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1.18.2013

ENCUENTRO EN LAS PLEYADES [1/7]

Por Preston B. Nichols








OVNI´s: UNA HISTORIA GENERAL

Los Objetos Volantes No Identificados (OVNI) han estado presentes, bajo diferentes formas, desde el alba de la humanidad. Existen menciones de misteriosos artefactos
voladores tanto en antiguos manuscritos sánscritos como en la Biblia. Está el Carro
de Fuego de Ezequiel en el Antiguo Testamento y existen numerosas descripciones
similares en la Literatura Antigua, por si desea buscarlas. No son nada nuevo en la
historia de la humanidad, pero la comprensión de su naturaleza exacta es algo que
ciertamente hay que mejorar. Ésta es la intención del presente libro.

La ufología moderna empieza, en un sentido popular, en 1947, con los avistamientos de Kenneth Arnold en el noroeste de Estados Unidos y la colisión de Roswell, Nuevo México. Este segundo incidente está particularmente bien documentado y ha sido mencionado en diferentes libros y en una película de la televisión por cable. Aunque estos acontecimientos fueron comentados por la prensa general, los avistamientos anteriores no fueron tan conocidos. En este sentido, la moderna ufología empezó como mínimo en los años treinta. 


El avistamiento más temprano del que personalmente he sido informado data de 1936. Por esas fechas -no es coincidencia cuando los militares estaban llevando a cabo sus primeros experimentos con el radar. Por vez primera podían observar un objeto no identificado en el cielo y ver, mirando a la pantalla del radar, que tenía corporeidad y que no era de naturaleza ilusoria. Ésta fue la primera prueba científica sólida. En esa época a los OVNI se les llamaba "desconocidos voladores", pero por alguna razón la abreviatura D.V no cuajó. 

Los rumores sobre colisiones OVNI contemporáneas empezaron aproximadamente en 1936 y siguieron durante toda la Segunda Guerra Mundial, hasta el primer choque documentado que tuvo lugar en Roswell en 1947. Desde esa fecha, las colisiones empezaron a ocurrir a un ritmo de aproximadamente una cada tres o cuatro meses. Es por este motivo que las Fuerzas Aéreas iniciaron el proyecto Libro Azul, que constaba como mínimo de dos niveles. La primera prioridad era que las Fuerzas Aéreas buscaran y descubrieran todo tipo de informaciones relativas a avistamientos y colisiones OVNI.

Esta parte llevaba el título de "datos para la inteligencia militar". Concernía básicamente a la seguridad de la nación. La segunda prioridad era ocultar la información y mantenerla alejada de las manos de potenciales enemigos. Eso también significaba mantenerla lejos del público en general. Además de mantener la información fuera del ojo público por razones de "seguridad nacional", existía otra preocupación de tipo psicológico. Los militares pensaron que podía desencadenarse un pánico nacional que podía haber tenido consecuencias desconocidas y posiblemente catastróficas.

La retransmisión radiofónica del año 1939 de La guerra de los mundos había demostrado que las masas podían reaccionar muy mal ante la noticia de que los alienígenas habían legado al planeta Tierra. En ese caso concreto, algunas personas empezaron a levantar barricadas por todo el estado de Nueva Jersey, otras salieron huyendo y otras simplemente se vieron presas del pánico cuando la radio, en una retransmisión de la famosa nove la de H.G. Wells, anunciaba que los marcianos habían aterrizado. No se trataba de una broma por parte de la emisora ni de Orson Welles, el narrador de la historia. La emisión había sido perfectamente anunciada con anterioridad, como la lectura de una famosa novela.

Existe una implicación antropológica todavía más profunda de por qué el gobierno está tan preocupado por el tema OVNI y es tan quisquilloso con él. Si usted habla con alguien normal de la calle y le pregunta dónde está Dios, muchos apuntarán hacia el cielo y dirán "Dios está ahí arriba".

Si de repente llegara una cultura muy avanzada en una nave espacial, es más que probable que grandes grupos de población empezaran a adorar a los seres de las naves espaciales como si fueran ángeles y creerían que son los embajadores de Dios. Con todas las diferentes sectas religiosas que se podrían formar alrededor de esos seres de las estrellas, el gobierno perdería el control. En resumidas cuentas, lo que puede que empezara como una postura política prudente y válida acabó en un tema de control. Muchas personas afirmarían que ya desde un buen principio se trató de un tema de control. Sea como sea, las autoridades elegidas por el pueblo no hicieron pública la información, eso suponiendo que ellas a su vez hubieran sido informadas. Así pues, la información sobre el tema OVNI quedó exclusivamente reservada a una poderosa élite. Aunque es posible que esta élite de poder tuviera varios motivos para mantener las cosas en secreto, es obvio que han existido filtraciones y que se han hecho circular informaciones distorsionadas para mantener al público confuso y manipulado.

Mi información proviene de mis propias experiencias. Soy Ingeniero de profesión y
entiendo todos los aspectos del radar. He conocido personas que han desarrollado
su carrera dentro de la industria y que han oído incontables historias. Algunos de los
relatos que han llegado hasta mí podrían ser filtraciones y otros simplemente
información adquirida por deducción lógica. Éste es el telón de fondo frente al cual
situaré mi exposición. Empezaré por contarles mis propias experiencias personales
con los OVNI, empezando por la infancia.




ENCUENTROS CON LOS OVNI

Mi primera experiencia paranormal tuvo lugar cuando tenía cinco o seis años. En una ocasión me desperté y vi lo que yo creí que era el rostro de Dios mirándome desde la puerta. Estaba claro que no era la cara de mi padre ni de mi madre. Tenía la piel de un color muy claro y estaba rodeado por un largo cabello blanco. Aunque me encontré con ese rostro muchas veces, no recuerdo ninguna otra experiencia inusual hasta la adolescencia. Todavía no sé si la cara que veía estaba directamente relacionada con mi ulterior relación con los OVNI.

Fue en 1961 o en 1962, a la edad de quince o dieciséis años, cuando vi mi primer OVNI. Justo antes de esa época, mis padres me habían construido un pequeño cobertizo rojo en el extremo de nuestro patio posterior. Yo estaba loco por la electrónica y ellos querían que tanto yo como mis juguetes saliéramos del interior de la casa. Decían que mientras llevaba a cabo mis experimentos hacía los ruidos mas espeluznantes que jamás habían oído. Naturalmente, en esa época todavía no había aprendido a instalar correctamente el Retroalimentador Negativo de un Amplificador de Sonido. Si esto se hace mal, salen gritos y lamentos que parecen los de un alma en pena. Tardé cierto tiempo en saber por qué. 

Resultó que todo lo que hacía falta para anular los alaridos era invertir los conductores de las terminales de salida de los transformadores, pero hasta que lo descubrí puede que el Amplificador estuviera emitiendo chillidos durante una semana. Mediante la construcción del cobertizo, mis padres me permitían continuar con mi afición y al mismo tiempo se aseguraban de que estuviera lo más lejos posible de la casa.

En poco tiempo tuve la cabaña llena de receptores de radio y un par de viejos televisores. Incluso conseguí cierto equipo de pruebas que parecía sacado del laboratorio de Marconi. Como yo tenía más material de pruebas que todos mis compañeros de clase juntos, supongo que, como estudiante de Instituto, lo estaba pasando todo lo bien que podía.

Una noche en que estaba haciendo unos experimentos en mi Laboratorio, no lograba que los Transmisores de Radio conectaran con otra cosa que no fuera un extraño zumbido. Seguía apareciendo por los Transmisores. De repente, se fue la electricidad y las luces se apagaron. Salí fuera y observé un objeto refulgente en forma de disco que flotaba en el patio a unos 60 metros del suelo. Calculé que el ancho sería de unos 15 metros y la altura quizá de seis. El color era un blanco brillante. De forma repentina, el disco pasó encima de mi cabeza y se marchó. Subió en vertical y después realizó algunas maniobras imposibles antes de ascender de nuevo en línea recta. También me di cuenta de que mi casa y las de toda la vecindad se habían quedado a oscuras. Al cabo de un rato volvió la electricidad.

Lo siguiente que observé fue a mi madre saliendo a toda prisa de la casa. Estaba muy excitada y dijo: 

-Viste eso? ¿Viste eso?  
-Sí, mamá, claro que lo vi -respondí.
-¿Sabes lo que era? -dijo.
 -No lo sé. Me pareció un platillo volante.
Ella me dijo que, fuera lo que fuera, había hecho que el televisor dejara de funcionar. Entonces le comenté que las radios de mi taller también lo habían hecho. Esta experiencia en particular fue mi primer "Encuentro del Primer Tipo". Éste es un término popular dentro del mundo de la ufología que se refiere al avistamiento de un OVNI. Un "Encuentro de Segundo Tipo" es cuando se ve al OVNI aterrizar en una vecindad inmediata. El "Encuentro de Tercer Tipo" es cuando o bien la persona es llevada a bordo o entra en comunicación con los alienígenas. A veces las experiencias de abducción se denominan "Encuentros de Cuarto Tipo".

Ese avistamiento de un OVNI en el patio de mi casa resultó ser el primero de muchos. Aproximadamente por esa época (primeros años de la década de los sesenta) se dieron muchos avistamientos por la zona de Islip, la ciudad de Long Island donde crecí y todavía sigo viviendo. Un día, recuerdo que fue en 1964, me encontraba con un grupo de chicos del Instituto. De repente, la escuela empezó a vaciarse y todos los estudiantes corrieron hacia afuera. Sobre el campo de béisbol de detrás de la escuela había un aparato en forma de boomerang que realizaba algún tipo de maniobras aéreas. Era muy extraño y parecía medir solamente unos 120 centímetros de diámetro.

Todavía no estoy seguro de lo que era, pero de súbito desapareció. Ése fue mi segundo encuentro con un OVNI. Ocurrían avistamientos con relativa frecuencia cuando empecé mis estudios en el Suffolk Community College de Selden. De hecho, numerosos estudiantes de todo el campus fueron testigos de avistamientos. Como yo formaba parte del Departamento de Tecnología Eléctrica y poseía un conocimiento considerable de Radio, decidí hacerlos un poco más interesantes instalando todo tipo de Analizadores de Espectro, Receptores de Radio y Cámaras. El experimento salió bien. Una noche llegamos a filmar unos OVNI en el cielo. Eran imágenes muy claras y todos aquellos que se quedaron conmigo hasta tarde por la noche pudieron observar personalmente los avistamientos.

Todo ese material podía ser considerado como una actividad extracurricular de la escuela y por eso no estaba sometida a ningún tipo de medida de seguridad. Es por eso que, cuando llegué a la mañana siguiente para recoger lo grabado, me decepcionó ver que habían sacado todas las películas de las cámaras. Resultó que alguien de la Universidad había informado sobre nuestras actividades. La consecuencia fue que empezamos a ser vigilados por algún tipo de autoridad gubernamental. Justo cuando habíamos encontrado el filón, ellos actuaron rápidamente y nos confiscaron las pruebas. 

A pesar de las dificultades con nuestros intentos de filmación, progresé en otros aspectos. Esa temporada en la Universidad fue la primera vez que tuve oportunidad de analizar las Ondas Electromagneticas o señales de identificación que generan estos objetos en forma de platillo. Lo que aprendí de esa investigación fue cómo reconocer los OVNI.

Estos aparatos producen una interferencia. muy clara en las Radios de Onda Corta y también en las Bandas de Frecuencia VHF y UHF. Los dibujos del espectro tenían forma de montaña.

Aprendí a reconocerlos principalmente por el sonido que se escucha por los altavoces cuando están situados en el punto de captación AM, cuando el control automático de volumen está apagado. En esas condiciones suenan como un murmullo, un zumbido o un pitido. También existen ciertos patrones en el ruido de fondo que se pueden captar. Conseguí llegar a detectarlos bastante bien y ahora lo hago básicamente escuchando a través de auriculares.

Todo esto resultaba muy interesante pero era estrictamente un trabajo extracurricular con respecto a mis tareas del curso. A medida que los acontecimientos fueron avanzando, terminé ocupándome de otros temas y cuestiones. El más destacado fue un Proyecto Antigravedad bastante inusual que acabó en fracaso comercial y fue abandonado después de que me presionaran para que lo dejara. Entre unas cosas y otras, no fue hasta aproximadamente 1974 cuando tuve otro encuentro espectacular con un OVNI.




Diseño|Arte|Diagramación: Pachakamakin

7.12.2010

EXPLORANDO LAS GRIETAS DE LA GEOMETRIA SAGRADA


Por Gustavo Fernández



Ya he perdido la cuenta de ensayos, artículos e investigaciones de campo a través de los cuales he intuido, más que descifrado, la sospecha de que la llave técnica, práctica, para acceder a otros planos de la Realidad puede estribar en la manipulación de formas, campos o estructuras geométricas (si hablamos de dos dimensiones) o topológicas (si nos desenvolvemos en tres). Sin duda, no se tratará de pasar las veladas jugando con lápiz, regla y compás; es posible que se trate, más bien, de ejercicios intelectuales donde los conceptos (mejor aún, las ideas) expresadas formal y materialmente a través de las gráficas o ecuaciones, se corresponden (en el sentido más lato del Principio de Correspondencia) con procesos mentales y éstos, por Ley del Mentalismo con modificaciones espacio-temporales. Un portal dimensional es, a todas luces, un cambio espacio-temporal ajeno a (pero contenido en) otro momento (no empleo aquí el término como “instante”, sino como “momento matemático”) espacio-temporal.


EXPLORANDO LAS GRIETAS DE LA GEOMETRIA SAGRADA

De lo que estoy hablando es de intuición y pasos mecánicos: intuyo que en las manipulaciones geométricas está, dije, la clave del acceso a otras dimensiones. Deseo dedicar mis afanes a experimentar pasos técnicos que sistematicen la apertura de esos portales. En síntesis, apunto a diseñar una metodología que permita a todos y cada uno de nosotros acceder cuando deseemos —o cuando ciertas circunstancias estén dadas— a esos otros planos. Se podrá argüir (y en principio debemos aceptar el debate) que el acceso a esos otros planos de Realidad requiere condiciones espirituales antes que tácticas racionales (sean éstas por manipulación de la Geometría Sagrada o de la Mecánica Cuántica). Debemos, dije, aceptar ese debate. Pero asimismo debemos, entonces, hacernos algunos planteos lógicos (no por racionales, sino por obvios).

Por ejemplo, tendremos pleno derecho a exigir una definición acabada (y demostrable) de lo que entendemos por “espiritual”. Si es lo “no material”, aquello que existe en otra dimensión, vibratoriamente ajena a estas cuatro en las que nos desenvolvemos, será percibido desde aquí como “no material” (por tangible que resulte en el “allá”) y por ende susceptible de ser definido como “espiritual” (insisto: por “no material”). Si lo “espiritual” se asocia a lo “moralmente más elevado”, permítasenos recordar que demonios, djinns y otros tantos entes de parecido perfil también son por definición “espirituales”, con lo cual concluiríamos que lo espiritual es condición de su naturaleza de manifestación, no de conducta moral. Aunque tales imágenes suelen parecerme “kitsch” y degradantemente out, valen como ejemplos. 

Cielo e infierno más purgatorio no serían más que “n” dimensiones, planos o universos paralelos. En plan de objetar aquello de las “condiciones espirituales” para acceder a estos planos, podría también decirse que se puede necesitar cierta “sintonización” psíquica para conectar con los mismos. Es posible que ello lo logre lo devocional, la lectura de Chopra, el “copiar y pegar” los mensajes de Oxalc o Ashtar Sheran, el encenderle una vela violeta a Saint Germain, el cultivar con amor arándanos mientras entonamos mantrams angelicales o el frotar cristales hora tras hora contra nuestro sufrido entrecejo. Es posible. Pero también es posible que todo eso nos haga sentir mejor, estar más plenos, hallar algunas respuestas, pero no tenga nada que ver con la conexión con planos espirituales si es que se da el albur de ser éstos, después de todo, “sólo” universos paralelos.

No seré un iconoclasta, hoy. Sólo me propongo explorar otra alternativa. Esta alternativa se vincula a un muy interesante fenómeno geométrico-topológico conocido como “banda (o cinta) de Moebius”, llamada así en honor a su descubridor, el astrónomo y físico suizo August Ferdinand Möbius [1], quien sin embargo, pese a la casi obsesión intelectual que le acompañó el resto de su vida, nunca pudo explicar. Repitamos el experimento. 

August Ferdinand Möbius


Tomemos una banda de papel cualquiera. Como sabemos, tiene dos caras y cuatro lados, con vértices A, B, C y D. Si deseamos hacer un anillo, sabemos que podemos unir A con C y B con D, quedándonos un anillo de lógicamente dos caras y dos lados o bordes (dos, obviamente, desaparecerán al pegarlos entre sí). Pero si esta unión la efectuamos luego de hacer una torción al papel de modo que ahora A pegue sobre D y B sobre C, surgen las sorpresas: constatando, por ejemplo, al deslizar un bolígrafo sobre su superficie, resultará una sola cara. Y si deslizamos nuestro dedo desde un punto cualquiera en el borde nuevamente habrá quedado uno solo ¿Adónde se fueron el lado y el borde faltantes?. No hay construcción matemática que pueda explicarlo. Final. 

Construcción de una Cinta de Moebius
Cinta de Moebius terminada


Hay otras opciones divertidas. Si tomando un par de tijeras cortan la banda exactamente por su línea media, obtendrán ustedes una Banda de Moebius el doble de larga y la mitad de ancha. Pero si el corte lo realizan descentrado, resultarán tantas Bandas de Moebius entrelazadas como cortes hagan. Insisto una vez más: estoy convencido de que si profundizamos el estudio de la Geometría Sagrada -en el escritorio, la biblioteca, pero también en el terreno, ya sea en las antiguas construcciones o los reservorios de energía telúrica de que está cubierto el planeta que, en su disposición, es absolutamente geométrico- descubriremos cómo abrir el paso a otras dimensiones. Humildemente en mis esfuerzos personales, quizás soberbio en mis inquietudes intelectuales, esa es la búsqueda a la que estoy dedicado. A través de mis deambulares, siempre late la expectativa de abrir una puerta. Y atento a la Sincronicidad, descubro que ciertos avatares de mi vida particular se van correspondiendo causalmente con pasos en pro de esos hallazgos. Podría, reconociendo lo solitario que es, siempre, el camino del monje, sentarme a lamer las heridas del camino, mirar con nostalgias los jirones de vida afectiva que uno va dejando atrás y recitar con el Dante aquello de “nel mezzo de mia vida, me retrovai en una selva oscura” (“En el medio de mi vida, me encontré en un bosque oscuro”). 


Pero comprendo que todo pasa por algo porque —esa es la enseñanza de la Geometría Sagrada— lo que nos ocurre microcósmicamente está en consonancia (Correspondencia) con algo que ocurre macrocósmicamente. Ver más allá de lo aparente, en nuestro interior y a nuestro alrededor, y descubrir que lo uno resuena con lo otro. En estos agitados —intelectualmente— días he comprendido muchos pequeños trozos de información dispersa, perlas de conocimiento de algún collar por enhebrar. He descubierto que en todas las imágenes religiosas de cualquier vertiente doctrinal, una rodilla descubierta es la señal del Iniciado al Adepto ordenándole divulgar algún saber. Que el tan común saludo militar “¡A la orden!”, es resabio del saludo “a la Orden” (masónica). Que ya he comprobado en catorce iglesias distintas (sobre veintidós censadas) -la última, pocos días atrás, la Basílica Nuestra Señora del Carmen, en Nogoyá, Entre Ríos— que si con una brújula medimos la línea imaginaria que por la nave central comunica el portal de acceso con el altar, aquella se desviará del Norte Magnético exactamente 52º. Siempre. Y si esto se repite en iglesias de trescientos, doscientos o cien años de antigüedad, no es casualidad. Es una orden arquitectónica del Vaticano. 

“¡A la Orden!”, señores prelados. Pero, ¿Por qué?. Los curas no lo saben. Pero está allí. Yo lo intuyo. Cincuenta y dos grados. Las catedrales señalan la puerta -una de tantas- a las estrellas, discutía en Guardianes de la Luz, Barones de las Tinieblas. Cincuenta y dos grados. Qué casualidad, la misma inclinación de las paredes laterales de la Gran Pirámide. Y las patas de la Oca, emblema de aquel juego laberíntico que como tantos otros juegos (las Cartas, el Ajedrez) son el resabio de viejos caminos de conocimiento, la pata de la Orden de la Oca medieval debe tener su primer y tercer dedos separados, precisamente, por cincuenta y dos grados. Geometría Sagrada. La Geometría que resuelve los problemas que la Aritmética —enseñando que la lógica no lo puede todo— no logra resolver. Imposible dividir aritméticamente 10 en tres partes iguales, siempre obtendremos una aproximación de 3,3333….33333 etc., pero con compás puedo dignamente dividir un segmento en tres partes exactamente iguales. 

Extraño, con regla y compás puedo construir fácilmente cualquier polígono regular, excepto un heptágono, y el mágico número 7 adquiere entonces otra significación. Geometría Sagrada. Y la cuadratura del círculo, aritméticamente imposible, es posible geométricamente. Y la Geometría construye las formas, y las formas dan realidad al universo. Del mismo modo que el movi-miento no puede existir sin una dirección determinada, la energía no existe sin una forma definida. No es que la energía “forme” una partícula o una onda. La forma “es” la energía. Y nos permite entonces -digo, a través de las expresiones geométricas de las formas- resonar con otras energías (formas). Miento, no puede existir sin una dirección determinada, la energía no existe sin una forma definida. No es que la energía “forme” una partícula o una onda. La forma “es” la energía. Y nos permite entonces -digo, a través de las expresiones geométricas de las formas- resonar con otras energías (formas). 

El Principio de Resonancia es sencillo. Si hacemos sonar un diapasón en una habitación donde haya un piano, cada cuerda del instrumento afinada en el mismo tono comenzará a vibrar. Esto es la resonancia. Todas las cuerdas restantes, afinadas en distintas notas, permanecerán inmóviles. A través de la resonancia, la energía es transferida del diapasón a la cuerda, provocando la vibración. Así, es como entramos en resonancia con campos telúricos. Así es como podemos ascender vibratoriamente. Los biólogos piensan que el secreto de la vida se halla contenido en el ADN, pero se concentran en su estructura química. Lo que aquí sugiero es que la estructura física de aquél puede ser de tanta o mayor importancia, cumpliendo una doble función: con su estructura química al transmitir el código genético, con su estructura física, al resonar con las vibraciones. La forma es la base de la salud. Si tomo un grupo de células de mi hígado y las cultivo en una Matriz de Petri, no crecerá como un hígado clonado, sino como una masa indiferenciada de tejido, y si se reinjertaran, se desarrollarían como cáncer. En ratas, células del hígado reinjertadas se transformaron en tumores metastásicos. Lejos de la matriz bioenergética las células no cuentan con un “molde” energético y geométrico para su diferenciación. El cáncer es desorganización geométrica de la energía.

También en la docencia esotérica, las elecciones profesionales reflejan muchas expectativas, aspiraciones, sueños. En mi caso, debo admitir que trabajar esta disciplina me lleva, humildemente y casi en un susurro, a afirmar que, si fuera posible (¿Y por qué no?) dedicaría en un futuro exclusivamente mis esfuerzos intelectuales al estudio —y obvia aplicación— de esta disciplina. No es sencillo (aunque siempre ansiado) encontrar una Síntesis, una Piedra Filosofal del Conocimiento verdadero, una herramienta de multiuso intelectual y espiritual con la que continuar el camino; y no creo estar muy lejos de la verdad si sostengo que es precisamente la Geometría Sagrada, la gema del Grial, si no el Grial mismo. Suena rimbombante, soberbio, casi solipsista, digamos. Pero no mentiroso. Pues de ello se trata: así como Einstein buscaba una ecuación Universal que explicara al Universo en su conjunto y en sus mínimas partes, la Geometría Sagrada enhebra en una continuidad armónica el Macro y el Microcosmos. 

En algún punto, casi por el medio, está el ser humano. Y es en su esfera vivencial donde podemos aplicar los descubrimientos de aquella. Repasemos el concepto. La Geometría Sagrada puede comprenderse según en qué dirección miremos: hacia lo infinitamente grande o hacia lo infinitamente pequeño. Pero podemos comprenderlo mejor si partimos de un punto intermedio, por ejemplo, nuestro propio entorno. ¿Dónde está allí la Geometría Sagrada? Ya he citado a lo largo de varios artículos algunos ejemplos. Valga volver sobre el particular: muchas iglesias católicas tienen una desviación de la nave central -proyección del acceso hasta el altar- respecto del Norte Magnético, tanto como 52º. El mismo ángulo que la Gran Pirámide. Y que la abertura de la Pata de la Oca, símbolo esotérico de raigambre. Aún más, ciertos ritos masónicos sostienen que ese, y no otro, debe ser el ángulo que separe las patas del compás emblemático. O los pentáculos que se descubren sobre tantas geografías al unir en un mapa centros espirituales o devocionales. O la correspondencia entre la disposición de las tres Pirámides de Gizeh y el Cinturón de Orión. O entre las catedrales góticas francesas y la Constelación de Virgo. La Geometría Sagrada está presente en el octógono de las iglesias templarias, en el misterio de las catedrales (Fulcanelli dixit), en las “divinas proporciones” (o “Número Aureo”) de

Notre Dame de París y el Partenón, en la disposición y distancia de los centros ceremoniales del Anahuac mexicano que reproducen en un todo la disposición y distancia de los planetas del Sistema Solar entre sí, en tiempos en que oficialmente en Europa sólo se conocía el mismo hasta Saturno. En el trazado de las calles de tantas ciudades (Washington en Estados Unidos y La Plata en Argentina). En las relaciones de planta entre el Vaticano y (otra vez) Gizeh. En las “líneas Ley” extendidas sobre toda Inglaterra y Francia. En los Laberintos de Cnossos. En las espirales astronómicas y la “iglesia retorcida” de Saint Outrille. En la “estrella de David” (en realidad, el “sello de Salomón) del rosetón principal de acceso a la catedral -obviamente católica- de la ciudad de Formosa, Argentina. Los ejemplos son innumerables y su sola mención agotarían. La Geometría Sagrada une lo humano con lo cósmico; las proporciones de la Gran Pirámide proyectadas desde el Ecuador hacia un Polo, culmina en el centro de la Luna centrada en la cara superior de la cuadratura del círculo terrestre. ¿Casualidad? No. Causalidad. Proporciones entre el sistema solar y las Pirámides de Gizeh. Mencioné de paso las “líneas Ley”, llamadas así por vincular poblaciones o sitios antiguos cuyos nombres finalizan en la sílaba “Ley” o “Leigh”. 

Pero no puedo dejar de señalar la importancia del aporte de la Geometría Sagrada en este punto, toda vez que la “geometrización de la superficie terrestre”, de acuerdo a determinados y puntillosos criterios, permite establecer —otra vez— figuras geométricas como pentáculos, o indicar puntos coincidentes con anomalías magnéticas o de características energéticas particularmente significativas para la vida humana (como la red de Bruce Cathie, las Líneas Hartmann, etc). De hecho, me pregunto cuántos geobiólogos, radiestesistas o especialistas en Feng Shui se han abocado a estudiar, siquiera por curiosidad, la Geometría Sagrada; de hacerlo —como yo lo he hecho— encontrarían allí no solamente argumentos y evidencias de peso, sino criterios muy útiles para optimizar la vida cotidiana de sus consultantes. Cathie, sin incursionar (que sepamos) en aspectos tan sutiles, señalaba ya en los tardíos ’60 que las “líneas de fuerza” geométricamente señaladas por él sobre el globo terrestre explicaban la naturaleza de la propulsión —o el comportamiento— de los OVNI.

No fue nunca tomado en serio por ovnílogos que ni siquiera tuvieron la humildad intelectual —o la metodología científica— de investigar antes de opinar. Y que —sugestiva señal de poca perspicacia— nunca se plantearon esta hipótesis que aquí esbozo (y dejaré para otra oportunidad ampliar): si es correcta la teoría del Campo Unificado einsteniano y la Gravedad, entonces, no es una “fuerza” en sentido electromagnético sino la deformación espacio-temporal en un punto dado y, en consecuencia, esta inevitable e indetenible fuerza que nos atrae hacia el centro de la Tierra (en nuestro caso) es “sólo” una manifestación geométrica del espacio-tiempo, ¿Entonces no es obvio que cualquier otra línea de energía geométrica -sobre este planeta o cualquiera en el espacio, etc.- tendrá una fuerza tan aprovechable (si sabemos dirigirla) como la propia gravedad? Que es como decir, ¿Y si la Naturaleza de los OVNIs o, cuando menos, sus sistemas de traslación, fueran revisados con criterios de Geometría Sagrada? Un “pantáculo energético” sobre la superficie terrestre. 

En este conjunto de patrones comunes, que todo pase por unos pocos polígonos y poliedros no es casual, pues es fácil comprobar que esas mismas figuras y formas se repiten a escala cósmica. Los mismos patrones organizan y ordenan al Universo. Esto es —si para ustedes semejante “aval” es importante— una verdad científica, toda vez que el descubrimiento de los fractales constata para el paradigma tecnológico contemporáneo la validez milenaria de la voz de Toth hablándonos desde el más remoto pasado:
“Es verdad, es cierto y muy verdadero, que lo que es arriba es como lo que es abajo y lo que es abajo es como lo que es arriba para hacer el milagro de Una Sola Gran Cosa bajo el Sol”. 
En consecuencia, la repetición de esos patrones geométricos en el legado de tantos pueblos antiguos y tantos grupos de conocimiento esotérico de hoy no habla solamente de la Sabiduría de comprender que el Todo es Geometría Pura. Habla también de otra cosa. Y aquí entra a tallar la Síntesis. Pues si el Orden Universal, la Armonía Cósmica [2] responde a patrones geométricos, la armonía personal (en nuestra vida de interrelaciones sociales, en nuestros afectos, en nuestro trabajo, nuestra salud física y psíquica y, claro, nuestra espiritualidad) también dependerá de que exista -o no- orden, organización, relaciones proporcionales. Y esta Organización ha de ser una expresión “fractal” de aquella que ordena al Universo. Enfoquémonos en este punto. Si admitimos que podemos “corresponder” (asociar con fundamento) los eventos de nuestra vida con formas y figuras geométricas, a fin de cuentas éstos no resultarán más que proyecciones fractales inmensamente microcósmicas de aquellas que -en la otra dirección- se perciben en el Cosmos. 

Por definición, los problemas, los conflictos, los obstáculos todos, más allá de su manifestación aparente (o “percipiente” en nuestra vida cotidiana) serán la expresión del desorden y desorganización cada vez más alejada del patrón geométrico original. Pues bien, como ya se ha señalado, se cumple a rajatabla el Principio de Correspondencia, y por carácter transitivo, será la aplicación conciente del Principio del Mentalismo lo que nos permitirá vivir en resonancia con una Serialidad positiva de eventos En nuestras vidas. Trabajaremos pues, en Psicogeometría, representando -que es hacer real lo ideal- polígonos y poliedros en función de ciertas aplicaciones en situaciones cotidianas. [3] Se comprenderá entonces que, así, la Geometría Sagrada se transforma -dicho está- en una Síntesis genial de la Realidad. Y abre, lógicamente, vías de especulación e investigación fascinantes. Por ejemplo, ante el misterio de los “agrogramas” [4]

No solamente Tiene sentido e interpretación bajo la luz de los preceptos de la Geometría Sagrada. Está en el albedrío de cada uno el comprender que se trata de un “metalenguaje” de orden superior. Dos “agrogramas”, que quizás deben ser comparados con (y estudiados a la luz de) la sapiencia maya, en este ejemplo, parte de su calendario astronómico y millonario en años. Finalmente —last but not least, como solía escribir el genial Antonio Ribera— es necesario dar a la Geometría Sagrada su justo lugar en nuestra vida. Su “sacralidad” es más un referente a su presencia en la cultura que a una naturaleza divina; no debemos deificarla ni creer que a través de ella seremos, como self made men, apoteósicamente disparados a la meta del camino espiritual. Es, lo escribí ya, una herramienta, pero eso sí, formidable. A fin de cuentas, Dios/Diosa, Él/Ella es el/la Gran Arquitecto/a del Universo y debe ser, necesariamente, un/a formidable Geómetra. No sé. Tal vez un día de estos, en la cima de un cerro consagrado o en las profundidades de una caverna telúrica, con un viejo libro de Geometría del colegio en una mano y un péndulo en la otra, encuentre algunas respuestas.



Portada: Ilustración de M.C. Escher
Diagramación & DG: Pachakamakin


CITAS

[1] Tal su apellido original, pero como las antiguas máquinas de escribir no tenían diéresis, se solía reemplazar por la pronunciación aproximada, “oe”. Sigo esta tradición al escribir, por costumbre entonces, Moebius. 
[2] Como ya he escrito en alguna ocasión, prefiero hablar de “Armonía” y no “Equilibrio”, pues este puede ser de dos clases: estable e inestable. El inestable -un cuchillo sobre su filo- requiere de fuerzas de tensión para lograrse y se pierde a la menor contingencia. El estable -un cubo apoyado sobre una de sus caras- no, pero al mismo tiempo cuenta con una brutal inercia que le impide todo cambio, toda “evolución a otra situación”. Al igual que en el espíritu humano, un “equilibrio” interior puede ser inestable (exigir grandes tensiones para lograrse, y al mismo tiempo y por ende extremadamente imprevisible y momentáneo) o estable (pero fosilizado, anquilosado, entonces el individuo no evoluciona). Algo similar a la expresión “paz interior”: la “paz” es la de los cementerios. Por eso remitimos a la expresión “Armonía”. 
[3] A título meramente informativo, diremos que trabajamos en Psicogeometría con doce figuras y formas, doce “mudras” y doce “posturas”
[4] También conocidos como “agroglifos”, “círculos en las cosechas”, “crop circles”, etc.