Por Gustavo Fernández
Más allá de la rima del título (que en honor a la verdad juro no haberme propuesto), posiblemente muchos lectores alguna vez se habrán preguntado el porqué de la recurrente mención de la estrella Alción (o Alcione) en el material ovnilógico, especialmente en el de neto corte contactista. Además de vincularse a las afirmaciones de ser éste el punto de origen de alguna de las Inteligencias que nos visitan, he aquí una especulación que podría interesarles.
En su libro El día más joven, Paúl Otto Hesse (creo que con ningún parentesco con Herman Hesse) afirma que la estrella Alcione se encuentra rodeada por un anillo de tipo “saturnino”, de varios cientos de años luz de extensión y “manásico” (palabra vinculada a la expresión “manas” y que define en muchos pueblos, extrañamente de manera común, a una especie de “energía” vital inmanente a la Naturaleza —digresión, el “maná” hebreo, ¿Se referiría a algún tipo de “sustentación biológica energética” más que a alimento oral?formado por radiaciones de un tipo muy particular, efecto de la rotura, división o descomposición de los electrones, razón por la cual esa energía viaja por el espacio a una velocidad mucho mayor a la de los electrones normales, produciendo una excitación molecular y atómica que modifica la materia que encuentra en su camino.
A partir de una fecha imprecisa pero inmediata, según el autor, nuestro Sistema solar, en su deambular por el cosmos, ingresaría en el disco manásico de Alcione, lo que dispararía cambios trascendentales en la especie humana. Algunos de esos cambios estarían vinculados con el despertar de sentidos extrasensoriales y un conocimiento omnímodo de toda la Realidad.
Estas referencias carecerían de importancia más allá de lo bibliográfico si no fuera que es imposible dejar de pensar en las reiteradas referencias que en toda la Gran Pirámide de Keops encontramos con respecto a Alcione. Ya Piazza Smith había señalado que trazando una perpendicular al pasillo descendente (el mismo que apunta a la Estrella Polar) la misma señala a Alcione, en la constelación de Las Pléyades. ¿Por qué sus antiguos constructores la señalaron con tanta firmeza? ¿Conocían el “disco manásico”?¿Y por qué estas referencias se encuentran vinculadas al número siete?
En reiteradas lecturas espirituales a través de todo el mundo (yo tuve la oportunidad de asistir a una de ellas en 1978) se viene afirmando que nuestro sistema solar orbita en la séptima órbita alrededor de Alcione. Otra vez el siete. El mismo número tan presente en la naturaleza, la humana y las demás.
Una vez más veo aquí las correspondencias de la parte del Todo con ese Todo, al obligarnos nuestro posicionamiento a vibrar tan extrañamente con ese número (¿es necesario recordarlo?: siete notas musicales, siete colores en el espectro, “involuntariamente” elegimos siete maravillas del mundo —y no seis, o doce— cada siete meses se renueva celularmente el organismo y así en número incalculable).
Y otra vez, también, Las Pléyades. Más allá de Billy Meier y otros contactados, el astrónomo José Comas Solá advirtió que las seis más visibles —siete con la propia Alcione— forman realmente un sistema físico: es decir, no se trata de una agrupación imaginaria de puntos luminosos sin otra relación que la fantasía visual entre sí, sino que obedecen a un centro gravitatorio, girando como hacen nuestros planetas alrededor del Sol. En realidad, Alcione sería ese centro. Y Hesse apunta que nuestro propio Sol, entonces, estaría en la séptima órbita, y aquí el número siete vuelve a adquirir significativa relevancia.
No vamos a discutir aquí la existencia del “anillo manásico”. O sí. Porque lo que queremos es presentar un esbozo de respuesta a una pregunta que suelen hacerse algunos estudiosos de estas disciplinas espirituales. Y tiene que ver con la rima del título.
Por “Registros Akhásicos”, entendemos un “plano”, “dimensión” o “esfera” —empleen el término que ustedes deseen— donde los conocimientos del Todo, del Tiempo y el Universo, del Ayer, el Hoy y el Mañana, están de alguna manera ya presentes, accesibles a quienes desarrollan las vías metafísicas de acceso a esa información, donde el Karma propio y ajeno, universal y mundano, queda inscripto. Una especie de Gran Banco de Datos Universal, una Universal Wide Web atemporal y espiritual.
Pero lo que proponemos con el sólo motivo de especulación intelectual, es suponer que Alcione no tiene un anillo manásico del cual carezcan otras estrellas, sino tan sólo es ése especial por circunstancias que serán motivo de otro artículo. Pero que es entonces posible suponer que cada estrella, también nuestro Sol, tienen su propio anillo manásico, el reservorio de información de las culturas, razas y existencias de su zona de influencia.
Así que lo que a continuación nos preguntaremos es si existe alguna evidencia de que el Sol, o nuestro sistema solar, tengan ese particular “plano vibratorio” al margen de los conocimientos de la ciencia ortodoxa. Y, para ello, apelo a la paciencia del lector: vamos a desempolvar algún material de mi amarillenta biblioteca de papel.
UN ARTICULO INJUSTAMENTE OLVIDADO
Este trabajo que reproduzco a continuación —y que sugiero leer con atención— nos revela no sólo pistas para abonar esta teoría; también, nos habla de un “complot del silencio” destinado a privarnos de información que, por los infinitos horizontes que abre al conocimiento, y pese a no haber sido desmentido nunca por investigaciones ulteriores hasta donde tenemos noticias, nos dice de cómo desde la misma ciencia se acalla las voces de sus propios miembros que pudieran atentar contra el “establishment” de lo establecido:
REVELACIONES DE CIENTIFICOS EUROPEOS
Nota del Centro Internacional de Psicobiofísica de Bérgamo (Italia), publicada originalmente en la Revista Centro Ricerche Biopsichiche de Padova, Mayo de 1966.
Se ha realizado en Campidoglio el anunciado congreso científico por la antigua y gloriosa Academia Teatina, que preside el Ingeniero Angelo De Luca, y que integran los más eminentes científicos europeos, tales como el premio Nobel Louis Brolie; el profesor M. Tedeschini; el profesor E. Medi, presidente del EURATOM; el profesor Polvani, ex presidente del Consejo Nacional de Investigaciones; el profesor Augel, de la Sorbona, director de investigaciones espaciales europeas; el profesor Courier, de la Academia de Ciencias de París; el profesor Pende; Frigoni; Bompiani; Cinquini; Ottaviani; Dúchense, de Lieja; Yoffe, de Cambridge; Siegmund, de Bonn; etc.
El congreso ha tratado y puesto en evidencia los trabajos de un “equipo” de científicos italianos que ha descubierto la identidad fluido-dinámica de la estructura de la energía radiante, de la materia y del espacio que la circunda, alcanzando a demostrar que la velocidad de la luz es relativa.
Entre los científicos ha sido mencionado Marco Tedeschini, profesor universitario de mecánica racional y electrónica, ex colaborador de Marconi y Levi-Civita, y conocido en todo el mundo por su famosa "Teoría de las apariencias”, de cuyos principios ha sido posible realizar muchas aplicaciones prácticas, ya sea en el campo de la física como en el de la neurología, el cual ha demostrado con una serie de pruebas sobre las transmisiones ópticas que el espacio se comporta como un fluido que tiene una densidad 100 cuatrillones de veces inferior a la del agua, cuyos vórtices forman los sistemas atómicos y astronómicos de la materia con sus campos de fuerza atractivas, y cuyas oscilaciones constituyen, según sus frecuencias, las diferentes calidades de energía ondulatoria.
De tales experimentos ha resultado también que La Tierra transporta consigo, en su movimiento de revolución anual, el propio ambiente circundante de espacio fluido, así como transporta consigo su cubierta atmosférica. Nuestro globo y la esfera planetaria de espacio fluido que lo circunda, son a su vez sumergidos en el vórtice solar, en una corriente fluida que tiene una velocidad de 60 kilómetros por segundo.
El campo rodante fluido solar y aquél planetario terrestre se mueven cada uno subdivididos, como una cebolla, en estratos esféricos concéntricos de espacio fluido que tiene espesor constante y velocidad de rotación inversamente proporcional a la raíz cuadrada de su radio.
De los experimentos citados ha sido posible advertir y medir, ya sea la corriente fluida que tiene una velocidad de 9.335 km/seg, y circula en torno a nuestro planeta en el sentido de su rotación diurna y que produce con su empuje centrípeto sobre los cuerpos en ella sumergidos, la aceleración de caída sobre nuestro globo; ya sea la corriente solar, que tiene una velocidad de 60 km/seg, que arrastra a La Tierra y a su esfera planetaria en su solidario movimiento de revoluciones y que provoca la gravedad que las tiene ligadas al Sol.
La importancia de la confirmación experimental de la existencia de un fluido universal y de sus movimientos de rotación y revolución astronómicas arriba citados, consiste en el hecho de que tales movimientos explican la desviación angular que sufren los rayos que les proviene de las estrellas, o sea la aberración descubierta por Bradley en 1727, y también el éxito del experimento Michelson efectuado en 1887, en perfecta armonía con la relatividad clásica de Galileo, a la cual es indispensable por consiguiente volver, abandonando todas las seudo-relatividades en contraste con la geometría euclídea, las cuales fueron toleradas por medio siglo solamente, porque no parecía posible conciliar de otra manera los dos fenómenos ópticos indicados.
También el profesor Renato De Luca, presidente del Comitato Italiano Richerche Matematiche, procediendo por otro camino, ha llegado a las mismas conclusiones. En efecto, descubrió un nuevo y más exacto binomio de dilatación térmica, que introducido en la ecuación de la termodinámica le rinde útiles resultados al cálculo preciso de los prolongamientos térmicos de los cuerpos, del calor específico, de los valores de la energía cinética de los gases, y de la temperatura de los astros. Pero lo que más importa es que la ecuación de Planck que expresa la energía en función de las temperaturas y que exige el repudio de la cinemática clásica, está sustituida por otra que responde en pleno a tal cinemática.
En fin, los profesores E. Borgognone y D. Mattiotto, han demostrado que también las perturbaciones electromagnéticas tienen velocidad relativa, como resulta de los experimentos cumplidos de estos dos físicos con electrones lanzados en tubos catódicos circundados de oportunos campos magnéticos.
Los trabajos mencionados son de excepcional valor científico en cuanto demuestran que: la aberración de la luz; los resultados de los experimentos de Michelson, Morley, Picard, Sthäel, Miller; el alejamiento de los rayos estelares pasados al costado del Sol; el alejamiento del perihelio de Mercurio; los Efectos Doppler, Fizeau, Kauffmann, Mossbauer; la energía liberada de las bombas atómicas; la variación de la energía por saltos en el pasaje de un electrón de un estrato a otro del campo atómico (nota del autor: el “spin”) la conciliación entre las leyes de la mecánica y del electromagnetismo son explicables con la cinemática clásica solamente, considerando la existencia del fluido universal hace poco hallado experimentalmente.
En el universo se verifica entonces solamente la relatividad de Galileo. Pero esta certeza es la de la existencia de un fluido universal, sustrato de cada materia y energía, como ha demostrado Tedeschini en sus obras La teoría de las apariencias, La Psicobiofísica, La llave del Universo, La unificación de la materia y de sus campos de fuerzas, Experimentos decisivos por la física moderna (publicadas por el Centro de Psicobiofísica de Bérgamo, vía Fra Damiano), nos permite volver a las claras y seguras fuentes de la cinemática clásica, de resolver toda la antítesis de la física teorética y de alcanzar con la fluidodinámica aquella ciencia cósmica unitaria que desde siglos está en la aspiración humana, y que comprende no sólo los fenómenos físicos, sino también los biológicos y psíquicos, trinidad de realidad que se manifiesta en el Universo.
En consecuencia, de lo que antecede, el congreso que se desarrolló en Campodoglio ha fundado un Centro Studi Pacinotti, institución que tiene los fines de formular cátedras universitarias de Psicobiofísica en Italia y en el extranjero, para que tal ciencia unitaria, madre de todas las otras, sea enseñada, desarrollada por todas partes con la rapidez que reclaman los tiempos, y sean tratadas en sus principios, nuevos conocimientos e invenciones para el ulterior progreso de todas las ramas del saber y para el bienestar material y espiritual de cada uno y de la humanidad. De este artículo podemos extraer algunas reflexiones:
Recordar, por ejemplo, que Hippolite León Denizard Rivail, más conocido por su seudónimo de “Allan Kardec”, codificador del Espiritismo, en su libro Génesis, Milagros y Predicciones, en el capítulo XIV, artículo Los Fluidos, ya había anticipado casi en las mismas palabras la existencia de estos campos fluídicos revelados por las entidades con él comunicantes. Lejos está de mi intención propugnar con esta observación una defensa de esta filosofía o religión (como se la quiera conceptualizar) sino señalar, con esta coincidencia, la accesibilidad por medios espirituales (a fin de cuentas, aún podemos discutir con “quién” o “qué” comunicaba Kardec) a este conocimiento y la ratificación que la metodología científica aporta a lo que, si leen especialmente las líneas destacadas, bien podríamos llamar el “anillo manásico” de nuestro Sistema Solar.
Retrotraernos a la Ley de Correspondencia (“la parte de todo está en el Todo”) y señalar que el comportamiento del “aura” (porción del campo bioplasmático que sobresale del cuerpo físico) con su característica rotación es, en lo microcósmico, apenas un reflejo de la “corriente de fluido” macrocósmica que arrastra a la Tierra.
Pero lo que considero más importante es ese párrafo que destaqué y que nuevamente reproduzco:
“De tales experimentos ha resultado también que la Tierra transporta consigo, en su movimiento de revolución anual, el propio ambiente circundante de espacio fluido, así como transporta consigo su cubierta atmosférica.”Porque de lo que nos está hablando aquí el autor, es de la certeza, por lo menos para esos científicos, de que nuestra Tierra, y el Sistema Solar todo, posee una especie de “campo etéreo” que le es propio, y que pondría en evidencia que dicha situación, de repetirse en Alcione, no sería un extraño caso particular, sino simplemente otra circunstancia de similar tenor, aunque tal vez de características especiales.
LAS HIPOTESIS DEL BANCO DE IMAGENES
Quizás emparentada con la propuesta jungiana del “Inconsciente Colectivo”, la idea de los Registros Akhásicos se asimila a la suposición de un banco de imágenes universal, a donde concurren todas las experiencias y vivencias de todos los seres vivos y de donde se obtiene la información elemental, basal, fundamental, para modelar en la realidad las experiencias y vivencias por venir.
Aunque parezca forzada, esta posibilidad ciertamente sirve para explicar todos los aspectos de ciertas “apariciones” y fenómenos psíquicos, habida cuenta de que —a ello ya nos referiremos en otras oportunidades— descreemos de una explicación meramente patológica o psicopatológica para explicarlas.
El típico caso donde una aparición alerta a un sujeto de un inminente peligro —siendo indiferente si se trata de una supuesta entidad espiritual, el tío fallecido o la madre localizada a miles de kilómetros, gozando de buena salud pero ignorante de las vicisitudes del protagonista— es un buen ejemplo de ello.
Existe una gratuita tendencia innata a concluir que se trata, o bien de un “doble”, algo así como una proyección astral del ser querido para alertarle, o bien del conocimiento premonitorio o telepático del riesgo por venir y una dramatización posterior para su mejor comprensión por parte del destinatario. Pero para comprender por qué reivindicamos para este tipo de casos la teoría de los Registros Akhásicos, permítasenos remitirnos a un caso específico (referido e investigado por alguien tan confiable como Louise Rhine):
Durante la Primera Guerra Mundial, un prisionero canadiense en Alemania logró escapar y, de noche y durante una tormenta de nieve, llegó a una encrucijada en la que un camino conducía hacia Holanda y una probable seguridad, y el otro hacia una captura casi cierta. Vaciló y luego optó por uno de los caminos. De repente, se le apareció la figura de su hermano (que hasta esa hora dormía apaciblemente en Inglaterra, ignorante de todo) muy clara y vívida, y le dijo: “No, Richard, por ese camino no. ¡Toma por el otro camino, idiota!”. El resultado fue que aquél hombre que huía, tomó el otro camino y se salvó.
El hermano no sólo no tenía idea del peligro que acosaba al prisionero, sino que seguramente tampoco habría podido aconsejarle respecto de qué camino tomar. Esto es lo mismo que decir que, a los efectos prácticos, el hermano del fugitivo nada contaba para con este asunto. Ahora bien, supongamos que el inconsciente del hermano en Inglaterra se dio cuenta de la situación de peligro del perceptor; su preocupación podría haberle hecho intervenir como una “aparición” en momento de crisis. O que dicha aparición era una dramatización creada por el inconsciente del perceptor, un modo conveniente de expresar la advertencia, tras adquirir intuitivamente la información correcta.
Si se trata de la primera posibilidad, es razonable suponer que nadie poseía la información: o sea, que no había una persona viva que conociera la ecuación camino correcto –duda del sujeto-. Sea lo que fuere lo que guió al perceptor, era alguien o algo con acceso a un conocimiento más que comúnmente accesible, pero no el hermano como tal.
Si se trata del segundo caso, tendríamos que preguntarnos por qué todo ese trabajo de representar a su hermano; después de todo, hay docenas de casos documentados en los que las personas fueron advertidas por simples premoniciones, corazonadas o pálpitos. Y aunque dejemos abierta la posibilidad de que un agente externo intervino, en uno u otro sentido, ocurrió el acceso a alguna fuente de información, y para explicarlo se necesita algo parecido a la hipótesis del banco de imágenes.
Esta hipótesis además nos ayudaría en algunos problemas de estas disciplinas; por ejemplo, cómo los sujetos voluntarios sometidos a un experimento de abducción imaginaria aparecieron con narraciones tan parecidas a los que produjeron los secuestrados presuntamente reales, o permiten comprender mejor las extrañas correspondencias entre la ciencia ficción y ciertas categorías de apariciones de OVNIs cuando los testigos, en este segundo caso, generalmente son lo suficientemente iletrados como para descartar lecturas de oscuras publicaciones fantásticas de decenios anteriores generalmente en idiomas que no les son propios.
Los Arquetipos de Jung pueden estar almacenados en estos Registros Akhásicos, y la teoría del campo morfogenético de Ruppert Sheldrake, que sugiere que todos los organismos son de algún modo “conscientes” de lo que les ocurre a otros organismos de su tipo, no es más que una manera distinta de llamar al mismo principio.
LA "PSICOMETRIA" Y LOS REGISTROS AKASHICOS
Aquí no nos referiremos a lo que por tal término se conoce en Psicología (la evaluación y medición de patrones intelectuales mediante “tests”) sino a lo que en Parapsicología conocemos por tal término, es decir, al proceso por el cual ciertos psíquicos, teniendo en sus manos un objeto determinado, logran “evocar” detalles de sus dueños o de las circunstancias en las que ese objeto se vio envuelto.
La tendencia popular es suponer que ese objeto retiene “vestigios de memoria” de los sucesos en los cuales participó, como si los hechos fueran una melaza pegajosa que ciertas cosas pueden retener. Tal vez sea así. Pero también es más probable en el sentido de que en alguna parte haya una especie de memoria de todo lo acontecido en el Universo y el objeto actúe como un código de búsqueda, lo cual le permite a la persona dueña de la aptitud psíquica recuperar de ese depósito la información adecuada.
Cualquiera sea el proceso, el objeto le brinda al sensitivo la orientación necesaria. Y si esto es verdad respecto de esa pistola que nos revive los padecimientos del asesinato en el que participó, también sería cierto respecto a esa vieja mansión donde “vemos” apariciones asimilables a sus antiguos moradores y sus circunstancias.
Finalmente, recordemos que toda la historia del conocimiento hermético (desde los augures romanos hasta los espiritistas decimonónicos) nos recuerdan que, de alguna forma, en el sujeto quedan impregnados (hoy diríamos, en su “aura”) todos los acontecimientos en los que participó, todas las intencionalidades que tuvo; según los seguidores de Kardec (nuevamente) es posible hacer una lectura del “periespíritu” para observar, en él, colores y anomalías que debidamente interpretadas nos remitirán a sucesos agradables o desgraciados de su vida.
De forma tal que aplicando un cierto carácter transitivo, podemos colegir que, respetando aquel mismo Principio de Correspondencia a que hicimos referencia, el Anillo Manásico de un sistema cualquiera puede conservar el registro de los hechos acaecidos en su entorno, y es plausible aceptar que algún otro (Alcione, por ejemplo) puede a su vez aglutinar sinópticamente los de los sistemas que le son secundarios.
La culminación obvia de este razonamiento es que si información es vibración, y si nosotros mismos no somos más que nubes electrónicas infinitamente pequeñas orbitando de manera más o menos ordenada en un espacio vacío, la interacción entre nosotros —información vibratoria— y un Anillo Manásico ajeno al nuestro necesariamente ha de provocar algún efecto resonante; ergo, algún cambio. Si positivo o negativo, es sólo cuestión de más especulación.
Arte: Ernst Fuchs
Diagramación & DG: Andrés Gustavo Fernández