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4.18.2012

CHORIPAN A GAS


Por Roberto Daniel León



Se pretende, desde los acontecimientos relatados a continuación, realizar un cierto análisis comparativo que quizá -y solo quizá- revele el lado oscuro de la luna, muchas veces invisible aún para los protagonistas. Dice un amigo que desocultar aquello que permanece en las sombras, hace que eso pierda poder sobre nosotros.

Todos los 16 de Julio, la grey católica de Carmen de Areco rinde culto a la imagen de la Virgen del Carmen. Dado que el catolicismo es religión mayoritaria y además sostenida por el estado, su influencia cultural es notablemente alta en la conformación del pensamiento y las costumbres sociales. El culto a la imagen de la madre de Cristo es una festividad central, equivalente en magnitud e importancia a la otra gran fiesta donde se celebra, cada 26 de Septiembre, el aniversario de la creación del partido.


La primera es una fiesta religiosa y la segunda una fiesta cívica. Sin embargo, la fiesta religiosa –que se celebra en espacio público y con recursos del estado- llega a confundirse con la “fiesta del pueblo” y hace que funcionarios eclesiásticos y del estado, declaren a Carmen de Areco pueblo Mariano. Tal actitud y declaración consecuente, ningunea estrepitosamente a los ciudadanos que habitan, trabajan y tributan en este suelo, sin ser católicos. Jurídicamente podría decirse que funciona la democracia (la mayoría manda), pero no funciona la República (no se respeta a la minoría). Por supuesto que, hablando de actitudes respetuosas, también es evidente que la prédica no se condice con la práctica, una especie de doble discurso muy habitual, resultante de un exacerbado culto a la imagen (lo que se ve) y que se traslada, como forma cultural, al comportamiento social. Durante la última celebración religiosa, se produjo un hecho de violencia patoteril que dañó la imagen (no la de la virgen, sino la proyectada). Los iconoclastas virtuales, incurrieron en una especie de sedición, en tanto son parte de esa imagen y no se espera que el daño provenga de ellos, sino de los otros (léase negros, villeros, incultos, irreverentes, sin prosapia, etc). Si consideramos entonces este suceso, a la vista de lo ocurrido luego, en la fiesta cívica, tenemos que: 

A. EL IMPERIO CONTRAATACA I: Se lleva al mismo corazón de la fiesta (el desfile de las instituciones), una imagen de la virgen y se declara públicamente que ésta PRESIDE la celebración, “olvidando” de nuevo que de esta fiesta pública podríamos participar los otros: evangélicos, testigos, apostólicos, judíos, ateos, etc. ¿Intento de reivindicación? ¿Exhibición de poder?

B. EL IMPERIO CONTRAATACA II: Los patoteros iconoclastas del 16 estaban borrachos y su accionar dañó la imagen, en un sentido amplio. En el sistema capitalista, las ganancias se privatizan y las pérdidas se socializan, habiendo quedado esta modalidad establecida en el libro del Génesis: todo lo que salió bien glorifica al creador, pero lo que salió mal (el famoso mordisco de Adán y Eva) se socializa; es decir, se traslada en forma de culpa a toda la humanidad. Acá se parece sospechosamente, dado que lo que les salió mal a los dueños de la imagen del poder, fue socializado. 

Un castigo que debería caer solo sobre los infractores, se diluyó repartiéndolo entre todos, prohibiéndonos consumir alcohol en la fiesta a quienes jamás –ni ebrios- se nos ocurriría golpear a alguien y menos en condición de indefensión. De paso, la mala actitud se despersonaliza al cargar todas las tintas sobre el indefenso líquido. El chiste corolario de la comedia, es que en un pueblo tan criollo como para ser considerado Capital de la Tropilla, no se haya podido asar un chorizo a las brasas. Choripan a gas y sin vino. No se porqué, pero me parece que el primer mundo atrasa.


Diseño Gráfico: Andrés Gustavo Fernández

5.06.2011

LOS PELIGROS DE LA FE

Por Roberto Daniel León



A muchos años ya de mi casi involuntaria incursión en el mundo de la fe y las religiones, considero tiempo apropiado el presente para expresar mi pensamiento acerca de los peligros de la sinrazón. Por alguna razón- no sin importancia- Fe es el símbolo del hierro (Ferrum). Metal bruto, si los hay. No deseo continuar, sin antes decir que creo en el derecho de las personas de, por ejemplo, profesar la fe que le venga en gana. No obstante, también creo en la libertad. La que provee la razón, el conocimiento, el saber. Y creo en los límites de los derechos; frontera que se establece donde comienza el derecho del otro. Creo entonces, que tengo derecho a denunciar aquello que atente contra la razón y el conocimiento y por tanto contra la libertad; valor y condición que considero de excelencia en el hombre.

La fe es enemiga de la razón y el conocimiento. La fe es instrumento para la sumisión y la esclavitud. La fe detiene la búsqueda. Inmoviliza. Entorpece. La fe es pensamiento mágico. Y el pensamiento mágico pone afuera el hacer y la responsabilidad del individuo. Lo que se ha dado en llamar necesidad de creer en algo, es a mi criterio comodidad de despojarse de la responsabilidad de hacerse cargo. Las religiones en general, estimulan esta actitud autodestructiva en la sociedad. En lugar de decir hágase cargo, pague, remedie, restituya; dicen yo te absuelvo, en un alarde de irresponsabilidad que apesta. Un toque de confesión y vuelta a lo mismo. Sin enterarse o quizá sin importarles ni al absolvedor ni al absuelto, las graves consecuencias sociales de tamaña actitud.

Una cadena de engaños hace posible la consecución de enredos y entorpecimientos en el desarrollo del individuo. A esta altura no poca gente se pregunta cuántos cristianos habría si no existiera el infierno. Es que este cuco vino a reemplazar en las deliberadamente entenebrecidas mentes de la sociedad, el antiguo temor que supieron infligir por medio del hierro candente o cortante.

Es que, como se dice vulgarmente, el “circo” está bien armado. Si al creyente la cosa le sale bien, pues entonces es obra del “dios” a quien le haya rezado (cualquiera sea su nombre), el cual “demuestra” de esa manera su capacidad de “hacer milagros”; ergo su “existencia”, a la vez que “premia” la fe del desprevenido creyente. Si la cosa le sale mal, en cambio, los “intérpretes de la fe” le explicarán que como ese dios es soberano -o más o menos poderoso- no siempre responderá a sus deseos porque sabe realmente que es lo que más le conviene (al creyente). “Ah...! Qué vivo...!” diría con fina lógica cualquier niño aún no contaminado. Es que así siempre cierra. Bastante forzado, claro está. Porque si ese dios va a hacer de todos modos lo que le parece, que sentido tiene rezarle y confiar en él? Ah... casi lo olvido: el peligro de ir al infierno. Cierto es que la fe incorpora la “virtud” de la resignación. Millones de “resignados – sometidos – conformistas – esclavizados” contribuyen a sostener las cosas tal y como están, impidiendo cualquier cambio que mejore las condiciones de vida en el mundo.

Sin dudas los líderes religiosos (tanto como los líderes políticos) usufructúan en su propio beneficio una tendencia muy humana de estos días, como es la de “zafar” y poner el esfuerzo y la responsabilidad en otros. “¡Ganamos!” dicen los hinchas de fútbol, cuando en realidad ellos no jugaron. “San Cayetano me va a conseguir trabajo” dicen muchos, después de haber votado al que les destruyó las fuentes de trabajo (individuo generalmente perverso, al que seguirán votando sin enterarse jamás que San Cayetano no tiene nada que ver, especialmente desde que falleció). Y los intérpretes de la fe, falaces ellos, continúan alentando cínicamente el sometimiento de las gentes al pensamiento mágico que los esclaviza y entorpece. Y anatemizando toda voz que pretenda llamar a la cordura. Y haciéndose cómplices del poder político y económico con el que comparten y se sostienen en sus estructuras. 




4.04.2011

¡CON “A”!

Por Roberto Daniel León




Andá a trabajar, haragán...! El presente mandato tiene sus orígenes en la cultura Judeo-Cristiana, según testimonia el mismísimo libro primero de la Biblia.

Dice en el Génesis que cuando Jehová echó a patadas del paraíso a Adán y Eva -por poco confiables en eso de los mandatos- los castigó con males que hasta ese momento no conocían: Con dolor parirás tus hijos (a ella) y ganarás el pan con el sudor de tu frente (a él). Con el tiempo, la necesidad de que el sistema funcione y la complicidad de los religiosos, lo que en principio era un castigo fue tornando a color rosa con aggiornamientos varios hasta convertirse en un derecho humano. Es decir: todos tenemos derecho a ser castigados. Pero, tratándose de la raza humana, la cosa no podía acabar en tan solo una contradicción: generaciones enteras creen que ese “derecho” es una obligación y es tal la fuerza del mandato, que se equipara a la intensidad del trabajo que realiza alguien con su calidad de persona; de modo que se escucha a menudo el elogio es muy trabajador-a, muy buena persona. 


Parecería -en esta era donde la confusión es la gran ramera babilónica del apocalíptico anuncio- que trabajar mucho tendría un efecto casi mágico en la construcción de una persona, así como en menor escala pero casi tan popular sería el efecto de la actividad física para la salud psíquica, que se promueve generalmente en práctica de deportes como panacea antiadicciones, entre otras virtudes, que casi dejan sin trabajo a psicólogos y psiquiatras.

Esta valoración abstracta del trabajo, pegando el concepto a la dignidad, la libertad, el desarrollo y varios etcéteras con formato de slogan, contribuyen a instalar con cepo y grilletes que eso no se discute. Cualquiera que ose cuestionar estas valoraciones, sufrirá el aislamiento social y quedará sellado con la nada honrosa denominación de haragán.

Lo cierto es que los únicos realmente beneficiados por el trabajo, son los dueños de las riquezas, no los trabajadores. Recuérdese que los primeros no están sometidos al mandato: ellos tienen mucho dinero y no necesitan trabajar para vivir y a nadie se le ocurre decirle haragán a un rico. Los que tienen que trabajar, popularmente asumido, son los pobres. Cuando no lo hacen, ellos si son considerados haraganes, tanto por los que se beneficiarían con su trabajo, como por sus pares que, mayoritariamente, creyeron el cuento y se desloman para no ser víctimas de la despiadada crítica a que, de no hacerlo, serían sometidos por las otras víctimas que hacen de policías del sistema.

Tan a la vista que no se ve, está la experiencia concreta de millones de trabajadores que de ninguna manera alcanzan a saborear las míticas mieles –tan siquiera- del alto poder adquisitivo y que van como burros tras la zanahoria (o la sofisticada imagen de ella), por la que –a fuerza de no alcanzar- suele ocurrir que comiencen a perder interés. Para el caso que ello ocurra, los previsores ideólogos se reservan a modo de azote, el acicate de las deudas. Obligados a procurarse su propio garrote para poder “ser”; deben, luego existen. “...están condenados al insomnio por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar”. (Patas Arriba, de Eduardo Galeano).

Después de más de 40 años de deslomarse al sol o al frío, realizando duras tareas y obedeciendo fiel y respetuosamente las órdenes, siempre pobre y luego jubilado con la mínima, concluyó mi padre en una sobremesa: ...el trabajador gana lo suficiente para volver a trabajar al otro día...

Aún espero con ansias que alguien me explique, razonablemente, la diferencia entre esto y la esclavitud; tanto como espero poder entender alguna vez cuanta justicia hay en eso de que los pobres, como si tal condición fuese poca desventaja, tienen que ser además: trabajadores, creyentes, honestos, limpitos, educados, respetuosos, abstemios, sumisos y, preferentemente, negros.




3.23.2009

TEXAS PUEDE

Por Roberto Daniel León



Según reza el titular de una reciente noticia, habrían descubierto en Texas (milagro, dios existe!) una hormona que sería la causa de la infidelidad femenina (insisto, ESE dios existe).

Cierta vez, sin que le fuera requerido, una dama intentaba justificar su aventura con la frase: “una también tiene sus necesidades…”. Se inscribe esta anécdota circunstancial, en la modalidad reduccionista –y me atrevo a agregar irresponsable- proveniente en general de los “avanzados” cerebros estadounidenses (aunque no todos, por suerte), que insisten vez tras vez -incapaces de simbolizar-, en encadenar la persona al cuerpo.

Claro que una hormona establece condiciones y “necesidades” fisiológicas, pero la sexualidad excede al cuerpo, incluyendo la genitalidad. Eso, es lo que ese dios aún no les permite ver. Necesidades tienen los animales, las personas (no parece ser el caso de ellos) despegaron del animal al haber podido simbolizar, elegir, desear… 

Yo no tengo “necesidad” sexual, tengo deseo. Y deseo en función de aquello que está armado en mi psiquis, conforme la influencia de la cultura en que me ha tocado desarrollarme, las vivencias personales dentro de esa cultura, y las consecuencias de mis elecciones. A un perro en celo le da igual cualquier perra y viceversa, condicionados solo por diferencias prácticas de tamaño. A un hombre no le da igual cualquier mujer y viceversa. La elección (siempre hay una elección), proviene de los estándares culturales, de las fantasías, de las asociaciones de imágenes disparadoras del deseo, que se construyen en la persona a partir de su inmediatez.

El reduccionismo salvaje de estos sectores, fruto de sus frustraciones personales, del vacío de construcción interior y de la ignorancia supina, los hace cómplices –si no artífices- de la construcción de pedazos de carne esclava. Lograron avanzar admirablemente en el conocimiento de las vías de comunicación inter cerebral, pero poco o nada saben (y a eso le temen), acerca de que es lo que viaja por esas vías. Acostumbrados a poner el cuerpo (de otros) y las armas, cuando no logran entender simplemente disparan un misil y vuelan el puente (lobotomía). Lo que no logran entender –o no quieren- es que la información que viajaba por esa vía solo se detuvo, no desapareció. Claro que, cortando la cabeza completa, entonces si desaparecerá. Basta con martillar el disco duro de una PC para que su contenido desaparezca. De todos modos, con solo la biología como recurso, se puede construir un idiota que sonría siempre y presentarlo al mundo como el nuevo hombre feliz. La compleja integralidad de una persona parece no entrar en sus cabezas y, Murphy mediante, como todo lo que tienen es un martillo, cualquier cosa que ven les parece un clavo. De aquello que no cierra, pues no se habla y sanseacabó.

¿A que destino conlleva esta forma de concebir la vida? Temo una realidad que supere a las peores películas futuristas, con zombis programados para determinadas tareas, con la pérdida absoluta de su libertad y por lo tanto de su humanidad.


Diagramación & DG: Andrés Gustavo Fernández

1.21.2009

IGLESIA UNIVERSAL



Por Roberto Daniel León



Carmen de Areco, 21 de Enero de 2009


Pastor Matías, 
de mi consideración: 

Acabo de recibir de parte de un familiar su impersonal invitación, la cual quiero agradecer, a fin de no herir gratuitamente la –seguramente buena- intención de quien me la entrega, ni de quien la envía.

No obstante, por respeto a mis propias convicciones, quiero poner en su conocimiento que no soy creyente. Pasé por ello alguna vez y no deseo regresar, de modo que aceptar su invitación sería retroceder, respecto a lo avanzado hasta aquí. Podrá reparar Ud. seguramente, que utilizo con propiedad la palabra avanzado.

Aunque esta declaración escandalice las mentes de los astutamente atemorizados creyentes, a mi no me interesa someterme a la voluntad de ningún dios, sea real o imaginario, y menos que menos cuando se trata del dios de la Biblia, munido de una conducta y una perversión tal, que pone en evidencia su origen humano. Creado y sostenido por hombres incapaces de hacerse cargo de su propia responsabilidad y deseosos de contar con algo donde poner afuera sus miserias y temores, en vez de hacerlas pasar por sí mismo, lo cual redundaría en crecimiento. 

No me interesa tampoco una fe que entrega “verdades” reveladas en bandeja de plata, que no deja lugar para la duda y que por lo tanto detiene la búsqueda. Yo me aventuro por mis propios caminos y, lo descubierto hasta ahora, no deja de sorprenderme ni me ha decepcionado. Acepté hacerme cargo de las consecuencias y logré crecer, aunque no conforme a vuestro criterio seguramente. Sin embargo, aunque los creyentes no lo crean (por cuanto les han enseñado que no puede ser), soy feliz. No ha sido gratis, el proceso –que aún continúa- tiene un precio que, le confieso, bien vale la pena. El dinero ha dejado de ser lo más importante para mí, por lo que su escasez no me angustia, así que por ese lado, el anzuelo no tiene carnada. Los problemas familiares, he logrado resolverlos en tanto me ha interesado hacerlo, cuando he considerado que merecía la pena. He amado y he sido amado. En algunos casos resultó muy doloroso y de ahí también aprendí. Pude conservar y priorizar los recuerdos felices y disfrutarlo, así que en realidad los llamados problemas sentimentales, no son tales. Soy afortunado también, porque no tengo enfermedades; y no las tengo, particularmente, desde que sané mi cabeza. No necesito estar a salvo, porque así cualquiera se siente bien. El gran desafío es sentirse bien y obrar bien, aún en medio de la inseguridad. Por elección personal. Quizá pueda reconocerme usted el mérito de ser feliz, aún cuando se que no hay vida después de esta.

Por último, debe saber usted que no necesito de la obligación ni de la transformación impuesta por ningún dios, para decidir amar a mis semejantes, lo suficiente como para no matar aún a quienes se lo merecen. Le aseguro que es mucho más de lo que algunos reconocidos cristianos han hecho. Si usted es de verdad un creyente, todo esto será en vano, por cuanto ya le habrán advertido que mis palabras son herramienta del diablo, el cual habla por mí. Es uno de los reaseguros para mantener cautivo al creyente. Si, en cambio, usted es simplemente un engañador profesional que vive del cuento religioso, entonces al menos sabrá que no puede contar conmigo.

Roberto Daniel León


Portada: Pachakamakin
Diagramación & DG: Pachakamakin