenes del recuerdo; sólo quedan palabras. No es extraño que el Tiempo haya confundido las que alguna vez me representaron con las que fueron Símbolos de la Suerte de quien me acompañó tantos siglos. Yo he sido Homero; en breve, seré Nadie, como Ulises; en breve, seré todos: estaré muerto.

Posdata de 1950. Entre los comentarios que ha despertado la publicación anterior, el más curioso, ya que no el mas urbano, bíblicamente se titula A coat of many colours -Manchester, 1948- y es obra de la tenacísima pluma del doctor Nahum Cordovero. Abarca unas cien paginas. 


Habla de los centones griegos, de los centones de la baja latinidad, de Ben Jonson, que definió a sus contemporáneos con retazos de Séneca, del Virgilius evangelizans, de Alexander Ross, de los artificios de George Moore y de Eliot y, finalmente, de “la narración atribuida al anticuario Joseph Cartaphilus”. 

Denuncia, en el Primer Capítulo, breves interpolaciones de Plinio -Historia naturalis, V, 8-; en el Segundo, de Thomas de Quincey -Writings, III, 439-; en el Tercero, de una epístola de Descartes al embajador Pierre Chanut; en el Cuarto, de Bernard Shaw -Back to Methuselah, V-. Infiere de esas intrusiones, o hurtos, que todo el documento es apócrifo.

A mi entender, la conclusión es inadmisible. Cuando se acerca el fin, escribió Cartaphilus, ya no quedan imágenes del recuerdo; solo quedan palabras. Palabras, palabras desplazadas y mutiladas, palabras de otros, fue la pobre limosna que le dejaron las horas y los siglos.



A Cecilia Ingenieros

Diseño|Arte|Diagramación: Pachakamakin
Portada: Ernst Fuchs.


NOTAS:

[1] Hay una tachadura en el manuscrito: quizá el nombre del puerto ha sido borrado.

[2] Ernesto Sábato sugiere que el “Giambattista” que discutió la formación de La llíada con el anticuario Cartaphilus es Giambattista Vico; ese italiano defendía que Homero es un personaje simbólico, a la manera de Plutón o de Aquiles.