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10.11.2013

NIBIRU V: LA BUSQUEDA








En esta última entrega de nuestra serie sobre Zecharia Sitchin y el Descubrimiento de Nibiru contaremos la Historia de la Búsqueda del planeta Nibiru y analizaremos las posibilidades reales de su existencia. Cuando Zecharia Sitchin publicó su Primer Libro sobre los Anunnaki y Nibiru en 1976, la búsqueda del planeta perdido de nuestro Sistema Solar ya tenía casi cien años.


El planeta Sedna tiene una órbita de 10,500 años y es un antecedente sobre la 
posibilidad de la existencia de Nibiru. La última vez que Sedna pasó cerca al 
centro del Sistema Solar, la Tierra estaba saliendo de la última Era Glacial. 


Si bien los trabajos de Zecharia Sitchin sobre la Astronomía sumeria nos presentan sólidos argumentos para establecer la existencia de Nibiru, se hace necesario revisar las Teorías de Sitchin a la luz de algunos Descubrimientos científicos y otras Investigaciones.



LA ORBITA GIGANTE DE NIBIRU

Según las investigaciones de Zecharia Sitchin la órbita de Nibiru es de 3,600 años. La pregunta que cabe hacerse es ¿Existe algún planeta en el Sistema Solar que tenga una órbita tan grande?

La órbita más larga de los planetas “oficiales” del Sistema Solar pertenece a Neptuno y dura 165 años terrestres.

Si bien en una entrega anterior vimos que el cometa Kohoutek tiene una órbita de 75,000 años, se hace necesario investigar si existe algún otro cuerpo celeste con un recorrido similar en las cercanías del Sistema Solar. Existe y se llama, Sedna.

Revisemos el caso del planeta Sedna porque es un antecedente importante que refuerza la posibilidad de la existencia del planeta Nibiru.

Sedna fue descubierto en el 2003, y tiene una órbita de 10,500 años, casi el triple de la que propone Sitchin para el planeta Nibiru.

El Astrónomo Michael Brown del Instituto Tecnológico de California, uno de sus descubridores, declaró que este Planeta era el lugar más frio y lejano del Sistema Solar. Por esto lo bautizó con el nombre de Sedna, una de las Diosas principales de la Mitología esquimal.

En el 2012, Sedna se encuentra a una distancia Tres Veces más lejana del Sol que Neptuno. Según Michael Brown, si alguien estuviera, en este momento, en la superficie del planeta Sedna, una cabeza de alfiler sería suficiente para bloquear la luz del Sol.



Desde la superficie del planeta Sedna, en el afelio -punto más alejado del Sol- de su órbita, la luz del Sol se puede bloquear con la punta de un alfiler. 


El planeta Sedna es ligeramente más pequeño que Plutón y su órbita no transcurre en el mismo plano que la mayoría de planetas del Sistema Solar porque está inclinada 17 grados sobre la Eclíptica. La Eclíptica es el plano en el que orbitan la mayoría de Planetas del Sistema Solar en relación al Sol.

El ex-planeta Plutón es uno de los pocos que orbita en un plano diferente al del Eclíptica, con un Angulo de Inclinación de 17 grados. Esos 17 grados de inclinación sobre la Eclíptica y su lejanía del Sol, fueron los motivos por los que Plutón no fue descubierto sino hasta el año 1930. Lo mismo sucedió con Sedna, que tiene una inclinación de 11 grados sobre la Eclíptica del Sistema Solar y no fue descubierto hasta el 2003.

La conclusión es simple: si un Planeta tiene una órbita de miles de años de duración con una inclinación pronunciada sobre el Plano de la Eclíptica del Sistema Solar, como podría ser el caso de Nibiru, este será más difícil de descubrir.

Además, para poder descubrir un planeta lejano los Astrónomos necesitan observar detenidamente a la Estrella o Sol del Sistema donde se encuentra el Planeta. Si observando la Estrella ven que su luz disminuye momentáneamente, entonces pueden inferir que su luz disminuyó porque un Planeta cruzó entre la Estrella y nosotros, bloqueando temporalmente su luz. 


Es así como se descubrió el Planeta que hoy tiene más posibilidades de albergar vida, el famoso Gliese 581c. Esta técnica de descubrimiento de planetas depende tanto de la interpretación de los Valores Numéricos relacionados a la disminución en la luz de las estrellas que aún existe un debate sobre si Gliese 581c existe o no. Para algunos es un Planeta, para otros es un error de cálculo.

Entonces, si Nibiru orbitara, aproximadamente, dos veces más lejos del Sol que Neptuno y tuviera un Angulo de Inclinación de más de 30 grados sobre la Eclíptica del Sistema Solar, identificarlo puede ser una tarea casi imposible.




El planeta Sedna es más pequeño que la Luna y Plutón. Su masa no es 
suficiente para haber provocado las anomalías observadas en las 
órbitas de Urano y Neptuno. 


Existen varias Teorías sobre el origen de la extraña órbita del planeta Sedna: el Planeta podría haber caído en esa órbita como consecuencia del paso de una Estrella cercana, podría haber pertenecido originalmente a otro Sistema y haber sido capturado por las Fuerzas Gravitacionales de nuestro Sistema Solar, o como propone Michael Brown podría ser la evidencia de la existencia de un Planeta desconocido más allá de la órbita de Neptuno.

“No hay forma de que Sedna esté donde está. Nunca está tan cerca como para ser afectado por el Sol, pero tampoco está lo suficientemente lejos del Sol como para ser afectado por otras Estrellas.”

Esta última Hipótesis sobre la posibilidad de que exista un Planeta escondido en los confines del Sistema Solar es más antigua que las Teorías de Zecharia Sitchin sobre Nibiru.



NIBIRU Y EL PLANETA X

Desde el Siglo XIX, los científicos habían detectado algunas anomalías inexplicables en la órbita de Urano. El Descubrimiento de Neptuno fue consecuencia de la búsqueda a una respuesta para estas irregularidades y fue la primera vez que un Planeta fue descubierto a través de Predicciones matemáticas en lugar de observaciones empíricas.

Pero el Descubrimiento de Neptuno de 1846 no fue suficiente para explicar todas las irregularidades observadas en la órbita de Urano. Los Astrónomos observaron otras irregularidades sin explicación aparente en la órbita del mismo Neptuno. Se especuló entonces que podría existir otro Planeta más allá de la órbita de Neptuno.

El Astrónomo Percival Lowell [1855-1916] pasó a la Historia por afirmar que había observado una red de Canales en la superficie del planeta Marte, supuestamente construidos por los habitantes del Planeta Rojo.Pero eso no fue lo único que hizo Lowell, él también sostuvo que las irregularidades en las órbitas de Urano y Neptuno tendrían sentido si existiera un Planeta gigante desconocido. 


Lowell dedicó la última parte de su vida a la Búsqueda de este Planeta y lo bautizó como el “Planeta X”. Según Lowell, los planetas Urano y Neptuno fueron desplazados de sus órbitas originales a causa de la gravedad producida por el “Planeta X”.


Perciwall Lowell [1855-1916] no pudo probar ninguna de sus Teorías, ni su Teoría 
sobre los Canales de Marte, ni la del "Planeta X". La Teoría de los Canales de 
Marte fue descartada cuando la sonda Voyager fotografió la superficie del 
planeta y no encontró ningún canal como los que afirmaba haber visto Lowell.


Desde ese entonces, el “Planeta X” ha sido incorporado irresponsablemente a la búsqueda de Nibiru como si se tratara del mismo Planeta. Lo cierto es que no tenemos ninguna evidencia de que Nibiru sea el “Planeta X” que Lowell estaba buscando. Hasta donde sabemos puede serlo o no.

Para implementar su búsqueda del “Planeta X”, Lowell construyó un Observatorio Espacial en Arizona. Catorce años después de su muerte, uno de los Astrónomos que trabajaban en el Observatorio descubrió, cerca de la posición en la que Lowell esperaba encontrar al “Planeta X”, al planeta Plutón.




NIBIRU, SITCHIN Y ROBERT HARRINGTON

En los años Ochenta, los Astrónomos Robert Harrington [1942-1993] y Tom Van Flandern [1940-2009] del Observatorio Naval de los Estados Unidos, continuaron con la investigación de Lowell. La NASA, en 1982, anunció que uno de los Objetivos de su Telescopio espacial IRAS sería la Búsqueda del esquivo “Planeta X”.

El Equipo de Robert Harrington propuso que si el “Planeta X” existía, debería encontrarse en la Región de Escorpio o en la de Tauro. En 1988, el Dr. Harrington llegó incluso a publicar una investigación sobre la ubicación del “Planeta X”. El Equipo de Harrington creía que el “Planeta X” era Cinco Veces más grande que la Tierra y que estaba Tres Veces más lejos del Sol que Plutón.

Por su parte, el Astrónomo Tom Van Flandern propuso que un planeta con una masa de Dos a Cinco veces la de la Tierra podría explicar las irregularidades observadas en las órbitas de Urano y de Neptuno, pero sólo si estuviera ubicado, Cincuenta o Cien Veces más lejos del Sol que la Tierra. La órbita que Van Flandern propuso para el “Planeta X” era de 500 a 1,000 años.



Arriba, el Astrónomo Thomas Van Flandern quien teorizó sobre la existencia 
del "Planeta X" y sobre las anomalías encontradas en el planeta Marte. 
Abajo, el Astrónomo Robert Harrington del Observatorio Naval de los 
Estados Unidos, quien intentó encontrar al "Planeta X" durante los años 
ochenta. El "Planeta X" podría estar relacionado con el planeta Nibiru.


Algunas Notas de Prensa publicadas durante los años Ochenta se usaron y siguen siendo usadas como el arma principal de los defensores de la existencia de Nibiru. Uno de estos reportes publicado en el año 1983 sostenía que se había encontrado un cuerpo celeste tan grande como el planeta Júpiter en la Constelación de Orión:

“Un cuerpo celeste tan grande como Júpiter y posiblemente tan cerca de la Tierra como para ser parte del Sistema Solar, ha sido encontrado en dirección a la Constelación de Orión por el Telescopio Espacial Infrarrojo IRAS. Este Objeto es tan misterioso que los Astrónomos no saben si es un Planeta, un Cometa gigante, una Proto-Estrella que nunca se calentó lo suficiente como para convertirse en una Estrella, una Galaxia distante tan joven que aún está en el proceso de formar sus primeras Estrellas o una Galaxia tan envuelta en polvo cósmico que la luz que emiten sus Estrellas es imposible de percibir. `Todo lo que puedo decirles es que no sabemos lo que es´ declaró Gerry Neugebauer, Jefe Científico del IRAS.

La noticia, misteriosamente, no siguió desarrollándose en los Medios de Comunicación, y fue progresivamente relativizada y minimizada hasta desaparecer de la cobertura mediática.

La Nota de Prensa anterior y la Investigación publicada por Harrington provocaron que Zecharia Sitchin y muchos defensores de la existencia de Nibiru sostuvieran, en ese entonces, que el planeta Nibiru o el “Planeta X” había sido descubierto. Esto está muy lejos de la realidad.

El Texto de la Nota de Prensa denota que lo que descubrieron los Astrónomos del IRAS puede ser desde un Asteroide gigante hasta una extraña Galaxia. No tiene que ser necesariamente un Planeta.

Por otro lado, los Estudios de Harrington y de Van Flandern se basaron en Datos recogidos a lo largo de varios siglos que no han sido verificados. Además, algunos científicos sostienen que las anomalías en las órbitas de Urano y Neptuno son extremadamente pequeñas. Inclusive, un grupo de Astrónomos del Jet Propulsion Laboratory, o JPL, propuso que los Datos en los que se basaron Harrington y Van Flandern sugerían irregularidades en las órbitas de la mayoría de Planetas del Sistema Solar. 


Las Hipótesis de Van Flandern y Harrington no pueden ser descartadas totalmente ni presentadas como evidencia concluyente. Las Investigaciones de ambos científicos deben de ser tomadas en cuenta y analizadas con la ayuda de las Nuevas Tecnologías.


En un Pasado Remoto la Tierra pudo haber tenido Dos Soles según 
la Teoría del Segundo Sol o Némesis. El caso de Némesis no está 
relacionado con el Tema de Nibiru. 



NIBIRU Y NEMESIS, O EL SEGUNDO SOL DEL SISTEMA SOLAR

Una Segunda Hipótesis incorporada, ingenuamente o a propósito, a las Investigaciones sobre la existencia del planeta Nibiru, es la de Némesis o el Segundo Sol de nuestro Sistema Solar.

Los nuevos Telescopios, en los últimos años, han revelado que una cantidad considerable de Sistemas Solares tienen Dos Estrellas o “Dos Soles”. La mayor parte de las Estrellas vienen en pares y nuestro Sol no tendría porque ser la excepción. En 1984, luego de una Serie de Investigaciones, algunos Científicos propusieron que nuestro Sistema Solar pudo haber tenido un Segundo Sol en el Pasado, y lo llamaron Némesis.

La Teoría de Némesis fue reforzada por los paleontólogos David Raup y John Sepkoski de la Universidad de Chicago. Estos científicos se dieron cuenta que las extinciones mayores ocurridas en el planeta Tierra mostraban, de acuerdo con el registro de fósiles, un patrón. 

Nuestro Planeta enfrenta un Período de Muerte y Destrucción cada 26 a 30 millones de años. Esos Períodos de Destrucción serían producidos por los acercamientos del Némesis de nuestro Sol a nuestro Sistema Planetario. Uno de los acercamientos de Nemesis habría provocado la extinción de los Dinosaurios. La destrucción estaría causada por la Fuerza Gravitacional que la enorme masa del gigantesco Némesis ejercería en nuestro Planeta.

Hasta el día de hoy, no tenemos ninguna prueba contundente que apoye la existencia de un Segundo Sol en nuestro Sistema Planetario. Sin embargo, algunos Telescopios de la NASA, como el WISE, lo siguen buscando y deberían terminar sus Análisis a mediados del 2012.

El “Planeta X”, Nemesis y Nibiru son Tres Casos diferentes que deben de ser estudiados por separado. El problema es que muchos Investigadores, en su afán por defender la existencia de Nibiru, han mezclado y siguen mezclando irresponsablemente todas estas Teorías. 

Lamentablemente, esto no provoca más que confusión y contribuye a la desinformación generalizada que existe sobre los Anunnaki y el planeta Nibiru.




La Fuerza Gravitacional generada por la masa de Némesis produciría 
catástrofes en la Tierra en cada uno de sus acercamientos. Estos sucederían
cada 26 a 30 millones de años. El caso de Némesis suele ser confundido 
con el de Nibiru.


La existencia de Nibiru, el “Planeta X”, o la de Némesis son Hipótesis que merecen investigarse en detalle a través de un esfuerzo multidisciplinario. Lo que tenemos hasta ahora, son sólo indicios que deberían señalar el camino para próximas Investigaciones.

Finalmente, el planeta Sedna es la prueba más importante para defender la posibilidad de la existencia de Nibiru con su gigantesca órbita de 3,600 años. En una próxima Serie de Entregas revisaremos en detalle Teorías de diferentes Investigadores como Richard C. Hoagland, Richard A.Day y Michael Tellinger, entre otros, que revelan interesantes posibilidades sobre la existencia de Nibiru.






[Continuará...]

Nibiru [I]: El Orígen
Nibiru [II]: El Enuma Elish
Nibiru [III]: La Orbita
Nibiru [IV]: La Ruta
Nibiru [V]: La Búsqueda

Las Crónicas Annunaki [I]
Las Crónicas Annunaki [II]
Las Crónicas Annunaki [III]
Las Crónicas Annunaki [IV]
Los Annunaki. La Conexión Azteca [I]
Los Annunaki. La Conexión Azteca [II]
Los Annunaki. La Conexión Perú [I]
Los Annunaki. La Conexión Perú [II]
Los Annunaki. La Conexión Perú [III]
Los Annunaki. La Conexión Perú [IV]
Los Annunaki. La Conexión Perú [V]
Los Annunaki. La Conexión Perú [VI]
Los Annunaki. La Conexión Perú [VII]





Diseño|Arte|Diagramación: Pachakamakin
Arte: M16 Nebulosa del Aguila, by John Nassr, del Stardust Observatory




FUENTES:

Zecharia Sitchin, 2007. Book I of The Earth Chronicles. The 12th Planet. Harper Collins.

 Ian Lawton, 2000. Sitchin’s Cosmology and Planet X.
 Thomas Van Flandern, 1993. Dark Matter, Missing Planets & New Comets. North Atlantic Books.

12.04.2012

EL ENIGMA DE LAS PIRAMIDES CAIDAS



Por Juan José Oppizzi
Sus Artículos en ADN CreadoreS



La mañana de un lejano día de un no menos lejano año de un remoto siglo del cuarto milenio antes de Cristo, el gran faraón Kataforesis I, señor del Alto Egipto, recibió una infausta nueva: la pirámide que se estaba erigiendo para perpetuar su memoria en cuanto la barca de Amón lo llevara a los dominios solares, se había derrumbado. Diez años de trabajo y veinte mil quinientos sesenta y uno, de los treinta mil esclavos afectados a su construcción, acabaron sepultos en un alud de rocas y polvo arenoso. Desolado, el monarca llamó al gran consejero y adivino de la corte, el fiel Krisis, para obtener respecto del hecho alguna opinión sensata, que no se pareciera a los tartajeos incoherentes de los guardias que habían sobrevivido a la catástrofe o a las excusas laberínticas del anciano Eskuadris, el arquitecto real. 
–Divino faraón –dijo Krisis–, ya es la segunda vez que se desmorona tu aún no lograda pirámide. Diez años atrás ocurrió lo mismo, y casi con igual saldo de esclavos perdidos. Estas desgracias derivarán en otras, si no se consigue superarlas. Tu augusta persona no sólo no figurará en los frisos pétreos a leer por las generaciones venideras del mundo; ni siquiera en un insignificante libro que ha de aparecer dentro de varios milenios, llamado Guía Telefónica. Y la pérdida de esclavos nos somete a una falta alarmante de mano de obra que hará necesario buscar en otras clases sociales, con los consiguientes problemas; mi sutil don adivinatorio me dice que ni la nobleza ni el clero aceptarían de buen grado acarrear piedras del peso de dos o tres elefantes, bajo el látigo, a lo largo de diez años.
Kataforesis I se despojó de los báculos, adornos y cayados que portaba en sus audiencias, y que le impedían hacer aun el más mínimo gesto con las manos, y se quitó la corona, que con su peso en oro ya le estrujaba las vértebras cervicales. Libre de tanto chirimbolo, se confió a Krisis, según era su costumbre en esas entrevistas a solas.

–Épocas abrumadoras me han tocado en suerte –reflexionó–. Creí que, como representante de una nueva dinastía, iba a librarme del sino que se proyectó sobre mis dos últimos antecesores en el trono. Como bien sabes, mi fiel Krisis, tanto a Idiotep IV como a Chismosis IX se les derrumbaron sus respectivas pirámides antes de que fueran acabadas. Los monumentos funerarios previos a esos dos reyes consistieron en vulgares túmulos que podría haber ideado un niño en sus juegos con las arenas del Nilo.–Divino faraón –intervino Krisis–, la aplicación de las formas piramidales en las obras faraónicas, debida al ilustre arquitecto Plomadis, abuelo del venerable Eskuadris, fue una genial novedad que merecería un derrotero más venturoso. Algo en su práctica no es quizá grato a los dioses. 
–Sí –admitió Kataforesis I–. Ya lo he pensado. En el caso de Idiotep IV, tal vez se debió a sus más bien escuálidas dotes personales. Todos recordamos cuán ineludible fue borrar los frisos que narraban su vida, pues la gente iba expresamente a leerlos para reírse de las boberías escritas allí. Me desconcierta el no poder explicarme cómo el inmenso Horus pudo haber encarnado en alguien tan imbécil. 
–Es posible –arriesgó Krisis– que el inmenso Horus, harto de moverse en las doradas leyes de lo perfecto, haya querido experimentar las vivencias de un marmota como Idiotep IV. 
–En el caso de Chismosis IX –siguió Kataforesis I–, seguramente el encono de los dioses halló un motivo firme en su manía de vivir pendiente de los mil y un enredos íntimos de la corte, el clero y la nobleza, descuidando los asuntos de estado. Él podía enumerar cada incursión de cada mancebo sobre cada virgen del Templo de Isis, cada reunión desenfrenada de los sacerdotes de Ptah, cada secreto intercambio de pareja de cada noble; pero no sabía que los ejércitos del país de Mitani se lavaban los pies en el delta del Nilo, ni que las hordas nubias ennegrecían el Valle de los Reyes. 
–Tampoco sabía –agregó Krisis– que su propia cornamenta superaba a la del buey Apis, que es decir mucho. 
–Cierto –admitió Kataforesis I–. Lo que no entiendo es por qué en mi caso los dioses continúan adversos a la erección de las pirámides. Reúno inteligencia, bondad, simpatía, belleza, generosidad, coraje, destreza, rapidez, elocuencia, precisión, lealtad, arrojo... 
–La lista, hecha en friso, abarcaría el reino de extremo a extremo, divino faraón –sintetizó Krisis–. Amón guarde tu modestia, que exhibes al mencionar apenas quince de los millones de virtudes que relucen en tu adorable persona. Sin dudas, no es algo de ti lo ingrato a los dioses. Me he tomado la libertad de indagar subrepticiamente a Eskuadris, el arquitecto real, en busca de otros indicios. 
–¿Has podido entenderle? –Kataforesis I hizo una mueca de fastidio. 
Krisis suspiró: 

–Sus explicaciones técnicas me fueron tan oscuras como lo serán por milenios nuestros jeroglíficos para los hombres que pueblan las tierras allende el mar donde el Nilo vuelca sus aguas. Los muchos años que Eskuadris porta en los huesos le nublan por momentos la razón. Suele mezclar su saber arquitectónico con ciertas veleidades médicas no atendidas en la juventud. Hace algún tiempo, pretendiendo aumentar la fuerza de los esclavos, les dio a beber una pócima hecha por él y ocasionó más bajas que el derrumbe de la pirámide.
Kataforesis I se enjugó la transpiración de la cara y dijo: 

–Aquí, mi fiel Krisis, se impone otra clase de búsqueda. Ya que el asunto involucra la actitud de los dioses, es en ellos en donde hay que hallar las respuestas.
Krisis vio venírsele encima una tarea compleja, por lo que intentó un desvío para las ansias del rey: 

–Sugiero a Astut, el gran sacerdote del Templo de Osiris, en aras de tan sensible empeño, divino faraón. –El sagaz Astut me parece tan fiable como las verdosas áspides que acechan en las arenas –confesó el monarca–. Mira este trono con ojos codiciosos. 
–Pero, divino faraón –objetó Krisis–, el acceso al trono siempre es dispuesto por el inmenso Horus cuando encarna en el elegido nonato. 
Kataforesis I retuvo el aire en una drástica inspiración, y luego fue expeliéndolo a dosis breves: 

Astut está encargándose de comunicar un pretendido nuevo decreto del inmenso Horus. En él figura un cambio en su régimen de encarnaciones. Ahora podría efectuarlas a cualquier altura de la vida del elegido. No necesito de mucha suspicacia para advertir cómo serviría ese argumento a los fines de deslegitimar mi permanencia y de justificar el eventual ascenso de Astut. Si yo recurriere a él para indagar las causas de los sabotajes divinos a mi frustrada pirámide, estaría dándole una herramienta adicional a sus ánimos conspirativos. 
Krisis, ya resignado a lo inevitable de su labor metafísica, cumplió con la rutina lamerona: 

Horus guarde tu deslumbradora inteligencia, divino faraón, y me dé suficiente energía en la misión que preveo.
–Mi fiel Krisis –sonrió el faraón–, no en vano eres el gran consejero y adivino de la corte. Nadie mejor que tú para realizar esta invalorable y ultrasecreta misión. Deberás emplear tus dones en averiguar con los dioses el motivo de sus disconformidades aniquiladoras de pirámides. 
Krisis no agregó ni un silbido a las palabras del faraón. Salió del ambiente real y se dispuso a dar comienzo a la compleja tarea. 

El radiante Amón voló muchísimas veces sobre el Alto Egipto, los cocodrilos del Nilo se bañaron en varias lunas llenas y las áspides reptaron largos trechos por las arenas del desierto. Al fin, el diligente gran consejero y adivino de la corte solicitó una audiencia con Kataforesis I. El monarca se sorprendió al ver maltrecho a Krisis.

–Divino faraón –explicó el súbdito–, en honor a tu índole, me pareció adecuado consultar en primer término con el inmenso Horus. Aunque tal vez por tu misma condición de encarnado suyo hubieras podido hacerlo tú directamente, usando un mero circuito introspectivo.
Kataforesis I carraspeó para aclarar su majestuosa voz: 

–Mis deberes de gobierno me sustraen de un contacto diario con mis esencias divinas. Amón le guarde por siglos al Alto Egipto el privilegio de tenerte como rey –subsanó Krisis para evitar escozores en el ego faraónico–. Por mi parte, guardaré de por vida la experiencia de haber llegado, en trance, al pie del trono de Horus. 
–Guiándome por el estado en que vienes –observó el faraón–, diría más bien que llegaste al pie de un zarzal. 
–Interrogué al inmenso Horus sobre las reiteradas catástrofes habidas en las erecciones de las pirámides –siguió explicando Krisis–, y dispuse los oídos para la egregia respuesta del dios, que me había escuchado atentamente. Pero, como tú sabes, divino Kataforesis I, Horus tiene cabeza de halcón, por lo cual estuvo un rato chillando y bisbiseando, sin que yo pudiera entender nada. Nuestras épocas no gozan de lo que en un lejano futuro se denominará “subtitulado”, maravilloso recurso que ha de acabar con los muros separadores de las lenguas. 
–Deja tus raras profecías a un lado y cuéntame qué sucedió luego –dijo, impaciente, el faraón. 
–Le rogué al inmenso Horus que me aclarase todo lo chillado y bisbiseado, y él volvió a chillar y bisbisear de igual modo incomprensible para mí –continuó el gran consejero y adivino de la corte–, lo que me llevó a otro ruego de aclaraciones, que originó otros chillidos y bisbiseos, hasta que, frente a mi tercer ruego, el inmenso Horus arremetió contra mi persona a inmensos picotazos, cuyas marcas puedes ver, divino faraón, y dio por finalizada la entrevista. 
Kataforesis I se agarró la cabeza con ambas manos (operación que le facilitó encubrir el alivio del peso de la corona en sus ruinosas vértebras cervicales): 

–¡Horus enojado! ¡Era lo único que me faltaba! Tal vez quite su esencia divina de mi cuerpo, dándole asidero a las afirmaciones de Astut, el gran sacerdote del templo de Osiris. ¿Es que tú, mi fiel Krisis, eres un agente encubierto de Astut? –¡Me fulminen los dioses antes de caer en ese oprobio! –exclamó Krisis, temiendo que finalizara la unión de su tronco y su cabeza–. En prueba de la férrea lealtad que me une a tu adorable persona, divina parte de Horus, te ruego humildemente autorización para reemprender ya mismo la búsqueda de la anhelada respuesta en las regiones ultrahumanas. 
–¡Urge que así sea! –Kataforesis I hizo un ademán que dio por tierra con báculos, adornos y cayados–. Pero te ordeno que emplees tanta energía en la indagación como en el cuidado por mantener la sutileza de los métodos. 
El fiel Krisis no aguardó ni que el monarca tomara aire tras concluir sus palabras; corriendo, fue a abocarse al periplo ultramundano que le faltaba. 

El radiante Amón voló otras muchas veces sobre el Alto Egipto, los cocodrilos del Nilo se bañaron en varias otras lunas llenas y las áspides reptaron otros largos trechos por las arenas del desierto. Como el gran consejero y adivino de la corte no daba señales de presentarse a rendir informes, Kataforesis I mandó buscarlo. No desdeñable fue su asombro cuando los enviados aparecieron con unas angarillas y depositaron a Krisis, lleno de golpes, heridas y fracturas, al pie del trono. Una vez a solas, el faraón se despojó de báculos, adornos y cayados; no pudo quitarse la corona, ya que un adelgazamiento general se la había hecho encastrar de modo permanente. Sosteniéndose la cabeza con ambas manos, logró preguntar:

–Mi fiel y destartalado Krisis, ¿qué averiguaste en la región de los inmortales?
El gran consejero y adivino de la corte hizo mover los carrillos en vano por un rato, hasta que se le oyeron algunas palabras: 

–Divino faraón, consulté con Anubis, el dios chacal; con Bastet, la diosa gata; con Kentamentiu, el dios lobo; con Knum, el dios carnero; con Sebek, el dios cocodrilo; y con Tot, el dios ibis. En todos los casos me ocurrió lo mismo que con Horus: escuché ladridos, maullidos, gruñidos, balidos y todo tipo de sonidos, excepto algo que me fuera inteligible. Rogué aclaraciones y recibí mordiscos, arañazos, patadas y cornadas. –¡Te ordené cuidado en mantener la sutileza de los métodos! –pretendió gritar Kataforesis I, pero un mayúsculo dolor en las vértebras cervicales redujo su voz a un gemido. 
–Divino faraón –susurró Krisis–, yo no tengo la culpa de que casi todos nuestros dioses sean medio bestias. Me parece que es hora de que adopten figuras más antropomórficas, o de que se molesten en buscar traductores. 
El faraón, en medio de un paulatino mareo, se inclinó, exhausto: 

–¿Eso es todo lo que pudiste recabar, mi fiel Krisis?
El gran consejero y adivino de la corte hizo otro largo agitar de maxilares, antes de ser de nuevo entendible: 

–Hay algo más, divino faraón. Cuando yo emergía ya del movido trance, pero sito aún entre las dos regiones, la de los inmortales y la nuestra, escuché una descomunal risa, llena de sarcasmo; vi un esbozo del rostro de Amón y el áureo dios habló. –¿Qué fue lo que dijo? –alcanzó a preguntar Kataforesis I, antes de caer trono abajo y quedar tendido junto a Krisis. 
–Dijo –el gran consejero y adivino de la corte se ahogaba– que dejemos de ser tan papanatas, ¡Que construyamos las pirámides con las puntas hacia arriba! 

Fotografía: Alex Bramwell
Diseño y Diagramación: Pachakamakin

8.28.2012

NIBIRU III: LA ORBITA

Por Alan Brain








[Leer El Libro Perdido de Enki. Memorias de un Dios Extraterrestre.,
by Zecharia Sitchin]



En la última entrega sobre Nibiru, el planeta de los Anunnaki, vimos como Zecharia Sitchin interpreta el relato del Enuma Elish. Ahora vamos a analizar sobre que bases Zecharia Sitchin estableció que la órbita de este planeta es de 3,600 años terrestres. En los últimos años, se ha asociado al planeta Nibiru con el 2012, haciéndonos creer que este cuerpo celeste se acercará a la Tierra en los próximos meses causando una catástrofe climática. Esto no es cierto, al menos en la visión de Sitchin.



Detalle del texto sumerio clasificado como WB444 que menciona que la realeza
de Nibiruana bajó del cielo hace medio millón de años, y sobre el que Sitchin
fundamenta su teoría sobre la órbita de Nibiru.


Zecharia Sitchin podría haber calculado con precisión la duración de la orbita de Nibiru (3,600 años). Sin embargo, Sitchin no puede saber, como veremos más adelante, en qué año se deben empezar a contar esos períodos orbitales. Por consiguiente, se hace difícil saber con precisión cuando regresará el este planeta al Sistema Solar. Después de leer este artículo usted podrá sacar sus propias conclusiones sobre el regreso de Nibiru.



EL CONTINUO RETORNO DE NIBIRU 

Luego de la colisión entre Nibiru y el planeta Tiamat, narrada en el Enuma Elish, el planeta de los Anunnaki podría haberse alejado del Sistema Solar para perderse en el espacio. Sin embargo, según Zecharia Sitchin, no fue así. Las fuerzas gravitatorias que provocaron la colisión entre el planeta de los Anunnaki y el planeta Tiamat, condenaron al primero a un continuo retorno a través de una órbita gigantesca. 

Sus regresos o acercamientos a la región central del Sistema Solar provocaron torrenciales lluvias e inundaciones en el planeta Tierra.


Zecharia Sitchin llegó a esta conclusión al revisar algunas traducciones de textos de origen sumerio que tratan de predecir o profetizar el efecto que tendría el próximo acercamiento del planeta Nibiru en la Tierra y la humanidad.

“Si desde la posición de Júpiter, el planeta (Nibiru) pasa hacia el Oeste, habrá un tiempo para morar en la seguridad. La amable paz descenderá sobre la Tierra… Cuando el Planeta del Trono del Cielo crezca en brillo, habrá inundaciones y lluvias… Cuando Nibiru alcance su perigeo, los dioses darán paz; se resolverán los problemas, las complicaciones se aclararán.” 

Imagen que ilustra la colisión entre el planeta Nibiru y el desparecido planeta Tiamat.
La gigantesca órbita de Nibiru es consecuencia de esa colisión.

Cuando el texto anterior dice que “si el planeta Nibiru pasa por el Oeste de Júpiter habrá tranquilidad”, quizás nos trata de explicar que si el planeta de los Anunnaki no cruza exactamente por la zona del Sistema Solar donde se encuentra la Tierra, no habrán mayores catástrofes. Luego el texto nos advierte que si este planeta se acerca o “crece en brillo” habrán inundaciones y lluvias en la Tierra. La última parte del texto es bastante clara: “cuando Nibiru alcance su perigeo” es decir cuando este planeta se encuentre en el tramo de su órbita más alejado del Sol, entonces “los dioses darán paz, se resolverán los problemas.”

Según este texto, la cercanía o lejanía del planeta Nibiru era un asunto de extrema importancia que afectaba las condiciones de vida en la Tierra. Los pueblos de la antigüedad no sólo habrían esperado la llegada periódica del planeta Nibiru sino que también habrían seguido su avance en los cielos como medida de precaución ante las catástrofes que su cercanía provocaba.

“La aparición y desaparición periódica del planeta confirma la suposición de su permanencia en órbita solar. En este aspecto, el planeta Nibiru actúa como muchos cometas. Algunos de los cometas conocidos -como el Halley, que se acerca a la Tierra cada 75 años- desaparecían de la vista durante tanto tiempo, que a los astrónomos les resultaba difícil darse cuenta de que se trataba del mismo cometa. Otros de estos cuerpos celestes sólo se han visto en una ocasión para la memoria humana, y se supone que tienen períodos orbitales de miles de años. El cometa Kohoutek, por ejemplo, descubierto en Marzo de 1973, llegó hasta los 120.000.000 kilómetros de la Tierra en Enero de 1974, y desapareció por detrás del Sol poco después. Los astrónomos calculan que volverá a aparecer en algún momento entre los 7.500 y los 75.000 años en el futuro.”

Sitchin nos explica que las frecuentes apariciones de Nibiru en los cielos terrestres encontradas en varios textos antiguos, son prueba de que su órbita no puede ser tan grande como la del cometa Kohoutek.

Fotografía del cometa Kohoutek que tiene una órbita de 75,000 años. Sitchin
lo utiliza para demostrar que una órbita de 3,600 como la de Nibiru no es improbable.
 

LA DURACION DE LA ORBITA DE NIBIRU

La investigación sobre la duración de la órbita del planeta de los Anunnaki empieza con Beroso, el famoso astrónomo babilonio y está relacionada con una palabra clave: shar. Beroso menciona a diez soberanos caldeos que reinaron en la Tierra por 432,000 años desde que "el reino fue bajado del Cielo" hasta que "el Diluvio barrió la Tierra". Alejandro Polihistor, quien resumió los escritos de Beroso, escribió:
“En el segundo libro estaba la historia de los diez reyes de los caldeos, y los períodos de cada reinado, que sumaban en total 120 shar’s, es decir, 432.000 años; para llegar a la época del Diluvio.”
Si Polihistor sostuvo que los diez gobernantes reinaron por 432,000 años o 120 shars, una simple operación matemática nos permite deducir la duración de un shar.


432,000 ÷ 120 = 3,600

Un shar dura 3,600 años.

Cabe preguntarse ¿De dónde había obtenido Beroso esta información ¿Y qué tiene que ver con el planeta Nibiru?

En el siglo XIX se comprobó que Beroso no había inventado nada, se basó en una lista de reyes sumerios, conocida como WB444, que fue la que originó la tradición de los diez gobernantes antediluvianos. Aquí un fragmento.


“Después de que la realeza bajó del cielo, el reino estuvo en Eridug. En Eridug, A.LU.LIM se convirtió en rey; gobernó 28.800 años. A.LAL.GAR gobernó 36.000 años… El divino DU.MU.ZI, pastor, gobernó 36.000 años…”

La lista original de Beroso menciona a varios gobernantes mesopotámicos y detalla la duración milenaria de sus respectivos mandatos. Tomando en cuenta nuestros cálculos sobre el shar, sabemos que un rey gobernó por 10 shars, otro por 8 y así sucesivamente. El shar era la unidad de tiempo utilizada para medir los reinados en esa época.


El prisma de cuatro caras conocido como la "lista de reyes sumerios" o WB444. 
Sitchin fundamenta sus teorías sobre la órbita de Nibiru en este documento.
El mismo establece que la realeza o monarquía nibiruana bajó del cielo, y que desde
el reinado del primer rey hasta el Diluvio pasaron
 432,000 años.

Para Sitchin, la relación entre el shar y la órbita de Nibiru es evidente. Si el shar es la unidad de tiempo en la que se medían los reinados hace casi medio millón de años, esos reyes sólo podrían haber sido los Anunnaki del planeta Nibiru, ya que no tenemos ninguna evidencia de civilización humana en aquella época. Los Anunnaki contaban su reinado en orbitas del planeta Nibiru. Entonces, un shar de 3,600 años terrestres es una órbita completa de Nibiru, o simplemente un año Anunnaki.


EL AÑO DE NIBIRU Y EL AÑO TERRESTRE

Al margen de que un shar sea una órbita completa de Nibiru alrededor de Sol o un año Anunnaki, ¿Cómo podemos explicar reinados de 28,800 años de duración?

Sitchin tiene la respuesta. Para él, los reyes Anunnaki mencionados en la lista no cuentan los años de acuerdo a nuestras orbitas sino de acuerdo a las de su planeta de origen, Nibiru.

“Nuestro «año» es, simplemente, el tiempo que le lleva a la Tierra completar una órbita alrededor del Sol. Dado que la vida se desarrolló en la Tierra cuando ya estaba orbitando al Sol, la vida en la Tierra sigue el patrón de esta duración orbital. Vivimos tal cantidad de años porque nuestros relojes biológicos están ajustados a tal cantidad de órbitas de la Tierra alrededor del Sol. Existen pocas dudas de que la vida en otro planeta se «temporizaría» en función de los ciclos de ese planeta… ¿Qué ocurre si, como sugerimos, su órbita (Nibiru) alrededor del Sol durara 3,600 años? Entonces 3,600 de nuestros años serían sólo uno en su calendario, y también un solo año en su vida. El tiempo de mandato (reinado) del que hablan los sumerios y Beroso no sería, de este modo, ni «legendario» ni fantástico: sólo habría durado cinco, ocho o diez años de los Anunnaki.”

Según Zecharia Sitchin, estos reinados se contaban en shars u órbitas de Nibiru porque siempre empezaban y terminaban con un nuevo acercamiento del planeta de los Anunnaki a la región central del Sistema Solar. Los gobernantes empezaban su reinado con el aterrizaje en la Tierra y lo terminaban con el despegue.


Según Zecharia Sitchin, el planeta Nibiru tiene dimensiones parecidas a las
de 
Saturno. En la ilustración podemos ver el tamaño de Saturno 

comparado con el de la Tierra.

EL AÑO EN EL QUE LLEGARON LOS ANUNNAKI

Según Beroso, entre la llegada del primero de los reyes de la lista y el Diluvio Universal pasaron 432,000 años o 120 años Anunnaki. Si asumimos que el Diluvio sucedió alrededor del 12,000 AC. podemos entender cuando Sitchin afirma que los Anunnaki llegaron a la Tierra alrededor del 444,000 AC.

Debemos suponer que los Anunnaki tenían, hace medio millón de años, la tecnología para viajar en el espacio. Inclusive si los viajes sólo se realizaron cuando su planeta estaba cerca de la Tierra, necesitarían tecnología para realizar el viaje desde Nibiru hacia la Tierra.

EL PROXIMO REGRESO DEL PLANETA DE LOS ANUNNAKI

Si asumimos que el Diluvio fue consecuencia de uno de los acercamientos del planeta Nibiru a la región central del Sistema Solar, podemos calcular sus siguientes períodos orbitales. Si el Diluvio ocurrió alrededor del 11,500 AC, el siguiente paso de este planeta cerca a la Tierra habría ocurrido en el 7,900 AC, el siguiente en el 4,300 AC, luego en el 700 AC, y el próximo acercamiento podría ocurrir en el 2,900 de nuestra era.

Para terminar, entremos al terreno de la especulación. Si el Diluvio tuvo lugar hacia el 12,500 AC, Nibiru debió haber pasado cerca de la Tierra en los años 1,900, al no tener registro del evento podríamos concluir que Nibiru no existe. Pero, si el Diluvio tuvo lugar en el 12,400 AC, Nibiru debería pasar cerca de la Tierra entre el 2,000 y el 2,100.

El problema radica en que no tenemos una fecha exacta del Diluvio Universal, y por eso no podemos establecer con exactitud, de acuerdo a la teoría de Sitchin, cuándo tendría lugar el próximo acercamiento de Nibiru.

Es así como Zecharia Sitchin estableció la duración de la órbita de Nibiru, el planeta de los Anunnaki. En la siguiente entrega analizaremos un misterioso disco sumerio que narra el viaje que realizó el Anunnaki Enlil desde su planeta Nibiru hasta la Tierra.




[Continuará...]

Nibiru [I]: El Orígen
Nibiru [II]: El Enuma Elish
Nibiru [III]: La Orbita
Nibiru [IV]: La Ruta
Nibiru [V]: La Búsqueda

Las Crónicas Annunaki [I]
Las Crónicas Annunaki [II]
Las Crónicas Annunaki [III]
Las Crónicas Annunaki [IV]
Los Annunaki. La Conexión Azteca [I]
Los Annunaki. La Conexión Azteca [II]
Los Annunaki. La Conexión Perú [I]
Los Annunaki. La Conexión Perú [II]
Los Annunaki. La Conexión Perú [III]
Los Annunaki. La Conexión Perú [IV]
Los Annunaki. La Conexión Perú [V]
Los Annunaki. La Conexión Perú [VI]
Los Annunaki. La Conexión Perú [VII]

[Leer El Libro Perdido de Enki. Memorias de un Dios Extraterrestre.,
by Zecharia Sitchin]


Fotografía portada:  NGC 3372 Nebulosa Carina by NASA Hubble Space Telescope
Diagramación & DG: Pachakamakin


FUENTES:

★ Zecharia Sitchin. Book I of The Earth Chronicles. The 12th Planet. Harper Collins.
★ Zecharia Sitchin. Book II of The Earth Chronicles. The Stairway to Heaven. Harper Collins.
★ Zecharia Sitchin. Book III of The Earth Chronicles. The Wars of Gods and Men. Harper Collins.